¿Cómo volver?
Y febrero va bajando la persiana de las vacaciones, de los días tomados, del tiempo disfrutado. Los días de ropa cómoda, de mente en blanco, de remera blanda, de short y ojotas. Días de no corbata, sin uniformes ni rutinas. De relojes que no suenan y de chicos que duermen hasta tarde. Días que se pasan con el tiempo de la naturaleza, del campo, la playa o la pileta, el verde o el celeste infinitos que relajan como nada. Esa paz que nos conecta con lo simple, con el disfrute sin esquemas. Y volaron. ¿Cómo volver a meternos nuevamente en la vorágine? ¿Cómo sumergirnos en la cotidiana urbanidad? ¿Cómo aceptar un zapato duro, un pantalón formal o una camisa no tan blanda? ¿Cómo volver al día a día que nos aleja de la esencia? ¿Cómo volver a ponernos el uniforme de la vida con agenda? Y en el regreso siempre encuentro la respuesta. Se puede volver sin alejarnos de la esencia: haciendo del camino a transitar, hasta el próximo tiempo de relax, un camino que nos llene de alegría. Desde el lugar de cada uno, poner lo mejor en la rutina que nos toca. Y encontrar placer al hacer lo que nos gusta con esfuerzo, con ganas y entusiasmo. Y así la camisa va perdiendo rigidez, los zapatos vuelven a ser cómodos, la mochila no resulta tan pesada, el uniforme se lleva sin notarlo y el trabajo nos llena de energía. Tan simple como aprender a disfrutar de nuestro tiempo cada día y vivir sin tanto estrés, con actitud relajada y buen humor. Y así vivir a fondo casi en eterna vacación.