El cantautor y guitarrista brasileño, antes de su presentación en el Gran Rex, pasó por Hablemos de otra cosa para charlar de la música y cantar varios temas
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Noche de estrellas internacionales en Hablemos de otra cosa, por LN+. En medio de una gira nacional que lo está llevando por Córdoba, Posadas, Concordia, Resistencia y San Juan, y que desembocará el viernes próximo, a las 20.30, en el Gran Rex, el gran cantautor y guitarrista brasileño Toquinho hace un alto en su cargada agenda para charlar largamente sobre la vida, el romance apasionado que mantiene con su instrumento musical (“la guitarra es una parte de mi cuerpo”, reconoce) y hasta cantar algunos temas que la audiencia pidió por las redes sociales al ciclo que conduce Pablo Sirvén por LN+.
Pero es noche de estrellas, así en plural, porque el maestro no está solo: la joven voz femenina del Brasil, Camilla Faustino, lo acompaña en un par de temas. Y a la distancia, y en el recuerdo, se suman las voces y las melodías de Vinicius de Moraes, Chico Buarque y María Creuza, que debió postergar su visita a Buenos Aires por un problema de salud. “El Gran Rex es una casa de muchos años, desde la época de Vinicius”, refiere el intérprete, por la cantidad de veces que se presentó en esa sala de la avenida Corrientes.
“Paré dos años las giras por la pandemia”, acota y, por eso, ahora se siente feliz de haber vuelto al ruedo de manera tan intensa e incorporando en su tour musical por la Argentina, plazas no tan convencionales y que lo esperan con mucha expectativa y cariño.
“Tenemos muchas sorpresas para el show del Gran Rex”, dice con picardía y sin revelar de qué se tratan. “Es muy bello cuando el público canta las canciones; se crea una cosa religiosa -apunta- y yo me divierto mucho tocando; me gusta improvisar.”
¿Cansa cantar durante décadas los “hits” que todo el mundo le pide? Responde Toquinho: “Las canciones se renuevan cada vez que se las toca”.
Su nombre real es Antonio Pecci, pero es “Toquinho, que significa pequeño” desde siempre. Y cuando una guitarra cayó en sus manos siendo muy niño, ya nunca más se apartó de ella. “Mi generación -informa- nació con grandes estímulos y a los doce años ya sabía que quería tocar la guitarra. Siempre tuve grandes maestros. No soy adepto al autodidactismo.”
Nada cree que es casual. “La suerte viene para quién trabaja y aprovecha las situaciones”, subraya convencido.
Su encuentro con el enorme poeta y músico Vinicius de Moraes marcó su vida durante una década. Más de mil actuaciones, cerca de 120 temas y 25 discos tapizaron ese tiempo de formidable creación y éxito.
Vinicius se metía en la bañera, siempre con un trago cerca, una tabla como mesa y se quedaba horas en el agua componiendo. “Salía arrugado”, se ríe Toquinho.
“Fueron diez años intensos, de trabajo, whisky y diversión. Vinicius era muy humilde, tenía mucha vitalidad y siempre buscaba el amor eterno”, lo describe, mientras con su guitarra hace un contrapunto con los videos que lo muestran 50 años más joven. “Era de una generosidad muy grande, pero por momentos era más hijo que padre”, detalla.
Otro momento de incontables recuerdos para Toquinho es la evocación de La Fusa, el mítico reducto sobre Playa Mansa, en Punta del Este, del que perdura un disco que grabó en conjunto con Vinicius y María Creuza, y que a más de medio siglo de su registro, sigue dando vueltas y es muy requerido por el público de entonces y hasta por las nuevas generaciones. La cantante Belén Pérez Muñiz, hija de los creadores de ese recordado café concert (que también tuvo sendas versiones en Buenos Aires y Mar del Plata), suma a la evocación un valioso testimonio.
No podía faltar hablar sobre la bossa nova que revolucionó el sonido en Brasil y ya quedó como una marca registrada. “Joao Gilberto fue el creador de la bossa nova y todos lo imitamos”, reconoce Toquinho.
Las manos se la van sobre las cuerdas de su guitarra a cada rato, sin importarle que las cámaras estén encendidas o no. En el aire interpreta una versión muy sentida de “El día que me quieras”, el tango canción de Gardel y Le Pera, y tras la terminación formal de la entrevista toca un poco de “A media luz”, “Yira yira” y hasta prueba darle ritmo de bossa nova a “Cambalache”. “El tango tiene una fuerza increíble -opina-, me encanta. La música no tiene fronteras”, pero a continuación dice algo que sorprende: “No me gusta escuchar música, me desconecta de mi entorno”. Dice que prefiere componerla. Que cuando escucha melodías de otros, no puede disfrutar porque se pone a analizar técnicamente cada compás.
Luego agrega algo que a todos nos resulta obvio: “Tengo facilidad para hacer canciones”. Pero lo que no se sabía es que también las haga…¡hasta dormido! Confiesa que soñó un tema completo al que no debió hacerle la más mínima corrección cuando despertó.
Se muestra entusiasmado con un proyecto en el que está trabajando para Netflix. “Yo disfruto de estar en casa -admite- de manera que la pandemia no me cambió mucho. En ese tiempo descubrí que el ocio no te deja tiempo para nada”. Pero también descubrió otra cosa: “Con el streaming, las discográficas quedaron como viejos elefantes blancos. Creo que los artistas tienen que ir donde la vida está”.
Hablemos de otra cosa se emite los sábados, a las 22, por LN+
LA NACION