¿Quién no soñó alguna vez con una actividad remunerada en la que los viajes sean una constante? Los fotógrafos de moda, más específicamente los de street style, muy probablemente lo hayan pensado. Porque si hay algo que exige este trabajo es moverse entre ciudades con todo el esfuerzo económico, físico y anímico que eso implica. Aunque podamos tentarnos con creer que es un trabajo que no tiene nada de sacrificado.
Con más frecuencia y en mayor cantidad desde hace diez años, los fotógrafos de street style buscan capturar en una imagen la forma en que celebridades e influencers adaptan las tendencias del momento para asistir a los shows a los cuales son invitados durante las semanas de la moda. Están los que ya se consagraron como Tommy Ton, Phil Oh o Scott Schuman que ganan entre 10.000 y 25.000 euros haciendo la ronda de las cuatro ciudades; todos los del medio que logran embolsarse una diferencia, que pueden lograr unos 2000 euros por semana (a los dos hay que descontarles traslados y alojamiento que puede ser entre 500 y 2000 por ciudad); y los que recién empiezan que van a pérdida con la esperanza de hacer carrera.
Las "Big Four", como se las conoce a las ciudades en las que transcurren las semanas de la moda son New York, Londres, Milán y París. En cada una, las marcas, sobre todo las de lujo, presentan las nuevas colecciones (Otoño-Invierno, Primavera-Verano y Alta Costura) que marcarán el pulso de lo que usaremos más adelante los simples mortales, cuando las marcas low-cost o locales del lugar donde vivimos, reinterpreten (o a veces copien) lo que allí se vio.
¿Qué hace un fotógrafo de street style?
Capta los estilos que ve en la calle, muchos principalmente llevan a cabo esta empresa durante la temporada de presentación de colecciones. La tarea depende mucho de tener el ojo entrenado para elegir en cuestión de segundos a quién sacar una instantánea que quizá puedan vender a algún cliente (medios digitales, revistas, marcas que buscan tendencia para diseñar colecciones). No todos logran dedicarse a esto full-time; muchos, en el entretiempo, se ganan la vida atendiendo en bares y restaurantes, en negocios de ropa o dando clases cuando tienen algún don especial (conocí a un hombre que enseña piano, por ejemplo) o simplemente dando clases de refuerzo en lenguas o matemáticas a chicos en edad escolar.
¿Cómo hacen el trabajo?
Su lugar natural de acción es la calle con el clima que sea. En la página de la Federación de la Alta Costura y la Moda de París se publica, algunas semanas antes, el calendario de presentaciones con horario pero no se difunde la locación en la cual se va a dar el evento para evitar que vaya todo el mundo (sin embargo, hay marcas que siempre usan las mismas como Chanel o Miu Miu). Así es como, para saber el lugar al que hay que ir, se teje una red entre los fotógrafos que cuentan con la información y se hace una planilla que se pasa a los compañeros con el itinerario, generalmente entre unas doce y unas veinticuatro horas antes de los desfiles.
Cabe aclarar que para entrar a los mismos hay que estar invitado como comprador de colecciones (aquellos cuyo trabajo es elegir la mercadería que luego se colgará en las tiendas departamentales como Saks Fifth Avenue, Galeries Lafayette o Harrods por nombrar algunas), los clientes (aquellos asiduos de la marca, con billeteras abultadas), prensa en general, celebridades y desde hace varios años ya, influencers.
Durante casi una hora mientras llegan de a poco los invitados, los fotógrafos se mueven como una marea o se dispersan en función de cuántas personas para fotografiar haya en un momento dado. Algunas posan para todos y siguen de largo para entrar, otras, en general las influencers, dedican un buen rato a lucir sus ropas y accesorios frente a las cámaras accediendo a moverse según las indicaciones de algún fotógrafo que quiere una foto distinta a la posada para todos. Las más escurridizas suelen ser las actrices y las editoras de las revistas, que optan por entradas y salidas alternativas, rodeadas de seguridad. Igual siempre, alguien conseguirá una instantánea que luego puede pagarse muy bien.
De cerca
Más allá de verlos en acción trabajando en conjunto durante la Semana de la Moda de París, quise conocer un poco más de cerca cuáles son las motivaciones, qué los impulsa a seguir este camino y con qué herramientas se lanza alguien que quiere hacer el recorrido de una profesión poco habitual. Por eso contacté con Romina Intrioni, una fotógrafa uruguaya que con 25 años, luego de haber estudiado Comunicación, se mudó a Londres para darle forma a sus anhelos hace poco más de un año.
Arrancó su desarraigo en diciembre de 2016 trabajando para una conocida tienda de ropa y cuando llegó la Semana de la Moda de Londres Otoño-Invierno 2017 en febrero, se acercó a la entrada de varios desfiles para ver cómo era el ambiente. Sacó muchas, muchas fotos, de las cuales, dice, hoy se quedaría sólo con cinco. Pero ese primer acercamiento le sirvió para darse cuenta de que eso era exactamente lo que quería hacer y le sirvió para tomar dimensión de todo lo que le faltaba aprender. A partir de ahí empezó a delinear su plan para el futuro.
Lo primero fue ahorrar para la cámara. Tener una full frame, que es lo ideal para trabajar de manera profesional, ronda los 3000 euros, con solo un objetivo. También investigar y estudiar mucho de fotografía. Las próximas Semanas de la Moda eran en septiembre de 2017, su primer horizonte para encarar la tarea sabiendo cómo era el ambiente en el cuál se iba a tener que mover y en el que iba a tener que afrontar la tarea. Juntó lo necesario para trasladarse a Milán y a París y un día llegó el momento en el que el plan se hizo tangible.
Manos a la obra
"Prefiero siempre sacarles fotos sin que se den cuenta. Incluso si los conozco o tengo relación. Si me llegan a ver y a saludar les hago fotos posando, pero siempre voy a tratar de conseguir una sin que sean conscientes de que estoy presente. Muchos invitados que me conocen no me ven en el momento y al final del día, cuando subo la imagen a Instagram, se sorprenden al darse cuenta de que estaba ahí. Hay algunos que no buscan la foto y son más difíciles de fotografiar porque verdaderamente van andando y no frenan, creo que es un poco más emocionante conseguir una buena instantánea de esas personas" me cuenta Romina, mientras esperamos la salida del desfile de Chanel.
Hay, dependiendo del día, entre siete y doce desfiles por jornada durante nueve días cuando se trata de París. Todos en distintas locaciones de la ciudad, lo que hace necesario moverse a pie, en bus, metro o taxi, comer en donde se pueda y aguantar cualquier condición climática por unas ocho horas. Le pregunté a Romina qué es lo más difícil de estos días: "En invierno es el frío, las manos heladas, el aire gélido entrando por la vía respiratoria a veces me afecta más y me impide estar cómoda para desempeñarme. Moverse rápido de locación en locación tiene su incomodidad también, pero en lo personal, creo que lo más complicado es tratar de hacerle fotos a todas las personas que quiero. En algunos shows tan concurridos, los invitados salen en varias direcciones y es difícil poder registrar a todos".
El camino a la fama
Romina empezó a usar su cuenta de Instagram para publicar sus fotos de street style en enero de 2017 y desde ahí no paró de crecer hasta hoy (y es claro cuando uno la visita que lo va a seguir haciendo). Aprendió que mejor centrarse en buscar a las personas que le interesan y no tratar de abarcar todo, incluso a veces no llega a todos los desfiles. "Hay un grupo de personas que ya sé quienes son y que siempre son mis favoritos para fotografiar", relata.
Una vez que termina su jornada, que coincide con el momento en que se termina la luz del día, llega al hotel o departamento que comparte con otros fotógrafos y busca, entre las más de 2000 fotos que sacó, aquellas que vale la pena editar. "Me encanta la selección aunque es agotadora y lleva un buen rato, pero me gusta poder seleccionar las mejores imágenes que hice a lo largo del día. A veces pasan tantas cosas que te vas acordando que viste a tal persona y es una linda sorpresa toparte con las imágenes".
Una vez que la selección está hecha, edita las imágenes y las comparte. Etiqueta a las personas y ellas la contactan. A algunas, con las que ya tiene una buena relación, les envía directamente las fotos del día para que usen en sus redes sociales a cambio de la publicación del crédito. Cuando hace esto no cobra porque sabe que está empezando y las influencers o blogueras no suelen pagar por las fotos, ya que tienen muchas disponibles de decenas de fotógrafos que están en la misma. "Por ahora me gusta que las tengan, que vean mi trabajo y que me conozcan, porque cuando esa persona repostea o comparte una foto mía, sé que atrae gente a mi cuenta. En cambio, si es una marca la que quiere usar una imagen, sí, les escribo para dejar las cosas claras. Algunas contestan que no tienen presupuesto para eso, entonces les digo que no".
Mirada Couture, MoWeek (de Uruguay), The Fashion Rue y Chicas Guapas (de Argentina) son algunos de los medios que publican sus fotos en sus páginas web y en sus redes sociales. Gracias a que fue a las semanas de la moda en septiembre pasado, y ahora que acaba de cubrir los desfiles de la nueva temporada, empezó también a trabajar como fotógrafa en Londres. Hace también fotos editoriales y de eventos, "todo relacionado a la moda, pero lo que más me gusta siempre es street style. Me gusta la fotografía de estudio pero por el momento prefiero quedarme con las locaciones que son más emocionantes".
En las dos jornadas previas a que termine el calendario de desfiles de la temporada Otoño-Invierno 2018, toma contacto con la realidad: está en la última ciudad y ahora hay que esperar hasta septiembre. "Ya me agarra ansiedad y quiero que llegue pronto la siguiente ronda. Me gustaría hacer esto por un largo tiempo, hasta que me canse, y hacer la mayor cantidad de semanas de la moda posibles; mi próximo objetivo es también sumar New York", dice entusiasmada.