Números clave: el índice de confianza y la caída del riesgo país; el desafío a Macri; El Mago del Kremlin lee “El Mago del Kremlin”; la división porteña y el factor Larreta; resistencia a firmar los cambios en ARCA
- 19 minutos de lectura'
Este lunes se conocieron dos datos estadísticos que pueden servir para explicar por qué estamos frente a un Gobierno fortalecido desde el punto de vista político, una fortaleza que hunde sus raíces en la escena económica. El primer dato relevante lo aporta el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG), que elabora la Universidad Torcuato Di Tella y mide la confianza de la gente en el Ejecutivo. Va de 0 a 5 y para el mes de octubre dio 2,43. El punto a destacar reside en que hubo una variación del 12,2% respecto del mes anterior. Hubo una recuperación.
Desde la llegada de Milei al poder en diciembre, también se experimentó un incremento en el mismo índice. Luego, durante los meses venideros, se produjo una tendencia a la baja que se mantuvo hasta septiembre. En octubre cambió el panorama. Aun así, si queremos comparar, Mauricio Macri estaba en octubre de 2016, su primer año de gobierno, un 7,9% mejor que Milei. Alberto Fernández, por su parte, tenía en octubre del 2020 21,7% por debajo del actual Presidente. Dependiendo de con qué se equipare, la administración Milei está mejor o peor.
El Índice de Confianza en el Gobierno subió en todos los sectores. El aumento fue mucho más evidente entre los hombres que entre las mujeres y también en determinadas franjas etarias. Detrás de este último punto hay un detalle curioso, que va en contra de un prejuicio. En gente de más de 50 años, el ICG cayó en septiembre y tuvo una recuperación significativa en octubre sin alcanzar lo logrado en agosto. Entre la gente de 30 y 49 se percibió un mismo movimiento en estos tres meses. El cambio significativo se produjo en la población entre 18 y 29 años. Se considera que esa franja estaría más inclinada a favor de Milei, y que toda la estética del Gobierno está muy condicionada a alcanzar este target. Acá se experimentó una caída. El Índice de Confianza en el Gobierno se mantuvo estable de agosto a septiembre y se desplomó en octubre. Habría que preguntarse por qué. La primera respuesta que a uno se le podría ocurrir, contestación improvisada y vulgar, es que tiene vínculo con el conflicto universitario.
Hay una segunda razón del fortalecimiento del Gobierno, también asociada a un índice: el riesgo país. Elaborado por el banco JP Morgan, mide el costo del dinero en un país en comparación con los bonos del Tesoro de Estados Unidos. Había perforado los 1000 puntos el viernes pasado y hoy se sitúa en 914. Significa que la confianza del mercado en que la Argentina va a honrar su deuda está subiendo. Significa que hubo un aumento en el precio de los bonos, lo que derivó en un clima financiero muy proclive al Gobierno. Esto lo notaron los que viajaron a la reunión del Fondo Monetario Internacional (FMI), que se realizó la semana pasada en Washington y donde se ve a la Argentina y a Milei como una especie de rockstar. El riesgo país sigue siendo muy alto en comparación a naciones como Brasil, Uruguay o Colombia, que tienen índices menores a 400. En el informe que este lunes produjo Econviews, la consultora de Miguel Kiguel, se resalta que la reputación por el tratamiento de la deuda sigue siendo un peso para la Argentina. Se hacen además otras observaciones como las dificultades que tiene el Banco Central para mejorar sus reservas, atenuada por una liquidación de oleaginosas exitosa que da a entender que la Argentina cuenta con recursos para pagar y mejora su imágen. Otro punto importante, como explica Kiguel, es que la deuda argentina, en relación con el Producto Bruto Interno (PBI), es baja: 36%. En Brasil es del 60% y en Uruguay el 52%. También hay funcionarios del FMI que, en conversaciones informales con operadores del mercado, deslizaron preocupación por poder cobrar la deuda de la Argentina y aconsejarían una renegociación con el sector privado. Son factores adversos que le juegan en contra al comportamiento del mercado de bonos. Por ende, parecería más meritoria la baja del riesgo país.
Cabe destacar además que el mercado confía en que en algún momento la Argentina va a liberarse del cepo cambiario, condición indispensable para que se normalice y reactive la economía. Existen otras opiniones al respecto. El peronismo, que mira esta escena con otros ojos, como Martín Rodríguez, militante y dirigente en ascenso dentro de La Cámpora, cree que el cepo no lo van a sacar nunca ya que es el “bastón de mando” del oficialismo, que impide una corrida hacia el dólar por desconfianza en el peso. Miguel Kiguel sostiene: “El día en el que el índice de riesgo llegue a 600, la Argentina va a poder volver al mercado de crédito”. Jorge Eduardo Bustamante, alguien que pasó gran parte de su vida en la banca de inversión, opina que hay una confusión en pensar que el índice de riesgo es un tema de banqueros, de traders o de gente que opera bonos. Detrás de eso está el costo del dinero para toda la economía real. En la medida en la que el costo del dinero sea muy alto, debido a que el mercado percibe mucho riesgo en prestar al país y sus empresas, al final del camino se crea menos empleo. Cuando miramos el índice de riesgo país, es lo que están mirando todas las empresas de la economía concreta y real, y no solamente el mundo de quienes especulan con las finanzas. Esta mejora del riesgo país es importante para la Argentina y se configura como otra razón por la que se lo percibe a Milei como el titular de un Gobierno fortalecido.
Existe una tercera razón detrás del fortalecimiento de la administración Milei, que no tiene vínculo con los números sino con la imagen política del Gobierno. El Presidente da pruebas de que visceralmente sabe manejarse con el poder. Podrá no entender los códigos de los partidos, la institucionalidad del Parlamento y los movimientos cifrados de la burocracia política. Pero entiende el poder. Por lo menos, hasta ponerse al borde de emitir señales autoritarias. ¿Al mercado financiero le interesa tanto esto? Daría la impresión de que no le importa la calidad de la gobernabilidad que estaría garantizando Milei con este temperamento. Les interesa que garantice que tiene el control de la escena. ¿Cómo? No importa.
La semana pasada estuvo en Buenos Aires un muy alto directivo de uno de los grandes bancos de inversión del mundo: Goldman Sachs. Habló con muchos de sus clientes, empresarios de primera línea, de los más importantes del país. Este ejecutivo les decía, según él, hoy en el mundo hay dos estrellas políticas, sujetos políticos que están llevando adelante reformas en sus países y a los que miran con mucho interés. Uno es MBS, las siglas con las que se conoce al príncipe coronado de Arabia Saudita, Mohamed bin Salmán. El otro es Milei. En ninguno de los dos casos se habla de figuras que se caractericen por su pluralismo, aprecio por la división de poderes, limitación en el poder o respeto a la libertad de expresión. A la banca no le importa esto. Quiere un gobierno que se muestre fuerte. ¿Con una república más débil? Posiblemente. Tal vez se esté fortaleciendo el Gobierno y ello resulte en la pregunta: ¿Se debilita la república?
¿Qué rasgo habla más sobre la fortaleza de Milei? La división de los otros. Como siempre que se establece un nuevo liderazgo en la Argentina, lo que se experimenta es una fragmentación, y aparecen sectores que se reacomodan y van en busca de un acuerdo con el poder. Este fenómeno se extiende en todo el panorama ajeno a La Libertad Avanza (LLA). El primer lugar donde se puede observar, el espacio en el que más opera el Gobierno, es el Pro. Es evidente que Juntos por el Cambio estalló en 40 pedazos. Pero cada uno de los socios dentro de esa coalición está dividido. El oficialismo no solo se beneficia de esa división sino que la estimula. Por ejemplo, cooptó a una parte del Pro al incluir en sus filas a Patricia Bullrich y Diego Valenzuela. También fue por personas ligadas a Mauricio Macri como Cristian Ritondo y Diego Santilli, que tienen los nudillos machucados de tanto golpear la puerta de la Casa Rosada. En algún momento serán admitidos a cambio de su sometimiento, característica fiel al estilo del Gobierno. ¿Querés ser amigo? Tenes que dar todo. Esto plantea una dificultad entre Milei y tanto Mauricio Macri como su primo Jorge. Si nos detenemos en la expresión más clara del oficialismo nacional en la ciudad de Buenos Aires, que es Karina Milei y el bloque en la Legislatura porteña, observamos que realiza una oposición bastante hostil al Ejecutivo porteño. Se enojaría mucho Milei si Mauricio Macri, con sus diputados y senadores, llevara ese tipo de oposición al Congreso de la Nación. El intento por capturar a un sector de Pro tiene algún parecido con otro intento que fue exitoso en su momento: la pretensión de Néstor Kirchner de capturar a un sector del radicalismo en el comienzo de su gobierno.
Todo esto le interesa al oficialismo porque Milei se ve fortalecido por el clima financiero y confía en que, de ahora en adelante, solo vienen buenas noticias. Y que desde esa plataforma, que le da la economía y el éxito administrativo, se propone ser el líder monopólico de todo lo que vaya del centro a la derecha. Allí reside el conflicto con Macri y el Pro. En eso se basa la discusión electoral. La Libertad Avanza quiere encabezar la lista de legisladores en CABA y PBA el año que viene, en la casa de los Macri. Entienden que el triunfo tiene que ser del gobierno nacional. El macrismo está en un problema porque tendría todo el derecho como oficialismo a encabezar la lista de senadores. Pero Milei dice no. Y sobre todo Santiago Caputo dice no.
El Pro tiene otro desprendimiento sigiloso, que es el de Horacio Rodríguez Larreta, cuya gestión como alcalde se recuerda luminosamente. Larreta está pensando en ser candidato a senador por fuera probablemente. Habría una fragmentación que haría que el Gobierno se sienta más fuerte con su minoría, postulando seguramente a Manuel Adorni o a Patricia Bullrich, alguien del propio partido de Macri. Por encima de lo que parece ser cordial hay un conflicto importante. Si uno se pone a hacer memoria, es el mismo que tenían Kirchner y Duhalde. Terminó todo mal. En el fondo, Milei está siguiendo el manual de Maquiavelo, que decía que lo primero que hay que hacer al llegar al poder es cortar la cabeza a los que ayudaron a llegar. Con Macri parece ir en esta línea, con toda cordialidad.
Hay una foto muy interesante. Santiago Caputo con un grupo de militantes muy ligados a él, entre los que están Nahuel Sotelo y Agustín Romo. Si ponemos una lupa, vemos El mago del Kremlin, la novela escrita por Giuliano Da Empoli, que la semana pasada estuvo en Buenos Aires. También escribió Ingenieros del Caos, un ensayo en el que caracteriza la nueva política de las derechas en el mundo. Cuando miramos a Caputo, uno debería creer que esta línea por la que pretenden sustituir al Pro como representación de los sectores medios de centro y centroderecha, no es nada más que una puesta a lo que fue la primera hipótesis de trabajo que él tuvo en 2018. Trabajaba para Macri, vía Durán Barba y Rodrigo Lugones. Se le reconoce haber tenido la intuición de decir que se bajaba de la nave por creer que el electorado ya le bajó el pulgar a Macri. Y lo vio a Milei. Fue cuando no lo veía nadie y el Presidente era un panelista de programas de televisión. Apostó y le fue bien; esta es la razón por la que Milei está tan reconocido a Caputo. Es parte de su gigantesco narcisismo.
Daría la impresión de que Caputo sigue esa línea de decir que el Pro está agotado. Y ahora van a terminar de agotarlo avanzando sobre su electorado. Ellos miden 30% en la Ciudad y Macri 15%, según números del Gobierno. En provincia, 30% contra 5%. Caputo, que es Milei, considera que no les pueden pedir la mitad de la lista. ¿Y si Macri arma su propia lista en PBA y el Gobierno pierde con un peronismo fortalecido por una situación social que no termina de despegar? Es un escenario riesgoso. La idea de un triunfo peronista-kirchnerista el año que viene en la provincia podría anticipar un regreso. El mercado también quedó escaldado con esa costumbre argentina de que el péndulo ya vuelva a lo conocido. Todo esto está en el panorama de estas divisiones que se dan en el terreno vecino a La Libertad Avanza.
Pero también hay fisuras interesantísimas en el PJ. Hay una fractura que llega al juzgado de Servini de Cubría entre Cristina Kirchner y Ricardo Quintela, el gobernador de La Rioja, que desafía al kirchnerismo para la presidencia del PJ. A Quintela le reprochan no contar con los avales suficientes para presentar la lista según la normativa electoral. Hay una cantidad de avales que dicen que no tiene. Además, los que tienen ofrecen tantas deficiencias en documentos de identidad, firmas no verificables, etc., que puede no ser vinculado. El de Salta es un peronismo que de golpe quiso ser ultraprolijo en materia institucional. Coincide la junta electoral con la posición de Cristina Kirchner.
Jorge Yoma, apoderado de la lista de Quintela, acaba de decir que Cristina se robó los avales y La Cámpora tomó la sede del PJ, donde opera con total arbitrariedad. Ellos quieren ir al Juzgado de Servini y que ella recomponga todo el calendario electoral y convoque a una nueva elección más adelante con la idea de que les va a dar más tiempo para constituirse territorialmente y enfrenar a una Cristina que puede ganar. Ahora bien, Cristina dice que esto no es una pelea solamente por la conducción, que no es una querella tan inocente. Ve un nombre que sobresale en los avales y en la lista que presentó Quintela para su esquema: Carlos Caserio. Es un hombre del gobernador Llaryora, de Córdoba. Cristina ve gente de Salta que representa al gobernador Sáenz, a Jaldo -de Tucumán- que pone nada menos que al presidente del bloque oficialista de Diputados de la Cámara de Tucumán. Gente de Passalacqua, de Rodríguez Saá… Cristina sospecha que Quintela es el caballo de Troya para la construcción de un juego político nuevo. Una fuerza de centro que libra una batalla en el PJ pero también sirve al Gobierno. Detrás de esta lista puede haber una fractura en los bloques del Congreso. Están los que creen que la fractura la provocó Cristina porque puso en su lista y embanderó con su facción a Germán Martínez, presidente del bloque de Diputados del peronismo, y a José Mayans, en el Senado.
En este contexto aparece un movimiento de Yoma, que ayer fue a visitar al jefe de Gabinete, Guillermo Francos. Fue por una deuda del Gobierno con la provincia de La Rioja, de la que Yoma es abogado. Son 320 millones de dólares que para la provincia es muchísimo. Parte de ese dinero es una deuda de los últimos tres meses de Massa y otra de este año. Es un castigo por la disidencia de Quintela respecto a Milei y por una posible influencia de los Menem, en el marco de una guerra territorial. Yoma, que es simpatiquísimo, le explicó a Francos algunos criterios de José Yoma, su padre, como lecciones financieras. Le decía que tiene que reconocer cuando alguien tiene una deuda, que le reconozca el 50%, porque ya con eso se puede pedir crédito. Deuda reconocida es una deuda pagada en un 50%. Lo otro que le decía era que cuando vaya a pedir plata vaya con traje para dar sensación de que se la va a devolver. Este lunes Yoma se puso un traje después de años. Lo curioso es que no fue a ver al secretario de Hacienda o al ministro de Economía, sino al que maneja la política. En esa reunión se habló de la eventualidad de una reunión entre Quintela y Milei. ¿Hay una aproximación de los riojanos al Gobierno? ¿Es parte de esta negociación financiera-fiscal? ¿Tiene razón Cristina? ¿Hay una operación mediante la cual el Gobierno quiere generar una fracción? Acá entra una figura importantísima: Axel Kicillof. Llamó a Quintela para ver cómo le había ido a Yoma.
La pregunta es: ¿detrás de la lista que enfrenta a Cristina en el PJ hay una reconfiguración de todo el sistema y hay un peronismo amigable con el oficialismo? Y otra pregunta: ¿quién es Kicillof? Tan tirado hacia la izquierda y dogmático, ¿podría ser un candidato que se corra al centro y lidere a todo este peronismo federal? Una especie de liga de gobernadores. Estamos hablando de la gobernabilidad que busca Milei, que no tiene fuerza parlamentaria en ninguna cámara. Una nota muy interesante de Claudio Jacquelin, en La Nación, describió que gira en torno al concepto de hegemonía, que no es para nada liberal. Es de la derecha o de la izquierda. Ahí Caputo dice que van por todo, porque todo el recorrido de fortalecimiento va a terminar en una reforma de la Constitución. El tan alberdiano Milei quiere reformular la Constitución. Es la primera vez que se habla abiertamente de esto.
Hay quienes dicen que hay mucho diálogo entre Wado de Pedro y Santiago Caputo a través de Guillermo Garat, que está en el área de relaciones públicas de YPF. Hay un mensaje rarísimo, dos veces emitido. Máximo Kirchner dijo que el Presidente tiene todo el derecho del mundo de emitir decretos de necesidad de urgencia y no hay derecho a patalear. ¿Hay acuerdo secreto entre el Gobierno y el kirchnerismo? ¿Se quebraría si las conversaciones entre Yoma y Guillermo Francos avanzan? Nosiglia suele decir que no hay acuerdo posible cuando hay tres, los acuerdos son de dos. Se rompe todo. Y acá hay tres: el Gobierno, el kirchnerismo y un peronismo no kirchnerista, con la particularidad de que podría llevar a Kicillof como candidato. Máximo le dice a su madre todos los días que le avisó que Kicillof era un traidor.
Esta hegemonía se constituye con resortes del Estado. Por eso hoy está generando una enorme alarma la reorganización del órgano recaudatorio. ¿Quién iba a decir que a Milei le iba a interesar tanto el aparato de cobro de impuestos? ¿Seguirá siendo anarcocapitalista el Gobierno o lo de anarco va perdiendo fuerza? Las designaciones conflictivas de Andrés Vázquez, a quien en la Corte miran de reojo porque no les gusta, ¿son hechas para apretar contra ellas ante un fallo? En grandes empresas, el sector impuesto de las corporaciones argentinas está inquieto por lo que parece una especie de restauración muy opaca de la DGI dentro de lo que ahora se llama ARCA. En la Aduana también. Mientras tanto, el marketing dice que cambia todo. Principalmente que echan gente y les ofrecen jubilación. Acá hay un problema porque aparentemente las jubilaciones serían con los 20 sueldos del mejor sueldo cobrado. Mucha gente que está cobrando dinerales de la AFIP se apunta a jubilarse antes de que venga el recorte de sueldos que el mismo Gobierno promete. Se estaría yendo la gente más capacitada y quedarían los de planta permanente que designó el gobierno anterior, que es de lo que se queja el gobierno actual. Serían los que terminan manejando esta agencia, con personajes traídos del pasado. Un Gobierno que dice que quiere jubilar gente con la nueva AFIP y trae, por ejemplo, para gobernar Ezeiza a Gustavo Araujo, que fue jubilado por el gobierno anterior el año pasado. ¿Cuál es la renovación? No se entiende bien. Los traen del pasado. Puede haber problemas de funcionamiento.
Hay gente que tiene sus reservas. El decreto 953/2024 reorganizó lo que era la AFIP para crear ARCA. ¿Quiénes lo firman? Javier Milei, Guillermo Francos y Patricia Bullrich, que subrogó al ministro de Economía que no estaba en el país. El decreto 954/2024 oficializó las designaciones de Vázquez y Velis. Tiene solamente las firmas de Milei y Bullrich. ¿Dónde está Francos? ¿Se fue? ¿No quiso dejar su rúbrica? Curioso. Con respecto a las designaciones de los subordinados de ambos en ARCA, muchos de los cuales son restauraciones también de gente que viene del pasado, fueron autorizadas con la firma de Andrés Vázquez. No la firmó la titular de ARCA, Florencia Mizrahi. Aparentemente se negó. Las reservas no están solamente en las empresas, Justicia o medios de comunicación. Hay reservas en la propia ARCA y del propio Gobierno respecto de lo que hace el propio Gobierno. ¿Hay una interna entre Santiago Caputo, dueño de toda esta reorganización política, con los funcionarios técnicos? ¿Hay una politización del órgano recaudatorio que produce resquemores en quienes no quieren firmar? Lo veremos con el tiempo.
Algunos se preguntan por una persona y un tema en particular: Sergio Blanco, el encargado de sistemas de todo este nuevo aparato. Es el que manejará la posibilidad de que se acceda o no, desde el punto de vista digital, a información sensible. Entre otras, datos vinculados al blanqueo. La otra cuestión está vinculada a las tabacaleras. Pareció ser el primer interés de Vázquez cuando llegó. La Tabacalera Sarandí, pero también las distribuidoras que responden a otras tabacaleras y que plantean un problema recaudatorio importante: declaran un precio delante de la AFIP o ARCA y en el kiosco es superior el valor de venta. Hay que reglamentar la ley del tabaco. Ahora Juan Manuel López hizo un pedido de informes para ver si se está reglamentado o no. Desde la AFIP, ahora ARCA, se comprometieron a hacerlo. Ya no hablan más del tema. Parece que es una evasión fiscal de más de US$600 millones por año. A un Gobierno que le interesa tanto recaudar, y repuso el IVA a los medios, tendría que prestarle atención a esta evasión del sector tabacalero.