El conductor de +Voces analizó la maquinaria de poder kirchnerista y calificó a sus principales figuras de “populistas de manual” que “son campeones de la contradicción, por no decir de la mentira”
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Según la mitología griega, la hidra de Lerna era una serpiente de mil cabezas, y aliento “venenoso”, a la que Hércules terminaría matando en el segundo de sus 12 intentos.
Escondida en el lago de Lerna, la hidra tenía la capacidad de hacer crecer dos cabezas por cada una que perdía o que le era amputada. Bajo las aguas había una entrada al inframundo. Por eso era tan temida. Por eso era tan difícil de enfrentar.
Mientras entrevistábamos esta mañana a Sergio Berni en el pase entre Noticiero AM y 8:30 AM, me vino la mente la imagen del peronismo en el gobierno como un monstruo de mil cabezas.
Donde una cabeza puede decir una cosa, la otra lo contrario, y una tercera algo distinto a las dos primeras, sin inmutarse siquiera.
También pensé en la falta del Hércules correspondiente que necesitaría nuestro país para vencer al monstruo, y salir del inframundo de desgobierno, hambre, pobreza, inflación y contradicciones donde nos metió.
Para empezar, este monstruo, el que nos viene atacando desde hace casi tres años, tiene tres grandes cabezas distintas: la de Cristina, la de Alberto y la de Massa. Y cada una va para el lado que se le antoja. Y en asuntos de suma relevancia.
Solo para argumentar lo que estamos diciendo, Cristina propone ahora una Corte de 15 miembros, después de alentar una de 25, mientras que Alberto, más allá de lo que diga esta semana, nunca tuvo dudas de que el tribunal debía ser intocable.
Y solo para ponerle un poco de actualidad a cómo funciona la hidra, recordemos lo que acaba de decir un talibán de Cristina, el ministro de Desarrollo de la provincia, Andrés Larroque, sobre el ministro de Trabajo de la Nación. Porque, aunque vos no lo creas, forman parte de la misma fuerza política: el Frente de Todos contra Todos, un verdadero monstruo de mil cabezas.
Igual, más allá de Larroque, Moroni, igual que la mayoría de los ministros de este gobierno, no tiene ningún problema en mentir, diciendo que la Argentina es uno de los países donde los asalariados perdieron menos poder adquisitivo. ¿Cómo puerde decir semejante cosa si se trata de la cuarta nación del mundo con más inflación, después de Zimbawe, Venezuela y Líbano? (placa, con los datos)
Pero ¿por qué deberíamos sorprendernos, si el monstruo de mil cabezas es capaz de convivir, en el mismo espacio de poder, después de amenazarse con cosas muy serias, como lo hizo Massa con los chicos grandes de La Cámpora, mientras juraba que al kirchnerismo no volvería más?
¿Por qué deberíamos “fingir demencia”, si Cristina, a Massa, hace mucho que quiere “embocarlo”, pero para seguir con la manija del poder en la mano, ahora se lo banca como ministro de Economía, con ajuste y acuerdo con el Fondo Monetario incluidos?
Prestá atención.
Porque son los campeones de la contradicción, para no decir de la mentira.
Cristina, Máximo y Pablo Moyano y ahora están a los besos con el Partido Obrero, y fogonean las paritarias al 130 por ciento.
Mientras Massa y De Mendiguren quedan descolocados, en el medio de semejante postura, y tiran amenazas al voleo.
Son capaces de hacer y decir cualquier cosa.
De mentirte en la cara, sin que se les mueva un músculo.
El gobernador que grita pero no gobierna, Axel Kicillof, no tiene ningún empacho de hablar de las tomas y las viandas de los colegios de la ciudad de Buenos Aires, mientras mantiene el silencio sobre el desastre de las viandas, la estructura edilicia y el nivel de la educación en las escuelas públicas de la provincia de Buenos Aires.
Y el mismo Berni, quien critica, y con razón, a las tomas y usurpaciones de tierras en Villa Mascardi y otros lugares de la Patagonia, justifica el delito de las tomas de las escuelas con el argumento de que él revindica y apoya la rebeldía juvenil.
Hoy la pregunté y le volveré a preguntar, comó explica semejante contradicción.
Y cómo explica también su eterna lealtad a Cristina, si la vice convalida, por ejemplo, la postura del procurador General, Carlos Zannini, de no apelar la decisión de una jueza de entregar 180 hectáreas que pertenecían al ejército a una comunidad de supuestos mapuches denominada Millalonco Ranquehue.
Berni también puede decir cualquier cosa, en términos políticos. Incluso cosas que no diría ni Facundo Manes de Mauricio Macri.
Pero como el monstruo de mil cabezas no es un partido político sino un sistema de poder, un día puede suceder que el mismo dirigente sindical que hace un ratito se abrazaba con el ministro de la Cámpora, Wado de Pedro, aparezca calificando a su ex socio, Sergio Massa, como alguien más quemado que el Gordo Valor.
Como buenos populistas de manual:
- Hablan como si fueran los dueños de la verdad.
- Desprecian al sector productivos, lo asfixian todos los días con nuevos impuestos, y se la pasan repartiendo plata a los pobres, para mantener el voto cautivo.
- Son expertos en ganar elecciones, y en dejarle la bomba a punto de explotar al gobierno que viene.
- Inventan enemigos donde no los hay.
- Y le echan la culpa de todo a los empresarios, la oposición, los fiscales, los jueces y el periodismo.
El monstruo de mil cabezas te promete todo, pero no puede parar la inflación, ni mejorar la vida a los jubilados, ni hacer que vuelva el asado. Sin embargo, ya está trabajando para eliminar las PASO, porque sus referentes tienen miedo de terminar terceros en las próximas elecciones.
La buena noticia es que hicieron tanto daño, que sus proezas ya atravesaron las fronteras del país, y llegaron al Parlamento de la Comunidad Autónoma de Madrid, donde su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, intenta que sus ideas no se apoderen de España.