El editorial de José Del Rio en Mesa chica, por LN+
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Los dólares están absolutamente en todos lados en nuestra bendita Argentina. El valor récord que se vio este martes con el blue es muy importante, más allá de que algunos digan que se trata de un mercado de unos pocos.
Entre los ejemplos que reflejan la importancia de la moneda estadounidense en nuestro país podemos destacar que cuatro de cada 10 autopartes utilizadas para la producción local de pick ups o productos ya terminados vienen del exterior. De igual modo, el 65% de las drogas que tienen como destino los laboratorios para su producción de medicamentos no hablan castellano, sino que demandan dólares. Así, el 90% de los celulares y de los LCD que dice “Fabricados en Tierra del Fuego” cuentan con tecnología importada.
Sumado a esto, el grupo Techint, uno de los principales fabricantes de tubos de acero sin costura en la Argentina y el mundo, necesita importar minerales de hierro para poder abastecer a sus mercados internacionales. Lo mismo sucede con la historia de Arcor: requiere de un cacao que no se produce a nivel nacional, pero que sus chocolates llegan a nuestros kioscos.
Seis de cada 10 insumos que se importan no tienen un proveedor local que pueda abastecerlos y necesitan dólares. y nueve de cada 10 grandes industrias utilizan al menos un insumo importado. En ese sentido, al 67% de las PyMEs les resulta imprescindible tener un proveedor en el exterior que pueda abastecerlos.
Contrario a lo que se quiere instalar a simple vista, la mayoría de las importaciones de la Argentina están destinada a la producción; ni a especuladores ni a quienes quieren desestabilizar a un grupo. Y así lo muestran los números:
- Más de 7 mil millones de dólares fueron a bienes de capital en 2020 (es decir, a la maquinaria)
- Más de 16.700 millones de dólares fueron a bienes intermedios (es decir, insumos para las maquinarias)
- Alrededor de 7500 millones de dólares van para piezas y accesorios para bienes de capital
A eso se le suman las importancias en energía, y cabe decir que la mitad de este valor está vinculado con la industria.
Entonces, hacé las cuentas: dicen que el tipo de cambio ilegal es un tema de pocos, pero un 77% de los dólares que van para importaciones tienen que ver con lo que se produce. En relación a esto, es importante destacar que en 5 meses de este año las importaciones crecieron un 42%.
En este contexto, se viene a nuestro país una realidad: la del supercepo, que hoy empezó a impactar no solo porque impacta a los dólares del sistema (que no están), sino que tampoco permite que esas monedas estadounidenses lleguen al país.
Esa medida se ve en el mercado ilegal y pone a esta divisa en el centro de la escena. Cada vez que en la historia argentina aparece el dólar demuestra que esa moneda ilegal sigue subiendo. Y es ahí donde se conecta el laberinto de la economía: el mercado informal (que -ciertamente- es chico) y el mercado formal (es decir, el de la economía real).
Según el economista Tomás Bulat, el dólar blue es un bien más de la economía. Entonces, si todos los precios aumentan un 50%, de acuerdo con la proyección que se estima para la inflación de este año, es muy factible que ese dólar blue suba. “Dime la inflación que tenemos y podré decirte el dólar paralelo que tenemos” (frase del libro Economía Descubierta, de dicho especialista).
Es por eso que el cepo es la trampa letal para los planes económicos. Más cuando ese plan no existe. Cuando un bien comienza a escasear porque más personas lo quieren tener y menos lo ofrecen pasan dos cosas ante la suba de su valor: o hay más vendedores o hay menos compradores.
Hay más. Tal vez lo más importantes de aquello que afecta al dólar blue es el factor expectativas, algo fundamental en la economía. Esto significa que, si sos una empresa, no podés acceder a dólares para pagar tus vencimientos porque tenés el supercepo y el dólar ilegal. Así, no podés pedir más financiamiento, mucho menos podés obtener crédito, tampoco podés mandar ganancias a tu casa matriz si sos un inversor internacional, ni tampoco podés convencer a tu casa matriz de que traigan un dólar a la Argentina que no se podrán llevar. Esto genera un círculo vicioso de desconfianza donde todos los actores relevantes terminan hablando del dólar.
Ayer, al conversar con el exministro Hernán Lacunza me confesaba un secreto a voces: el cepo es una normalidad que se impone para una hemorragia y no algo permanente. Este Gobierno hereda un microcepo y tiene que preguntarse por qué el torniquete para esa sangría se convirtió en algo de largo plazo. Mientras ese cepo exista no van a venir más dólares ni tampoco podrán salir. Por eso, los cepos siempre tienen que ser temporales.
Es muy común que el kirchnerismo trabaje sobre el síntoma y no sobre las causas. Acordate del Indec; de las recientes medidas en torno a la carne; y de la final de la Copa América donde, en medio del partido, se borró una parte del dólar para que ese control no aparezca. Acordate también de lo que pretendía Cristina Kirchner con la ilusión monetaria: esas billeteras llenas de billetes de $100 que no te alcanzan para nada.
Lacunza me tiró ayer una frase terminal: “Estamos generando una represa en una llanura donde el dólar, como el agua, va a terminar escapando”. Los efectos se ven sobre el dólar paralelo, pero no tanto en los precios porque los precios transables están regulados sobre el dólar oficial.
Sin embargo, sí incide sobre las expectativas y, por eso, si sos exportador querés que el tipo de cambio sea el más alto. Si por el contrario sos importador querés traer antes las importaciones y anticipar las compras. Así es como se contamina el mercado oficial de divisas y como también empieza a correr la pelota de las reservas netas del Banco Central, que son de 7500 millones de dólares.
En el primer semestre se pudieron recomponer reservas mediante el enemigo del Gobierno: el campo, principalmente por la soja. Entramos en una época de abundancia relativa de divisas norteamericanas para pasar a una escasez relativa porque la cosecha gruesa ya va a aminorarse.
Como en una casa, si entrás en un flujo donde cada vez gastás más pero ingresa menos dinero, en algún momento las cuentas no te van a cerrar. No es que hay un colapso cambiario inminente o una situación de riesgo brutal, pero sí hay un dólar que volverá a ser noticia. Estas monedas de Estados Unidos vienen por las importaciones, por la inversión extranjera que no existe y por el crédito internacional (cuestión que en el mundo no es mala palabra).
La Argentina está cada vez más sola. El Banco Central es el único que aporta dólares. Cabe recordar, entonces, a Néstor Kirchner cuando tenía su superávit gemelo. El expresidente siempre basó su modelo de la libreta en que las exportaciones fueran mayores a las importaciones y que el gasto fuera menor a los ingresos. Ese era su modelo, pero su sucesora, Cristina, no pudo mantenerlo y los números no le cerraron.
La realidad de este dólar caliente que llegó para quedarse la vas a tener por mucho tiempo. Es el reflejo de un deterioro en el gasto público que confirma que el ajuste de Martín Guzmán está llegando a su fin ante las elecciones, novedad que difundió en las últimas horas el ministro de Economía.
También está la buena noticia de que hay más exportaciones que importaciones, pero lo cierto es que en una economía donde se eliminaron 13 ceros de la moneda en 40 años, el peso de nuestro peso es cada vez más liviano.