Dos rumores inquietantes se agigantaron este fin de semana y amenazan con arruinar no solamente el ambicioso plan de masa para convertirse en candidato único a presidente por el Frente de Todos, sino en seguir impactando fuertemente y para mal en la economía del país y en la tuya y en la mía.
El primer rumor, el de una fuerte devaluación del peso, del orden del 50%. Ahí la tenés. Segundo rumor, el de la presunta existencia de un cronograma para anticipar la fecha de entrega del poder. Ninguna de las cosas deberían suceder en las próximas horas. Pero el rumor de la devaluación de este lunes se lo viene alimentando, no en las últimas horas, sino desde el lunes, con la divulgación del famoso paper de Antonio Aracre, en el que planteaba, yo lo vi, medidas económicas alternativas a las del denominado superministro. Alternativas. No es cierto que planteaba un 60% de devaluación, Hablaba de un 30% de corrección en el precio del dólar. Pero antes de que el mercado las comprara, a estas medidas de Aracre, Massa, un gran jugador de pool o de Villar hizo una triple carambola.
Carambola uno, tapó con el ruido de la salida de Aracre la inflación de marzo del 7.7 y una suba del dólar de más del 12% en apenas una semana, de lunes a viernes. Es decir, una corrida cambiaria machaza. Carambola número dos: puso al Presidente entre la espada y la pared al amenazar con su renuncia si no se iba a Aracre. El Presidente finalmente lo echó. Y carambola número tres: precipitó el renunciamiento de Alberto para beneplácito propio, el de Massa y también el de Cristina, el de Kicillof y el de La Cámpora. Todos tan responsables como el Presidente del desastre imperante.
Ojo, también alimentaron los rumores de devaluación la amenaza de Massa de sancionar con el cierre de operaciones a la sociedad de bolsa Max Capital, cuyos directivos intentaron en las últimas horas despegarse de un mensaje que recibieron el viernes sus clientes. El mensaje aseguraba que este lunes se iba a decidir una devaluación del peso del 50% y que, a raíz de esa decisión, Massa estaría por renunciar. El comunicado de Max Capital, atribuyéndole la difusión del rumor a un empleado irresponsable, evitó la sanción y de alguna manera tranquilizó al ministro. Comunicado larguísimo. ¿Querían generar los directivos de Max Capital una corrida para ganar algunos cientos de miles de millones de dólares con un pase de manos.
La maniobra omitida de parte de la gente de Max Capital volvió a poner a Massa en el centro del juego que más le gusta. El de echar la culpa a otros por los errores y las decisiones que toma él o su equipo. Porque los indicadores económicos desde que Massa asumió hasta ahora son los mismos, son pésimos. Repasemos rápidamente el índice de inflación y su proyección anual desde que asumió. Bueno, en julio de 2022 renunció Guzmán, 71% la inflación anual proyectada. En agosto, con Batakis, 78.5%. Septiembre de 2022, 83%. Octubre, 88%. Noviembre, 92.4%. Diciembre, 94.8%. Enero de este año, 98.8%. Febrero, 102.5%. Y marzo, con el 7.7% de inflación mensual altísimo, 104.3%. Traté de recordar, fíjate, ¿a cuánto ascendía el dólar blue cuando Guzmán renunció? ¿Y a cuánto equivale ahora? ¿Te acordás? $239 contra $442 el blue en el cierre del viernes. En el Banco Central, las reservas son negativas. Y el dólar soja fracasó, más allá de los gritos y amenazas de Massa del jueves pasado a los aceiteros que se habrían comprometido a liquidar.
Yo te tengo que ser sincero. Cristina, Máximo y Kicillof, por mucho menos, estarían tirando al ministro de Economía por la ventana. A un Guzmán, a una Batakis, por la ventana. ¿Por qué extraña razón lo seguirán bancando a Massa? Pregunto. Masa es el más audaz y atrevido de todos los políticos argentinos que conozco. Néstor Kirchner, cuando estaba vivo, solía decir de Massa: “Sergio es el que más se parece a mí. Pero es todavía más malo que yo”. No sé en qué sentido lo habrá dicho. Cristina lo sabe desde siempre. Por eso ya en julio de 2016, la vice le dijo a su mayordomo político, Oscar Parrilli, que Massa era, textual, un hijo de puta. Y le ordenó embocarlo cuanto antes. “Hay que invocarlo también al hijo de puta”, dijo Cristina en 2016. Quizá el principal defecto de Massa sea la ansiedad, o como se dice en la jerga política, que se entusiasma y se sobregira.
Vos sabés, te acordás, en 2015, su ansiedad por alcanzar la presidencia le hizo decir una frase de campaña de la que yo creo que hoy debe estar arrepentido. “La Argentina murió. En la Argentina del estado eficiente. No tengamos miedo. Transmitamos acá al argentino, que por ahí nos dice, están tomando el control del Estado, Están poniendo a fulano a mengano. Yo voy a agarrar a los ñoquis de La Cámpora que nos quieren dejar. ¡Vamos para abajo!”. Los que son la vuelta de la vida, ¿no? Ahora cuenta con los ñoquis de La Cámpora para organizar su operativo clamor y transformarse en candidato exclusivo del Frente de Locos, le dicen algunos. No tiene resultados para mostrar. Sin muchas... A ver, ¿cómo dicen en economía? Venta de sensaciones. Por ejemplo, la sensación de que Massa sería el único candidato que puede evitar que el peronismo termine tercero...
¿Vieron las encuestas? Empatados están. Juntos por el Cambio, un poquitito más arriba; Frente de Todos, segundo; y Milei ahí, cerquita. Acabamos de mostrar una encuesta de Opina Argentina de Facundo Nejankis.
Lo que hizo Alberto precipitó los tiempos. Hizo, por ejemplo, que Daniel Scioli lanzara su precandidatura horas antes de la capitulación de Alberto. La demanda es quién puede hablar con todos en el tiempo que viene, quién puede construir consensos, quién puede garantizar una convivencia democrática, quién puede dar previsibilidad, certidumbre, confianza. Todavía Alberto no había renunciado, pero a su vez ya lo sabía. Y por eso Sergio, ni lerdo ni perezoso, quiere voltear al motonauta antes de que la lancha empiece a acelerar y lo salpique. Por eso, en las últimas horas, uno de los hombres más fieles a Massa, un señor que no es muy conocido, el vicepresidente de la Cámara de Diputados de la provincia, Rubén Eslaiman, le pegó a Scioli por debajo del cinturón, mientras le estaba diciendo a un periodista de TN que era precandidato. “Lo mismo que hiciste con tus hermanos, desesperado repartiendo la herencia en pleno velorio, lo haces ahora con la política. Espero que te bajes pronto, así no volvés a perder. ¡Guau!”, escribió. Me parecía estar viendo la serie Succession. Massa, como Néstor, Cristina y La Cámpora, a la hora de disputar, la caja y el poder no tienen límites.
La semana pasada, Malena Galmarini compartió un tuit de un economista y consultor, Alejandro Kowalsuk, quien escribió: “Massa se queda hasta el final, porque el final es cuando se vaya Massa”. ¡Guau! O tal vez terminó de doblegar Alberto el aprieto de Kicillof. ¿Quién lo amenazó con desdoblar la elección en la provincia... Para terminar de dejarlo solito y solo? Y lo aprietan, Alberto. ¿Sabés qué le dicen? Le dicen que si hay paso, Axel Kicillof no va a ir en la lista de Alberto. Si Alberto es candidato, Axel no va a ser candidato con él en la lista de él. Les repito, por si alguno no entendió. Le dicen, si hay PASO, la paso a Axel, no hay candidato en la lista que proponga el verso. Con él no funciona.
Más allá de las cuatro excusas de siempre, ¿no? Que el otro día grimió el Presidente: ¡Ah, pero Macri! ¡Ah, pero la pandemia! ¡Ah, pero la guerra! ¡Ah, pero la sequía! Y por encima del daño que le hizo efectivamente Cristina al Presidente, desde el minuto uno, y la falta de apoyo de Massa, desde el minuto dos, este Gobierno quizás sea recordado como el peor desde 1983 hasta la fecha.
Muchos argentinos, probablemente, sientan que el Gobierno ya terminó, desde el punto de vista simbólico y algunos concreto. Y eso explica por qué se habla tanto de devaluación, por qué hay tantos rumores de devaluación. Espero que no suceda, tiendo a pensar que no va a suceder, y de anticipo a la entrega del poder.
El presidente y este gobierno defraudó a todos. A los jubilados por empezar, en especial a los de la mínima. Hoy reciben 130 dólares, contra los más de 20.000 dólares, que embolsa la vice por sus dos jubilaciones de privilegio. 9 millones y pico de pesos. Defraudó de los trabajadores formales e informales, a los ricos, a los pobres, a la clase media también. Llevó el dólar oficial, cuando asumió, de 62 a 225 pesos. Más del 260%. Y el blue, de 69 pesos a 442 pesos el viernes cerró, más de 540%. Porque ya acumuló desde diciembre de 2019 una inflación de más del 407%. Porque asumió con el kilo de pan a 108 pesos y hoy vale el kilo de pan 800 pesos. Con el kilo de asado a 210 pesos y hoy cuesta 2.500 pesos. Con el litro de leche a 50 pesos, si hoy vale 220 pesos el litro de leche. Porque aumentó la pobreza al 42%. Seis de cada diez chicos no se alimentan como corresponde. Y también aumentó la indigencia hasta límites insospechados para un gobierno peronista. Porque su decisión de no contratar a Pfizer hizo que murieran entre 20.000 y 30.000 personas más de covid, porque se dejó insultar y humillar como ningún otro presidente de la historia. Pelotudo, lo llama Cristina, toda la semana, según Marcelo Bonelli. Borracho, le dijo Sergio Berni. mequetrefe y ocupa le puso el cartelito a una vocera de Cristina y Máximo. Pero también pudo decirse que su gobierno, en términos simbólicos, se terminó porque denigró el valor de la palabra presidencial. Y porque junto con Cristina, y también junto con Massa, nos descuajeringó la vida a todos.