El editorial de Willy Kohan en Somos Nosotros, por LN+
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Lamentablemente, el Gobierno no logra frenar el ritmo de contagios ni el de muertes, que están en valores que no dejan de aterrar día tras día. En términos objetivos, más allá de todas las peleas, tampoco mejora el ritmo de la vacunación. Está ocurriendo algo sorprendente: a pesar de que -efectivamente- llegan más dosis, y de que el Gobierno anuncia el arribo de millones y millones más, en la práctica parecería que hay algún problema. Las vacunas no se suministran al ritmo necesario, además de la crisis que ha estallado en función de la necesidad de las segundas dosis.
Sin vacunas, y manteniendo el cepo a las que provienen de los Estados Unidos, el Gobierno se ha visto en la necesidad política de abrir la cuarentena, las escuelas y la actividad económica. Sin vacunas, y sin la posibilidad de potenciar el aislamiento, los contagios y las muertes se están multiplicando.
Uno tiene la sensación de que están bajando los testeos, no los contagios. Pero la cantidad de muertos aumenta día a día.
Por lo tanto, la situación parecería ser que, con aquel volantazo que dio el Gobierno mirando las encuestas, se abre todo de la noche a la mañana, con la apuesta de una vacunación masiva. Militante. Pero eso no está disponible, y la estrategia está teniendo dificultades porque los contagios y las muertes no frenan.
Desde los sectores más identificados con la liga bonaerense (sobre todo, con Axel Kicillof), vuelve la preocupación porque se genere una situación que, agravada por la amenaza de la variante Delta, sea de difícil control en el conurbano. Aparentemente, otra vez el gobernador de Buenos Aires está advirtiendo a Cristina Kirchner y a Alberto Fernández que la cosa puede estar muy complicada.
Políticamente, parece imposible volver a Fase 1. Ante eso, aparece la reacción del sector más radicalizado -de izquierda- de la coalición de Gobierno, que se referencia en Cristina. Ahora, directamente, han cerrado los pocos vuelos que había en la Argentina, donde entraban y salían apenas dos mil personas por día. Pero la Argentina ya estaba cerrada.
Las compañías aéreas habían pedido que, en lugar de dos mil pasajeros por día, fueran tres mil; y se propuso que lleguen por Ezeiza y por Córdoba.
En este contexto, apareció este sector radicalizado del Gobierno, en esta caso Florencia Carignano, que dirige Migraciones. Ella, en su momento, había amenazado con perseguir a los venezolanos que habían venido refugiados del régimen chavista en la época del presidente Mauricio Macri. Entiendo que también es una militante de La Cámpora, y responde a Eduardo De Pedro. Cometieron la salvajada de dejar a la Argentina prácticamente sin vuelos, generando un caos, en una medida anticonstitucional, que no existe en ningún país porque ninguna nación impide el regreso de sus ciudadanos.
Esto afecta además la carga áerea, de la cual un 60% viene en aviones de pasajeros. Hay también insumos médicos críticos que no entraron al país. La pregunta es: ¿este sector radicalizado responde a Cristina Kirchner o a Axel Kicillof? ¿Es el sector que va a seguir gobernando y tomando más influencia? Esto es importante para las expectativas económicas.
El mundo percibe que hoy cierran los aeropuertos y que mañana -tal vez- cierran los bancos. Además, este sector tan radicalizado, tan de izquierda, marca la política exterior respaldando dictaduras, como la de Cuba y Nicaragua. ¿Este es el sector que va a seguir gobernando en la segunda parte de la administración de Alberto Fernández? Lo más probable es que la crisis económica y social de la Argentina, después de las elecciones, sea peor que ahora. Entonces, ¿quién va a gobernar esa crisis?
¿Qué hará el Gobierno si la brecha cambiaria sube y el dolar se dispara otra vez? ¿Van a reconocer la situación? ¿Van a devaluar? ¿Van a seguir persiguiendo a los que generan y tienen dólares? Son cuestiones que tienen mucho que ver con lo que va a pasar en las elecciones.
En definitiva, el resultado electoral puede ser el que ponga un límite a la radicalización de un sector de la política que plantea seguir estatizando. Más Estado, más impuestos, menos empresas.
Después de las elecciones, ¿Martín Guzmán va a negociar con el Fondo Monetario Internacional? ¿O va a venir alguien más representativo del Instituto Patria y del pensamiento de figuras como Fernanda Vallejos o el propio Kicillof? Son cuestiones que importan mucho.
Y, por eso, cómo se arme el frente electoral en el oficialismo y en la oposición es un tema relevante. Ya hay un equipo económico hasta de Facundo Manes. Ahora, esta disputa electoral significa si habrá límites, o no, a las ideas locales.
¿La oposición irá junta o separada? No es lo mismo. Hay una cuestión matemática de la que vamos a empezar a hablar mucho, que es el sistema D’Hondt. Si hay un frente opositor unificado, sacará más diputados que si se presentan como dos partidos separados. Es un tema importante. Y, como viene la mano, la oposición está más para dividirse que para unificarse.