Bajo el sol, relax a la suiza
Ginebra, con horas de lujo / Y clientela de verano
GINEBRA.- Tranquilidad al borde del lago Leman, con su chorro tipo géiser de 140 metros de alto, que ahora está a full y dentro de un rato se tomará un descanso.
Brilla el sol, hace frío y en el stop del almuerzo la gente se instala en las escalinatas y bancos que lo bordean para comer su sándwich y tomar aire puro. Tan puro como su agua, transparente y habitada por cisnes y patos, indiferentes a los ruidos de la calle, discretos como los propios suizos. No hay embotellamientos, parece que no existiese la bocina, y las bicis van y vienen por esta ciudad que balconea al gran lago y en la que no hay edificio más alto que la torre de su catedral.
Calles empedradas que suben y bajan, bistrós con sus mesas en las veredas, chocolaterías para quedarse a vivir. De repente, una feria artesanal que remite al Altiplano, con ponchos y suéteres de alpaca muy caros, y una sucesión de boutiques con diseños para todos los bolsillos y tamaños (el talle grande es constante, al menos en las firmas de moda locales) anunciando un verano en blanco y negro, o muy colorido, supersexy, ingenuo y también rockero.
Los precios, nada amables para estos bolsillos y no sólo en su exclusiva rue de Rhône, algo así como la avenida Alvear de Ginebra, con las firmas internacionales y las grandes marcas de la relojería suiza exhibiendo modelos que valen fortunas. Serán el gran atractivo de la clientela de verano (árabes y asiáticos, en buen número) que llega cuando, como ahora, la niebla sobre el Leman es un recuerdo y el sol empieza a brillar después de haber estado oculto durante su largo invierno.
¿Argentinos? Uno que otro, claro que sí, que siempre hay quienes se pueden dar el lujo. Y también venezolanos; alguien comenta que últimamente familias de ese origen se han instalado en Ginebra huyendo de su gobierno. Quién lo diría.
cacevedo@lanacion.com.ar