Quien no haya visto en sus redes sociales o recibido en alguno de sus grupos de WhatsApp al menos uno de los tres spots de la campaña "Cambiá el trato", que tire la primera piedra. Fue el aviso viral del año y enriqueció el debate sobre la nueva masculinidad.
Son videos en los que los varones hablan entre ellos. Hablan de ellos, pero acerca de ellas; sobre cómo tratarlas. Así, una multinacional de belleza femenina, detalle que no es menor, les dio voz a los hombres para hablar de un tipo de agresión más sutil, aunque no menos dañina, que la física: la que sucede a diario en el acoso callejero, en el maltrato psicológico intrafamiliar y a través de la violencia sexual digital.
Se les otorgó espacio a los hombres en el encendido diálogo sobre la equidad de género. Y habrá estado ahí la clave porque, en las escenas que se muestran, ellos asumen protagonismo con un rol distinto del que se les asigna habitualmente cuando se habla sobre la violencia machista. Porque no son acusados ni condenados, sino que escuchan y son escuchados desde la complicidad, se predisponen –a partir de la toma de conciencia– a cuestionarse a sí mismos acerca de las formas conocidas que no van más.
Es que, en un sistema social en el cual los vínculos entre los géneros están en plena reconfiguración, las categorías y los pactos se revisan. Algo de lo que hasta ayer cobraba un sentido, hoy se resignifica. Algo de lo que antes se aceptaba –toleraba–, ahora ya no. La masculinidad evoluciona hacia un nuevo paradigma y la pregunta sobre qué se espera de los hombres hoyexige también nuevas respuestas. El desconcierto es una carta que juega en la transición, cuando las reglas todavía no están claras para todos ni fueron aún consensuadas.
La violencia machista no solo es un hombre que pega, grita, le arroja cosas a una mujer. Que insulta, actúa sin consentimiento, mata. Tampoco es solamente aquel que tiene la intención de agredir. Como en tantas de las situaciones en las que los varones violentos no hacen nada de esto, pero ejercen violencia cuando acosan con sus dichos o conductas a una mujer en la vía pública, cuando difunden imágenes privadas tomadas y/o compartidas sin la aprobación de la otra persona, cuando en la cotidianidad del hogar subestiman, controlan o denigran a la pareja.
Lo estamos aprendiendo. Y, como en todo proceso de aprendizaje, surgen dudas y se cometen errores, que pueden llegar a tener costos muy altos. En este procesos, los varones están en la mira. Algunos lo viven atemorizados. Muchos, desorientados. Por eso, poner en palabras –e imágenes– las propuestas para nuevos acuerdos, despierta interés. Deconstruye y construye.
Estuvieron quienes elogiaron la campaña y también se hicieron cuestionamientos a la estrategia elegida (principalmente por no haber mostrado mujeres). Sea como fuere, el objetivo de correr el foco para captar atención, de dar en el blanco, brindar información y generar una conversación imprescindible estuvo cumplido en los 47 millones de views que tuvo "Cambiá el trato".