Apuesta.La diseñadora que dejó todo para hacer pijamas y sastrería slow fashion
Un día, se empalagó del mundo fast fashion. Después de haber diseñado durante 20 años para grandes marcas como Paula Cahen D'Anvers, Chocolate, Akiabara y Cher, Celina Carzoglio decidió retirarse del juego para desacelerar. Puertas adentro de su casa, se propuso concebir un emprendimiento capaz de reconectarla con su oficio y con un tipo de consumo como era el de antes: lento y austero, pero fiel. Así, creó un proyecto propio de indumentaria -nombrado con su apellido- que partió de pijamas clásicos en lino o poplin y llegó a la sastrería de edición limitada.
–Carzoglio nació en 2017 como una marca pequeña con un único producto: un pijama "sin género". ¿Por qué elegiste empezar con esta prenda de entrecasa?
–Mi idea era generar un producto que funcionara como columna vertebral del proyecto, una prenda capaz de representar varios conceptos de cambio que están transformando nuestra manera de vivir y consumir. Ponerse el pijama te obliga a bajar un cambio y, si es cómodo, clásico y está bien hecho, es para siempre. Hoy el pijama se ha convertido en un uniforme de trabajo y además, en un uniforme para estar cómodo día y noche sea donde sea.
Hoy el pijama se ha convertido en un uniforme de trabajo
–También es el uniforme del aburrimiento o del ocio creativo. La elección de quienes protagonizan las campañas editoriales de Carzoglio –entre ellos Narda Lepes, Diego Gravinese y Jessica Trosman–, ¿tiene que ver con querer representar a esta "tribu" de creativos que apuesta por un estilo de vida más genuino?
–No lo sé, pero siempre supe que tenía que comunicarlo de esa manera; a través de personas reales con un oficio o profesión con la que me pudiera sentir identificara, gente que admiraba o que me gustaba lo que hacía. Me divertía la idea de entrar a su mundo de entrecasa y comunicar el producto desde la frescura y la impronta personal de cada espacio.
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–Y a ese imaginario, ¿cómo se integra la nueva colección de sastrería?
–El año pasado empecé a extrañar el mundo puertas afuera y se me ocurrió diseñar una pequeña colección no gender. Como los pijamas, las telas de esta colección son excepcionales y el diseño de cada pieza es austero, pero con detalles de confección impecables. Es ropa de día y noche y su etiqueta lleva un número de serie; hay solamente 10 unidades por prenda. Si bien Intro Sastrería parte desde una perspectiva clásica y atemporal, lo que en otro momento me hubiese parecido algo sencillo, hoy lo siento súper diferencial.
–Con una producción tan chica, supongo que la competencia con las grandes marcas por la buena confección y las telas excepcionales no debe ser tarea fácil…
–Cada vez resulta más difícil encontrar talleres que trabajen en tiempo y forma, por un precio justo y que, además, se les caiga la baba por hacer ropa bien confeccionada. En cuanto a los proveedores, por lo general todos tienen las mismas telas, entonces las marcas terminan compitiendo sobre lo que ellos proponen y de golpe el mercado es eso: pobre, poco creativo y el público termina cerrándose a un sólo prototipo de mujer.
–¿Cómo describirías a ese prototipo?
–Al prototipo de mujer argentina le encanta el color, la estampa, el adorno, sentir que la prenda "la levanta". Yo propongo todo lo contrario, soy súper masculina y creo que la feminidad pasa por otro lado: está en la actitud de cada una.
–¿Quiénes usan tus propuestas?
–La mayoría de mis clientes son mujeres maduras y viajadas que entienden y consumen buena calidad o jóvenes que, en eso que muchos verían como algo clásico o que les queda enorme, ellos entienden que es moda sin género. A los clientes de pijamas, por ejemplo, la prenda les genera una necesidad extraña de comunicarlo constantemente en redes…
–¿Como si fuera un fetiche o la credencial de un grupo de pertenencia?
–No lo sé, pero sí es cierto que es una red bastante cerrada. A veces me gustaría quedarme ahí para no fallarles y siempre poder cumplir con esa idea del producto y la experiencia de compra súper cuidada.
A los clientes de pijamas, por ejemplo, la prenda les genera una necesidad extraña de comunicarlo constantemente en redes
Como en las tintorerías, los comercios de barrio donde uno confía las prendas más delicadas, en el pick up store de Carzoglio, el pijama se entrega recién planchado y perfumado. Se cuelga en percha de madera y se cubre con una funda de tintorería 100% degradable con el logo de la marca, a la que va enganchado un remito con el nombre del cliente.
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–¿De qué se trata el pick up store?
–El formato pick up sigue activo para los pijamas, pero desde que llegó la línea de sastrería, la puerta, que normalmente estaba cerrada, ahora se abre. Va a suceder así 2 meses más y después volvemos a cerrar y funcionar únicamente como punto de recogida. Encontrar este local ínfimo y casi escondido adentro de una galería comercial de la década del ’70 fue un sueño. A diferencia del local a la calle, el de galería se alinea con esta idea de volver al consumo de antes, donde la atención era personalizada y entre comercios había comunidad. También habla del bajo perfil y la actitud que creo que hay que tomar en este momento del país si uno quiere apostar a lo local.
–¿Cuál sería esa actitud?
–Ir lento, pero seguro. En vez de más amor, más slow fashion por favor.