El exitoso expresidente de River Plate sigue cerca el club de sus amores, aunque no quiere volver a dirigirlo, en cambio planea seguir su carrera en la política
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Rodolfo D’Onofrio, presidente de River Plate durante ocho años, mira el Monumental desde su oficina sobre la Avenida del Libertador. Nunca se termina de ir del todo y siempre está atento a la continuidad de la gestión y a lo que él mismo representa al club como uno de los vicepresidentes de la AFA. Lleva en la sangre la dirigencia de ese deporte (su abuelo fue presidente de Ferro; su padre, interventor en la AFA y su hija Clara integra la comisión directiva del club de Núñez).
Poco propenso a dar entrevistas exclusivas, D’Onofrio hizo una excepción con Hablemos de otra cosa, el programa de LN+ que conduce Pablo Sirvén.
“Ocho años son más que suficientes para un presidente dentro de un club. Estoy muy orgulloso de haber podido darle todo el tiempo de mi vida a River”, señala y promete que no intentará volver. Ahora D’Onofrio apunta hacia la política.
“Cuando llegamos a River -rememora-, el club estaba en coma ocho. Hicimos una auditoría y encontramos cosas que nos llamaron la atención”, dice. La batalla judicial por el esclarecimiento de esos hechos sigue su curso. “En River armamos un equipo, tuvimos un proyecto y lo pusimos en marcha. Me siento absolutamente identificado con todo lo que se está haciendo y las obras que están programadas”, continúa.
Considera que Marcelo Gallardo es un gran conductor. “Un líder que conformó un grupo de jugadores que está unido. Es una persona que tiene valores, concepto del esfuerzo y del trabajo. Tiene muy claro qué es lo que quiere”, describe.
En relación a la relación que mantuvo con el equipo, el exDT asegura: “Acompañé siempre, pero nunca entré al vestuario porque es el mundo de los jugadores. Eso me lo enseñó Enzo Francescoli”. Enseguida suelta una de sus primeras máximas: “Podés ganar o perder, pero es más probable que ganes si hacés las cosas como equipo”.
Pero no todo es fútbol. “River es un club de una dimensión enorme; tenemos cincuenta deportes y un colegio con 1200 alumnos”, detalla. Según observa, el fútbol y la política no son tan diferentes. “Cuando llegás a un gobierno, o a lo que fuere, tenés que rodearte de los mejores”, sentencia. Y agrega: “Después de la auditoría dijimos que no había que hablar más del pasado y mirar hacia adelante. La gente te elige para que le soluciones los problemas, no hay que hablar más del otro. Todos los gobiernos te hablan del pasado y le echan la culpa al anterior”.
D’Onofrio es economista y por eso la conversación deriva en la coyuntura de la Argentina en materia de finanzas públicas. “Es imposible tener un país que no tenga una moneda. Desde la época de los romanos que se fracasa con el control de precios. Si en casa se gasta más de lo que ingresa vas a tener problemas. En un país pasa igual”.
También se refirió al problema de los barrabravas. “Desgraciadamente algunos barras son famosos, caminan por la calle y la gente les pide autógrafos. En 2019 fui a ver a Patricia Bullrich y a Diego Santilli para proponerles terminar con la barra de River y con tecnología pudimos hacerlo. Tuve algunas amenazas por sacar a los barra. A veces la propia gente de los estadios festeja que la barra llegue porque son los que dirigen el canto de todo el estadio. Intentamos que otros hinchas ocupasen su lugar, pero no quisieron por miedo”.
Habla también del invierno de 2019 cuando River llevó adelante en su estadio una acción contra el frío intenso, conjuntamente con Juan Carr y Red Solidaria. “Lo que dicen sobre Juan Carr es típico de los extremos del país. Me parece de una mente perversa creer que lo de Juan Carr fue un acto político”, se enoja.
Simplemente dejó de hacerse allí porque, según D’Onofrio, aunque se le ofreció al gobierno de la Ciudad seguir con el emprendimiento en los inviernos posteriores, el equipo de Horacio Rodríguez Larreta resolvió adoptar una nueva modalidad de trabajo en otros lugares. “Detesto la grieta. Como autoridad del club hay una relación con el gobierno nacional como con el de la Ciudad. Sin un consenso general es imposible que salgamos de la situación crítica que estamos viviendo”, opina.
Recuerda de sus épocas en el Colegio Nacional Buenos cuando fue celador de Mario Firmenich y Carlos Ramus, futuros miembros de la cúpula de Montoneros.
Con respecto al Mundial es bastante optimista. “El presidente de la AFA está haciendo un muy buen trabajo con el seleccionado argentino. Y lo de Lionel Scaloni es extraordinario no solamente por ganar partidos; formó un equipo. Creo que tenemos un nivel en la selección para competir en el Mundial. Nunca lo vi tan feliz a Messi. ¿Podemos ganar el Mundial? Podemos. ¿Es seguro? No, ya que hay riesgos porque los demás juegan y hay grandes equipos”.
Con respecto a la rivalidad eterna del equipo millonario con Boca dice que tiene que estar circunscripta a la cancha y que no puede convertirse afuera en una guerra de agresiones. “Con Boca tenemos que ser hermanitos todo el día. River y Boca representan más del 70% de hinchas de fútbol”. Somos las dos locomotoras del fútbol argentino”, se ufana.
“No puedo hablar de candidaturas con todos los problemas que hay, pero la vocación la tengo”, admite. Pero advierte: “Hay más candidatos a cargos que personas que hablen de solucionar problemas”.
Tampoco quiere hablar de las fotos que trascendieron de él junto a Zulemita Menem en Roland Garros y en otros lugares, pero el tema igual se cuela indirectamente.
-¿Mejor presidente de la democracia que el año próximo cumplirá cuarenta años de vigencia ininterrumpida?
-Para mí fue Carlos Menem.
- ¿Te imaginás en un cargo ejecutivo?
-Mi voluntad es comprometerme y hacer algo. Después vemos qué. Yo quiero devolverme a mi querido país todo lo que me dio. Tengo vocación y voy a hacer algo cuando las cosas marquen que sea el tiempo para hacerlo. No es el momento. Dejemos que el tiempo transcurra.
-Estarás bajo la lupa…
-Son los riesgos que tenés cuando nos comprometemos. Siempre hay un costo.
-¿No tenés miedo de que se metan en tu vida privada?; ¿no te está pasando ya?
-Pero me pasa por ser un hombre público y eso hace que uno pierda parte de la privacidad de su vida y que, de alguna manera, sea nota sacar una foto para hacerla pública. Es parte del juego cuando uno empieza a ser conocido por mucha gente. Pero cuando uno se siente feliz de lo que hace, dejá que ladren.
Hablemos de otra cosa se emite los sábados, a las 22, por LN+
LA NACION