En su columna de LN+, el periodista se refirió a las palabras y acciones de Cristina Kirchner, luego de que Sergio Massa quedó establecido como el candidato presidencial de Unión por la Patria
- 3 minutos de lectura'
En su clásica columna de LN+, Luis Majul analizó los movimientos de Cristina Kirchner dentro de Unión por la Patria. Después de la designación de Sergio Massa como candidato presidencial, el periodista se refirió a las reuniones que mantuvo la vicepresidenta y las tensiones de poder que se presentarán entre ella y el ministro de Economía.
A continuación, la columna completa de Luis Majul:
Ayer, Cristina Kirchner exhibió otra contundente demostración de poder interno, al recibir en su despacho del Senado, primero a Daniel Scioli, y después a Sergio Massa. Si se mira con detenimiento lo que viene haciendo la jefa desde que lo ungió a Massa, se comprobará que no es muy diferente al acoso que debió soportar Alberto Fernández, incluidas varias humillaciones en público, que tanto mal le hicieron al Frente de Todos en general. Y a los argentinos, en particular.
Con el argumento de que ella nunca miente, pero con el objetivo de contener a sus fieles, Cristina dejó bien claro, desde el minuto cero, que su candidato no era Massa, sino De Pedro. Es más: le dijo en la cara a Massa que ella medía mucho más que él. Es decir: lo devaluó por segunda vez, casi antes de empezar la campaña. Pero eso no fue todo. Porque, como si eso hubiese sido poco, le puso dos veces las manos sobre su brazo y la marcó la cancha, responsabilizándolo por los altos índices de inflación.
Axel Kicillof la conoce bien y la interpreta como nadie. Por eso ayer, cuando le preguntaron por Massa, utilizó la palabra matices, un híbrido entre tragarse el sapo de la derecha y hacerle caso a la jefa, para alinearse, según lo ordenó.
Para entender bien que es lo que está pasando en el seno de Unión por la Patria habría que contar por enésima vez el cuentito de la rana y el escorpión. O mirar cuatro años para atrás, cuando el mayordomo político de Cristina, Oscar Parrilli, dejó bien en claro que al presidente que todavía no había asumido, Alberto Fernández, le iban a decir en la cara las cosas que pudiera estar haciendo mal, porque ellos eran los dueños de los votos. Bien. Ayer, Parrilli lo hizo de nuevo con Massa, como si estos cuatro años, los peores de un gobierno desde 1983, hubiesen pasado en vano.
Por lo demás, el papel de Juan Grabois será el mismo que interpretó cuando Alberto recién se acomodaba, solo que un poco más sobreactuado. Porque el enviado del Papa Francisco, ni bien asumió Alberto, le pidió que no se dejara llevar por los cantos de sirena para terminar preguntándole: ¿para qué te pusimos? ¿Te acordás? Y ahora competirá con él de frente, y con la bendición de Máximo y Cristina.
Entonces ¿cómo van a hacer para evitar que en plena campaña Grabois le diga a Massa algo menos agresivo que cagador, sinvergüenza y vendepatria?
Quizá, los kirchneristas puros, desencantados, deberían prestar más atención a los lamentos de Víctor Hugo Morales o los ingeniosos editoriales de Luis D’Elía, quien desafió a parte de su audiencia, al preguntarle si creía que Massa era Lenin, y recomendarle que vayan a buscar la ruta del paco en el Delta de Tigre.