El gran maestre Pablo Lázaro participó de una entrevista con Hablemos de otra cosa, por LN+, y explicó que no se trata de una religión sino de “una institución formadora de personas”
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Fueron masones José de San Martín y Manuel Belgrano, George Washington y Simón Bolívar, Domingo Faustino Sarmiento y Bartolomé Mitre. También Goethe, Voltaire y Beethoven, entre muchísimas otras notables personalidades de distintas épocas y latitudes. Pero, ¿qué es ser masón?, ¿qué es la masonería?
Para adentrarse en ese mundo desconocido y misterioso, de códigos secretos y simbologías extrañas, Hablemos de otra cosa visitó y recorrió la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, en la calle Perón al 1200, en pleno centro porteño, una suerte de central masónica, como si fuera la “AFA” de la cantidad de logias diferentes que hay esparcidas por todo el país.
“La masonería no es una religión -aclara el gran maestre Pablo Lázaro en el comienzo de su entrevista-, no está permanentemente buscando hablar de la trascendencia. La masonería se ocupa fundamentalmente del aquí y ahora. Es una institución formadora de personas”.
Según detalla Lázaro, “Masón es un derivado de la palabra ‘constructor’ en francés”. Es que en sus comienzos, hace un par de siglos, solo eran aceptados los miembros de la construcción. De ahí que su principal emblema sea el compás y la escuadra. Y el mandil, una suerte de llamativo delantal que suelen lucir en algunas ocasiones sus miembros, recrea la protección que usaban los constructores de la antigüedad para preservar su cuerpo de accidentes. “Es el emblema del trabajo”, informa Lázaro.
“La masonería -agrega- tiene una característica que es un punto de encuentro entre personas que piensan distinto, pero que trabajan en lo que sí están de acuerdo. El masón busca hablar de todo lo que tienen en común entre sí y dejar de lado el atributo que los separa.”
Por lo general convergen profesionales (mayoría de abogados y médicos), no importa sus credos, que sean agnósticos o ateos, pero con un denominador común: ser proactivos en el debate para una mejora concreta de la sociedad.
Se reúnen a conversar sobre cuestiones específicas a las que hay que buscarles soluciones concretas; las someten a intensos debates y cuando se ponen de acuerdo redactan proyectos que elevan a legisladores y a otras dirigencias privadas y estatales, según los temas.
De hecho la Ley 1420, promulgada por Julio A. Roca, y que aún garantiza la educación común, laica y gratuita fue gestada y debatida en el mismo salón donde se realizó la entrevista. “El estrado principal -nos muestra- es el mismo que usó Mitre, Sarmiento y Alem”.
“La masonería -subraya el gran maestre- no pertenece a ninguna élite, marca por sobre todo el uso de la palabra. Construimos tolerancia sin renunciar a nuestras ideas, sino tratando de ponerse en el lugar del otro. Es una escuela de dirigentes y de ciudadanía. La masonería es la fraternidad más difundida a lo largo de la Tierra”.
Discretos, en algunas épocas de persecución directamente secretos –”Signos, toques y palabras es una manera de reconocerse con masones a lo largo y ancho del mundo”, apunta el jefe masón. Y agrega: “La masonería no tiene nada que esconder; al contrario tenemos mucho para contar y aportar”.
“El gran maestre es el presidente de la gran logia; administra los recursos y establece los temas de discusión, pero la masonería fomenta que seas participativo. Estamos alejados del dogma; acá nada se acepta porque sí y las resoluciones se toman por vocación”, amplía.
Cualquier interesado puede aspirar a ingresar a una logia, pero luego hay una serie de pasos para ser finalmente aceptado. “Se ingresa como aprendiz, el segundo grado se denomina compañero y le sigue el maestro. Se pide que desarrolles determinados trabajos con el método masónico que es trabajar desde el aporte”, detalla Lázaro.
Los masones están ahora en un proceso de apertura comunicacional, pero perdura en libros y películas su fama conspirativa y de influyentes, en distintos rubros, que se ayudan entre sí para escalar lugares de relevancia dentro de la sociedad. Y soportan otros estigmas, como el de la logia Propaganda Dos, liderada por Licio Gelli, de triste recuerdo en Italia y en la Argentina, ya desaparecida.
Hay, por ejemplo, un capítulo muy recordado de Los Simpson, del que le mostramos al gran maestre un fragmento, en el que se ve a Homero en un rito de iniciación bastante polémico aunque, por supuesto, se trata de una caricatura. “Ese capítulo -informa Lázaro- nos ha ayudado a popularizar la masonería en Estados Unidos como en el resto del mundo”.
Se calcula que en el país hay diez mil masones distribuidos en distintas logias. “Cada masón -dice Lázaro- es un libre pensador que tiene sus proyectos y cada logia tiene sus autoridades y la federación de logias elige cada tres años al gran maestre y al resto de la oficialidad.”
Se tratan de “hermanos”, dice, porque se consideran “iguales”. Trabajan en ambientes que parecen templos, con vitrales y símbolos llenos de alegorías. En el pasado la masonería estuvo enfrentada a la Iglesia católica y era anticlerical, pero ese conflicto fue superado con el tiempo, aun cuando Lázaro asegura que “la masonería es una religión en el sentido amplio o etimológico de la palabra” y tiene entre sus emblemas el ojo dentro de un triángulo “que todo lo ve y que para los masones es un símbolo del gran arquitecto del universo”, aunque deja librado al criterio de cada cual decir si es Dios, la naturaleza, nadie u otras fuerzas desconocidas.
Hablemos de otra cosa se emite los sábados, a las 22, por LN+