Los 50 años de L'Oréal en el país

Hay una larga lista de productos de belleza que están grabados en la memoria emotiva de las argentinas: el shampoo Dop, el primero sin jabón; la laca Elnett, un clásico para enfrentar las inclemencias del tiempo; el mítico perfume Anaïs Anaïs, que usaron todas las chicas que crecieron en los 80; Hydrix de Lancôme, una crema de tratamiento pionera que hizo furor en el país. Todos ellos tienen un denominador en común: pertenecen a L'Oréal, el gigante de belleza que acaba de cumplir 50 años en Argentina, donde desembarcó en 1963, cuando el grupo decidió expandirse en mercados prometedores, tras comprobar que los productos que se importaban causaban sensación.

La historia de la marca se remonta a 1905, cuando Eugène Schueller, un químico ambicioso oriundo de Alsacia, empezó a trabajar día y noche para dar con una fórmula de tintura capilar que no dañara la salud. Tardó dos años, pero lo logró: en 1907 empezó a venderles a los peluqueros de París L'Auréole (por el nombre de un peinado de moda en esa época), que más tarde se llamó L'Oréal. Schueller era un hombre de convicciones fuertes y de origen humilde: su padre, que era pastelero, había pagado la educación del hijo con croissants y gâteaux. Gracias a su instinto para entender el incipiente negocio de la belleza, Schueller construyó un imperio que se expandió por todo el mundo y que hoy en día lidera el mercado de la cosmética.

Es difícil saber cuál fue el primer producto de L'Oréal que enamoró a las argentinas, pero Silvia Tripoloni, Directora de Relaciones Públicas y Comunicación de L'Oréal en el país, hace hincapié en algunos hitos, como la revolución que significó la introducción del primer kit de coloración listo para usar, Excellence, "una propuesta con mucho valor agregado que cambió la manera de teñirse de las mujeres", ya que garantizaba resultados óptimos, sin errores de cálculo. "La empresa siempre evoluciona para acompañar las expectativas de los consumidores", dice Tripoloni, que cita varios ejemplos de esto: los primeros tratamientos para pieles maduras de Lancôme, que entendió que las mujeres de más de 50 tenían nuevas necesidades y querían cuidarse, la novedad de la dermocosmética, que llegó en 1993 de la mano de Vichy y La Roche Posay, y las primeras cremas para hombres de Biotherm.

La clave del éxito de L'Oréal, según Tripoloni, tiene que ver con que "es una de las empresas que más estimuló el crecimiento del mercado. Nuestro mayor logro es haber impulsado el desarrollo, la sofisticación y la puesta en valor de la cosmética como herramienta de satisfacción personal de mujeres y hombres". Con más de 3800 científicos de treinta disciplinas diferentes, seis polos de investigación y diecisiete centros de evaluación en todo el mundo, las innovaciones en tratamientos capilares, cuidado de la piel, coloración y maquillaje se desarrollan bajo altos estándares de seguridad y eficacia. "En el ADN de la empresa está la investigación científica, que es transversal a las trece marcas, ya sea en materias primas, productos o métodos de testeo", dice.

Más allá de las cifras, las consumidoras argentinas confían en sus productos "porque cumplen lo que prometen, son innovadores y los discursos son comprensibles", dice Tripoloni, que cuenta que en sus años en la empresa ha recibido varios llamados de clientas que quieren seguir comprando productos que ya no están disponibles o cuya fórmula cambió, prueba de la estrecha relación de las argentinas con estas marcas.

Para los próximos 20 años en el país, L'Oréal planea más crecimiento y más presencia. Tripoloni añade: "Estamos convencidos de que el mercado de la cosmética dinamiza la economía y ayuda a mujeres y a hombres a sentirse bien y hasta a cambiar su estado de ánimo". Schueller soñaba con un mundo en que nadie tuviera que renunciar a la belleza. Así lo escribió en la revista Votre Beauté, donde publicitaba sus productos. Al parecer, ese anhelo cada vez está más cerca.

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