El furor por tejer, coser y bordar
El interés y la necesidad terapéutica por el trabajo manual llevó a que se multipliquen propuestas para expresarse. Tres espacios recomendados para aprender, participar y crear a gusto
En otros tiempos saber tejer, coser y bordar eran algunas de las labores indispensables de las amas de casa. El manejo de las diferentes agujas fue, en muchos casos, parte de la educación de nuestras madres y abuelas. Pero los tiempos cambiaron y hoy esas tareas se reversionaron en diferentes talleres y cursos que invitan a disfrutar de un espacio distinto, casi terapéutico. Son lugares que promueven desconectarse de la rutina a través del encuentro, mientras se trabaja con las manos aplicando la creatividad y teniendo la posibilidad, al final de la clase, de llevarse lo que se hace.
Además de funcionar como un momento agradable tanto para principiantes como para las más experimentadas, estos talleres brindan recursos para emprendedores y hasta generan nuevas inquietudes en personas que, en un principio, van sólo para distraerse. Te presentamos tres propuestas imperdibles, en las que aquellas tradicionales tareas se transforman en talleres supercreativos.
Baúl de moda
http: //www.bauldemoda.com.ar/
¿Cómo surgió?
Adepta a la costura y emprendedora en el mundo de la moda, en 2008, camino a un a una entrevista de trabajo, Julieta Lococo tuvo la idea de crear un taller de capacitaciones para estudiantes de diseño en la zona oeste del conurbano. Fue así que decidió convertir la casa que había sido de sus abuelos en la escuela Baúl de Moda. “Era muy nueva, nunca había dado clases y quería brindar cursos que se destaquen por el nivel, así que fui convocando docentes y el proyecto creció”, cuenta Julieta. Un tiempo después Verónica Torossian, que había sido su profesora en la facultad donde estudiaba Diseño de Indumentaria, se convirtió en su socia. Hoy la escuela tiene dos sedes, en Capital Federal y en El Palomar.
¿Qué se propone?
Hay talleres libres de costura, bordado, accesorios y arte textil. “Si bien las clases son grupales, cada alumna está en su propio proyecto. También hay seminarios y cursos intensivos que vamos lanzando en diferentes momentos del año”, explica Verónica. Además, hay talleres creativos de costura para nenas, en los que se aprende moldería y a coser a máquina.
¿Quiénes van?
La gente llega con distintos intereses. Muchas personas vienen con ganas de tener un momento de recreación y bajar el estrés. Además, hay emprendedores que deciden tomar ciertos talleres durante un tiempo para desarrollar productos específicos para su marca. Cuentan que muchas veces hay mujeres que se entusiasman con lo que están haciendo y empiezan a producir para vender entre sus amigas, madres del colegio, o compañeras de trabajo. Incluso, en ocasiones, compañeras de taller decidieron asociarse y armar una marca.
¿Por qué es recomendable?
En Baúl de Moda se siente una energía contagiosa, emprendedora, y se generan proyectos innovadores; se advierte muchas ganas de hacer. Además de los talleres, desde hace dos años, organizan un congreso de diseño, con charlas y capacitaciones; este año se realizará la tercera edición. Además, como cierre de cursada, siempre arman un festival callejero, en el que los alumnos ofrecen una feria, con música en vivo y diversas actividades gratuitas.
Mila
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¿Cómo surgió?
Camila Aparicio aprendió a tejer, coser y bordar a los 10 años mirando a su mamá y abuela. En 2012, mientras trabajaba en su propia marca de productos, la convocaron para enseñar a tejer en un programa de TV. Esa experiencia le permitió darse cuenta de la necesidad o interés de muchos por hacer cosas con las manos y decidió empezar a dar cursos. Hoy dicta talleres en un espacio en Colegiales y en distintos puntos del país y hasta en Uruguay, donde la convocan. Además, da clases particulares para grupos de amigas.
¿Qué se propone?
“En los cursos de tejido damos trucos y soluciones para las diferentes técnicas. Antes era considerada una labor que se tenía que hacer de una manera particular, siguiendo ciertas reglas y ahora se puede jugar y hacer las cosas a gusto, con nuestra impronta”, explica Camila.
Entre los talleres más populares, están los de crochet y tejido libre. “Brindamos los recursos básicos para aprender a tejer, en un mes, y eso te permite seguir viniendo o continuar por tu cuenta. La idea es que desde el primer día te lleves algo hecho”, dice.
¿Quiénes van?
En general, las que toman los cursos son mujeres profesionales de entre 25 y 35 años que buscan un espacio recreativo; también hay madres que vienen con sus hijas y señoras de 60 que comparten el curso con chicas de 15. Hay algunos casos en los que se va más allá del entretenimiento; hay gente que empieza con el taller como una actividad paralela a su actividad y se engancha tanto que termina renunciando a su empleo y se vuelve emprendedora.
¿Por qué es recomendable?
Camila tiene mucha experiencia y es muy generosa en su manera de enseñar. Con ella podés aprender eso que hacían nuestras abuelas, pero con la libertad de jugar con las diferentes técnicas mientras se comparte un buen rato con otras mujeres.
Ático de diseño
¿Cómo surgió?
Luján Cambariere es periodista especializada en diseño y acaba de presentar su libro, El alma de los objetos. Durante una década dio cursos sobre técnicas con material de descarte y hace tres años fundó su propia escuela, Ático de diseño. “Después de haber trabajado mucho con estudiantes y profesionales del diseño, decidí abrir un poco el juego y empezar a dar talleres para todo tipo de gente. La respuesta fue increíble porque se generó un espacio lindo, para vivir una experiencia, en la que el lema es: que las ideas pasen de las manos a la cabeza”, cuenta.
¿Qué se propone?
Todos los cursos están dictados por diseñadores. “Aunque en muchos casos hacemos labores, las hacemos desde la mirada del diseño, porque siento que eso le da un valor agregado”, explica Luján. Trabajamos con todo tipo de técnicas y materiales, pero con una vuelta de tuerca, que le da con toque de originalidad a las labores clásicas. Luján hace una tarea de edición y va creando diferentes temas. “Si damos tejido, no lo hacemos de manera común; por ejemplo, tenemos un curso de maxitejidos, en el que enseñamos a tejer en grande. Otro caso es el de experimentación textil, en el que se aprende a bordar, coser y reciclar ropa de manera distinta. Buscamos que esos básicos tengan onda; se innove con algo distinto”.
¿Quiénes van?
En Ático de Diseño va todo tipo de gente, desde estudiantes, especialistas del rubro hasta personas que sólo buscan aprender algo nuevo. También, emprendedores que quieren conocer nuevas técnicas para sumarlas a sus productos y profesionales que se toman un rato de relax. “Para muchos es un espacio de placer y significa parar un poco la locura cotidiana del celular”, comentó Luján. También se ofrecen clases para nenas, de 9 a 13 años, las minimakers que aprenden a tejer, coser, bordar y a hacer sus propias cosas.
¿Por qué es recomendable?
Ático está innovando constantemente en sus propuestas y la impronta que marca el diseño da un toque de originalidad. El ambiente es muy agradable y pasar un rato ahí es una experiencia reconfortante …¡además, los budines caseros que prepara Luján son imperdibles!
Ellos tejen contra los prejuicios
Hombres tejedores es una organización que nació en Chile a comienzos del año último, a partir de unos talleres de tejido sólo para ellos. Tras estos encuentros, el grupo decidió reunirse a celebrar el Día internacional del Tejido, el 18 de junio, en las afueras del Museo de Bellas Artes, de Santiago y, según cuenta Ricardo Higuera, periodista y miembro fundador, desde ese momento no pararon.
Todos los meses, estos hombres, de entre 25 y 55 años, se reúnen a tejer en espacios públicos como una forma de tener visibilidad y luchar contra los prejuicios. “En general, se acercan con entusiasmo, pero también tienen ciertas aprensiones de salir a tejer en la calle. Lamentablemente, seguimos regidos por fuertes estereotipos de género asociados a distintas actividades u oficios. Sin embargo, hemos logrado reflexionar y comprender la importancia de usar justamente el tejido como arma de lucha”, comenta Higuera.
Muchos hombres eligen el tejido como recurso para aprender un nuevo oficio, o simplemente para desarrollar su creatividad y relajarse. Además, el grupo funciona como un espacio de encuentro masculino para romper barreras, compartir inquietudes y hacer tareas sociales desde un lugar diferente. Los tejedores, además, organizan talleres, charlas en escuelas y trabajan por llevar su propuesta a otros lugares.
Par saber más de Hombres Tejedores, www.facebook.com/hombrestejedores/