Un repaso por la carrera del titular de la Corte Suprema y del Consejo de la Magistratura; sus gustos y preferencias, su vínculo con el kirchnerismo y su posición de cara a lo que se viene
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Lo repito: el doctor Horacio Rosatti es el hombre más poderoso de la Argentina. Concentra las presidencias de la Corte Suprema y del Consejo de la Magistratura. Cristina lo considera su principal enemigo. Lo odia y también le tiene pánico. Sabe que Rosatti, ya demostró que es incorruptible y que mantiene su independencia a rajatabla. Algo de eso dijo anoche la doctora Elisa Carrió, y agregó que la presidenta de facto “va a ser condenada por la obra pública”.
La jefa espiritual de la Coalición Cívica dijo que lo conoce hacer 40 años y fue la que convenció a Mauricio Macri de proponerlo para la Corte. Rosatti no es muy conocido pero tuvo un gesto de honestidad que marcó su carrera. Está formado en la matriz del peronismo y por eso fue ministro de Justicia de Néstor Kirchner. Pero renunció en forma inesperada porque no quiso poner su firma en la corrupción y los sobreprecios y coimas de las obras públicas en general y en la construcción de las cárceles en particular.
Los Kirchner, como todo gobierno mafioso y cleptocrático, consideran una traición a ese tipo de actitudes de honradez y de no complicidad. A partir de ese momento le hicieron la cruz. Cristina y Néstor lo conocieron en la convención constituyente de Santa Fé en 1994. Cristina, la joven legisladora provincial por Santa Cruz fue vice presidenta tercera y Rosatti vicepresidente, por pedido de Reutemann. Cristina hoy lo tiene en la mira y le dispara todo tipo de misiles pero en aquel momento, Rosatti era un compañero. Había sido intendente de esa ciudad por el partido Justicialista. Fue funcionario de los gobernadores Jorge Obeid y Carlos Reutemann.
Sin embargo en su despacho tiene dos retratos que muestran su amplitud ideológica: Bidart Campos, su profesor y el ex presidente Raúl Alfonsín, el padre refundador de la democracia. El grupo de tareas de Cristina le dijo de todo. “Asaltó el Consejo como si fuera Rambo”, planteó Parrillitudo, como Cristina le dice a su mayordomo. “Napoleón de Pacotilla”, disparó Leopoldo Moreau, un mediocre estudiante crónico de derecho.
Página 12 hoy se burló de Rosatti comparándolo con el “Yeneral González”, un personaje de Alberto Olmedo. Rosatti se apoya en su excelente formación académica e intelectual. Fue el abogado más joven en recibir su título en la Universidad del Litoral. Su orgullo es la tesis que presentó en la UCA para recibir el título de “Doctor en historia”, algo que siempre le interesó. Analizó 600 sentencias de 30 años para su ensayo sobre “El lenguaje de los fallos” y está supervisado por una eminencia académica como el doctor Fernando Devoto. Tiene una novela sobre la Constitución de 1853 titulada “El molde y la receta” y una trilogía de ensayos sobre la muerte, el prejuicio y la justicia.
Para un hincha de Boca como quien les habla, su obra cumbre en cuatro tomos es “Cien años de Multitud”, un trabajo minucioso y apasionado sobre el equipo xeneixe. Su pasión lo llevó a recibir un botín autografiado por Silvio Marzolini. Santafesino de veras, todos los fines de semana, viaja 450 kilómetros para encontrarse con su familia, Ana, su esposa y los 4 hijos que ya le dieron nietos. Antes de integrar la Corte, hacia ese trayecto en el micro de Flecha Bus. Sus compañeros le llaman “El Brigadier” por Estanislao López, el caudillo del litoral.
Rosatti tiene perfil bajo pero muchas pasiones. Es coleccionista de monedas y objetos de la segunda guerra. Y admirador del cine de Leonardo Favio y de los Redonditos de Ricota, antes de que el Indio Solari se hiciera tan cristinista. Hasta tiene fotos con ellos. Apoyo esta columna en la mejor semblanza que se escribió sobre Rosatti. Otro abogado santafesino y periodista de ley, Carlos Claa la publicó en la revista “Noticias”. Vale la pena conocer a fondo a quien ocupa lugares de tanta relevancia institucional.
Rosatti tuvo su momento de gloria charlando con Adolfo Bioy Casares y como estudiante se destacó en el Juan José Paso. Hizo quinto año libre en el secundario del Industrial Superior. Rosatti será presidente de la Corte y el Consejo hasta el año que viene. Apenas asumió fijó una regla: “Diálogo entre poderes, sí. Injerencia, no”. Se bancó calladito la patoteada del ineficiente ministro de justicia adicta, Martín Soria cuando visitó la Corte y los retó como chicos. Ellos hablan por sus sentencias. Y hoy más que nunca. Ha concedido muy pocas entrevistas. La última fue en La Nación más, a nuestro compañero Carlos Pagni. Allí, sobre el planteo de Soria dijo que “No hizo ninguna referencia a ninguna causa concreta que estuviera a fallo del tribunal. Porque en ese casi si, se le hubiera mostrado la puerta de salida”.
En ese reportaje Rosatti confirmó que el objetivo del fallo de la Corte es que en el Consejo “haya equilibrios y no hegemonías”, al revés de la ley que declararon inconstitucional. Rosatti habla por sus fallos. Muestra firmeza, trayectoria profesional, independencia y manos limpias. Eso aterra a Cristina. Por eso lo odia y le tiene pánico. Lo considera su principal enemigo.