Alquilar ropa. Un hábito de consumo anti acumulación que crece
Ya casi no hay más casas llenas de cosas; bien porque lo material cedió terreno a lo digital, o porque la austeridad se impuso como ética social y como necesidad en la crisis ambiental. Sea por un motivo u otro, en este fenómeno, la ropa no es la excepción: armarios repletos, abarrotados de vestidos y pantalones, comienzan a ser algo del pasado. Y la alternativa de alquilar las prendas, una metodología que avanza en todo el mundo, resignifica la función que alguna vez tuvo cuando rentar un vestido era algo excepcional. Hoy, es una práctica cada vez más usual, diaria. Desde piezas para fiestas o eventos, pero también, equipos para salir a cenar o para ir a trabajar.
Esto provocó que el mercado online creciera intempestivamente: en 2017 estaba valuada en 1.013 millones de dólares, y se estima que para 2023 llegue a los 1.856 millones de dólares, de acuerdo a un informe realizado por la consultora Allied Market Research.
Entre los beneficios que más repiten las plataformas de alquiler se encuentra la posibilidad de poder explorar distintos estilos y opciones, pero es la sustentabilidad el más contundente. Teniendo en cuenta que la industria de la indumentaria es la segunda más contaminante, y que se han dado a conocer datos como que para hacer un par de jeans se necesitan 7.500 litros de agua, los usuarios han comenzado a ir en busca de variantes más respetuosas con el medio ambiente, y esta es una de ellas ya que genera menos compras y, por lo tanto, menor producción. "El 50 por ciento de las prendas de moda rápida son desechadas en un año y, como compradores responsables, estamos bajo presión para cerrar este círculo", dijo Anna Bance a Vogue, fundadora de Girl Meets Dress, una platafoma de alquiler en Inglaterra.
Éxito en el mundo
Estados Unidos, Europa y Asia cuentan con numerosas alternativas físicas y online. Armarium y Rent the Runway son algunas de las principales en el país norteamericano. Esta última es pionera con ya diez años en el mercado y está valuada en 1 billón de dólares. Ofrece distintos planes, tanto para hacerlo por única vez como también membresías mensuales: Update, con un costo de 89 dólares; y Unlimited, por 159 dólares, la opción premium que permite rentar hasta cuatro prendas por vez y tenerlas por tiempo ilimitado.
También está la alternativa llamada "peer-to-peer", que son plataformas que conectan usuarios, es decir, que unos les alquilan a otros; sería la versión de Uber o Airbnb de la moda. En EE.UU. se encuentra Tulerie, mientras que, en Reino Unido, Hurr propone períodos de alquiler de ropa y accesorios de 7 a 28 días, y da la posibilidad a los miembros de entablar conversaciones entre ellos para consultarse acerca de los ítems.
Debido al gran auge, las marcas y compañías de moda no han querido quedar fuera y optaron por integrar esta opción, como es el caso de Banana Republic, que ofrece desde septiembre su servicio Style Passport, que permite alquilar mensualmnete tres ítems a cambio del pago de una membresía; o Nuuly, la plataforma que lanzó el grupo URBN- dueño de Urban Outfitters, Free People y Anthropologie-, que por 88 dólares al mes se pueden tomar hasta seis prendas de las firmas anteriores, o también de otras como Wrangler, Reebok o Levi’s, e inclusive algunas de la línea vintage.
Opciones en en país
En el plano local, han surgido espacios que buscan facilitar outfits para fiestas o eventos. Dress Me Up comenzó en 2010: "Creímos que un sistema como éste era una solución a la medida de todas, para estar a la moda sin gastar fortunas y siendo coherentes con el medio ambiente", sostienen Trinidad Barreiro y Patricia Mirave, sus fundadoras, que proponen piezas a un precio menor a su costo original: "Nuestra regla de oro es que el valor de alquiler siempre oscile entre un 10% y un 20% del de compra".
Ubicado en Nuñez, el showroom ofrece vestidos, abrigos, zapatos y accesorios, en talles que van desde XXS al XXL, de marcas nacionales e internacionales. "Los modelos más elegidos son aquellos que tienen mucho trabajo, los de más alta gama, porque las clientas no quieren ser una invitada más: quieren destacarse", señalan.
Toia de Kiev es otra de las alternativas que hay en Ciudad de Buenos Aires, en el barrio de Palermo, que surgió a mediados de 2017. "Las clientas vienen, se prueban los vestidos, eligen el que más les gusta y se lo llevan por seis días; nosotros hacemos cargo de la tintorería", cuentan Josefina Linares y Malena Vayo.
Además, proponen planes anuales: el Select, incluye seis outfits para usaren cualquier momento del año; y el Unlimited, que permite sacar cambios ilimitados.
"Creemos que la gente cada vez acepta más esta modalidad porque permite consumir variedad a bajo costo", sostienen y agregan: "Hoy en día el consumidor analiza muchas cosas antes de efectuar una compra: impacto ambiental, responsabilidad social, comprar en el exterior, descuentos online, cuotas; quiere hacer la compra de la manera más eficiente posible para su bolsillo y para el medioambiente".
Este mes llegó a Buenos Aires una nueva plataforma que se incorporó a la oferta que ya existía: NewDress.Rent. Está al frente Romina Pigretti, quien anteriormente formaba parte de Ginebra. "Me lancé con esta alternativa con el fin de incentivar una forma de consumo consciente y bien informado, que haga un uso más criterioso e inteligente del dinero y los recursos", cuenta.
Tiene dos canales de alquiler: un coqueto showroom en Barrio Parque (donde además se pueden ver obras de arte que también están a la venta) y una tienda online. "Propongo tomar la accesibilidad, la novedad y las tendencias propias del fast fashion; y la exclusividad, originalidad, diseño y calidad de la moda de lujo; para integrarlos en un nuevo concepto que llamamos Fast Luxury", sostiene.
Entre las marcas que ofrece hay diseños Stella McCartney, Diane Von Furstenberg, Alexander McQueen, y cuenta además con servicio de asesoramiento, make up y pelo. Los alquileres oscilan entre 3.000 y 20.000 pesos y hay, además de indumentaria, accesorios.