En LN+, el periodista habló sobre el pedido de disculpas que ensayó Gabriela Cerruti; también, de los tironeos de poder que protagoniza Cristina, Massa y Alberto Fernández de cara a 2023
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¿Cómo puede terminar una nave conducida por tres personas a la vez, en la que una está mirando su interés particular, el otro se la pasa pensando cómo responder a todo el daño que le viene haciendo la primera y un tercero, montando en su proyecto personal, navega entre ambos, para llegar como el elegido con la ambición de competir en las elecciones presidenciales del año que viene?
Mal. Muy mal.
Con altas probabilidades de chocar contra la realidad.
Eso viene pasando, desde hace tiempo, a Cristina, Alberto y Massa, la tríada que comanda el peor gobierno de la historia reciente de la Argentina.
El que mejor resumió el desastre imperante fue Esteban Bullrich, quien después de observar el video donde la portavoz presidencial Gabriela Cerruti definió al homenaje a los muertos por COVID como “las piedras de la derecha”, escribió:
Esto me hace sentir una mezcla de indignación, vergüenza ajena, tristeza y furia que es nueva para mí. Cuando superemos esto y miremos para atrás, estos 9 segundos por sí solos alcanzarán para resumir los peores 4 años de gestión que hayamos visto nunca.https://t.co/4xST62D9Ug
— Esteban Bullrich (@estebanbullrich) November 10, 2022
No tienen remedio.
Son incorregibles.
Porque Cerruti, después de recibir el repudio generalizado de una buena parte de la sociedad, se disculpó a medias.
Lo hizo a través de su cuenta de Twitter.
Había empezado bien. Diciendo: “Lamento profundamente si algún familiar de víctimas del covid que ha homenajeado a sus seres queridos dejando simbólicamente piedras, se sintió ofendido por mis palabras. Les pido sinceras disculpas y reitero mi respeto y acompañamiento al dolor y al duelo”.
Pero la volvió a embarrar enseguida, al destacar- y cito textual-: “El uso político del dolor y la muerte que hicieron y siguen haciendo algunos sectores”.
“Cometí un error al querer señalar el uso político del dolor y la muerte que hicieron y siguen haciendo algunos sectores. La sociedad toda quedará marcada por este tiempo de angustia que empezamos a dejar atrás colectivamente”.
Después del vacunatorio VIP; los vacunados VIP, el robo de vacunas y el Olivos gate, ni ella ni nadie del gobierno tenían autoridad política ni moral para levantar el dedo.
Pero terminó de perder el equilibrio este video de morondanga.
Gabriela es un buen ejemplo de mutación profesional: de periodista crítica a defensora acrítica de un gobierno a la deriva.
El otro gran ejemplo es Víctor Hugo Morales, El Converso, como lo definió nuestro colega Pablo Sirvén, en su libro de antología, cada tanto lo miramos con el rabillo del ojo.
La última vez fue hace un ratito, balbuceando, con su estilo empalagoso y engolado, una especie de “plan secreto para proscribir a Cristina”.
Como diría Esteban Bullrich, da vergüenza ajena.
Que tristeza ¿no?
El gran relator del relato, devenido en una especie de vigilante de poca monta, acusando a un diputado de cómplice de un atentado a la vicepresidente sin el más mínimo dato que lo sustente.
¿Para qué lo hace?
Solo para congraciarse con la jefa, quien no puede soportar la idea de que sus atacantes sean una banda de marginales sin banderas partidarias.
Una dirigente que todavía no puede procesar el fuerte rechazo que sigue provocando su figura, aún después de producido el ataque.
De vez en cuando, quienes no perdieron la memoria, nos paran por la calle y nos preguntan si sabemos “que le pasó a Víctor Hugo”.
Lo hacen, quizá, recordando el momento en que se convirtió en gerente de marketing de nuestro libro El Dueño, con la fallida intención de desacreditarlo. Y mirá que pasó el tiempo, eh! Fue el 9 de marzo de 2010. (Nunca le voy a terminar de agradecer).
Entonces les pido que busquen el video en el que Lanata lo entrevista junto a Nelson Castro, días antes de darse vuelta como una media, sin la elegancia del mínimo paso de tiempo para semejante transmutación.
Pero no es conveniente quedarse anclado en el pasado.
Porque ellos están dispuestos a hacer mucho daño.
Ahora mismo.
Hoy o mañana, cuando los jueces dicten sentencia. Quizá, inmediatamente después de que terminen declarando culpable y pidiendo la prisión preventiva para Cristina Fernández, en la causa Vialidad.
Por más que su Santidad, el Papa Francisco, intervenga en cuestiones de política doméstica, y cuestione lo que llama “la irracionalidad punitiva” que aplican algunos jueces, en una carta que le hizo llegar al presidente de la Asociación de Profesores de Derecho Penal, Alejandro Slokar, cercano al kirchnerismo y referente de Justicia Legítima.
O tal vez a la espera de que la Corte dicte sentencia confirmando la condena de Milagro Sala como jefa de una banda criminal en la causa Pibes Villeros. El juicio en el que le dictaron 12 años de prisión, por el desvío de platita para la construcción de viviendas, junto con Mirta Shakira Guerrero, quien a su vez acaba de confirmar que la plata iba directo a la casa de Milagro Sala, donde la recibían, la contaban y la guardaban.
Atenti.
Porque Hebe de Bonafini acaba de llamar a una pueblada contra lo que ella llama “jueces de mierda”.
Y yo no la subestimaría.
Es la única argentina que logró torcer la voluntad de un magistrado, con su negativa a trasladarse a Comodoro Py para declarar en su condición de procesada en la causa Sueños Compartidos.
Y hablando de Sueños Compartidos y volviendo al eje de la cuestión ¿cómo va a terminar la idea de Alberto de entregar a las organizaciones sociales hasta 300 millones de pesos por obra pública para compensar el corte de los planes que siguen reclamando, con diferente intensidad, Eduardo Belliboni, Juan Grabois, Emilio Pérsico y Juan Carlos Alderete?
¿Cómo van a reaccionar Cristina y los chicos grandes de La Cámpora, tan reacios a los tongos ajenos y tan afectos a los tongos propios, cuando se empiecen a repartir, con la discrecionalidad habitual, cada una de las obras encargadas?
¿Para donde hay que mirar, en el medio de esta interna salvaje, ahora que la nueva ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, denuncia que, sobre un millón 300 mil personas que vienen recibiendo el plan Potenciar, 250 mil compraron dólares y pagan bienes personales?
Porque si esto se confirma desde la Televisión Pública, algún huevo de la tortilla con que se hace el Frente de Todos se debería romper ¿no?
Y todo esto sucede mientras que Cristina pide una suma fija para aumentar salarios y el presidente dice que no.
Dice que prefiere que se discuta durante las sesiones ordinarias su proyecto de impuesto a la renta inesperada, aunque a Cristina no le guste porque lo haya propuesto Martín Guzmán.
Mientras la vice y La Cámpora piden la eliminación de las PASO y el presidente usa el poder de la lapicera para decir, otra vez que no, por lo menos hasta ahora.
Y en simultáneo con el lanzamiento de un congelamiento de precios para 1.745 productos que tiene destino de fracaso.
Igual que fracasaron los controles de precios del ex ministro Axel Kicillof, uno de los grandes devaluadores de la era moderna, el mismo que eliminó, la estadística de la pobreza, con la falsa excusa de que implicaba una estigmatización a los pobres.
Igual que fracasó Guillermo Moreno, el secretario de Comercio que empezó metiendo miedo a los formadores de precios con un revólver en la mesa y terminó exponiendo a Cristina a un papelón internacional, cuando viajaron hasta Luanda, para contarles a los angoleños como subsidiaban a nuestros productores lecheros para que dejaran de ordeñar la vaca a mano. Fue el 18 de mayo de 2012. Todavía da un poquito de vergüencita ajena.