En La Cornisa, el periodista analizó la condena que recibió la vicepresidenta y las polémicas en torno a los partidos en el Mundial de Qatar
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En la Argentina, el país de la desmesura, las comparaciones, casi siempre, son desproporcionadas, fuera de contexto y arbitrarias, para no calificarlas de delirantes. En las últimas horas, unos cuantos extraviados pretendieron ver, en la “maradoniana” reacción de Messi, luego del accidentado partido contra Países Bajos, algo parecido a la desbordada conducta de Cristina, después de la condena en la Causa Vialidad. Es más: algunos colegas, a nuestro entender, de manera equivocada, hablaron de vulgaridad.
Empecemos a desarmar el nuevo relato kirchnerista, antes de que crezca y se reproduzca. Así, será más fácil comprender si Cristina cumplirá con su palabra de no ser candidata a nada en 2023. Es decir, si nuestras vidas seguirán girando o no en torno de sus berrinches. Que es, en el fondo, lo que importa más.
Este sería el nuevo Messi al que los kirchneristas reivindican:
Y esta sería “la Cristina de la gente”. La que lucha contra los poderes concentrados y la mafia judicial.
Ahora, analicemos los hechos. No hay nada reprochable en la conducta de Messi. Es la primera vez que lo vemos reaccionar así. Y lo hizo, a nuestro entender, porque sintió que le faltaron el respeto. Que se rompieron los códigos del fútbol. Dentro y fuera de la cancha. Afuera, el que rompió los códigos, según Leo, fue el técnico Louis Van Gaal. Con estas dos frases, pronunciadas en la conferencia de prensa del jueves pasado:
“En la semifinal que jugamos contra Argentina en 2014, Messi no tocó una pelota, y perdimos por penales. Ahora queremos nuestra revancha”.
“Por supuesto: Messi es su jugador más peligroso y creativo. Por otra parte, no participa mucho en el juego cuando el adversario tiene la posesión. Ahí está nuestra oportunidad”.
Y, dentro de la cancha, los rompió el peor árbitro del Mundial, el español Antonio Mateus Lahoz. En especial, con la última falta que le cobró a Germán Pezzella, a segundos de terminar el partido y que provocó el empate de Países Bajos.
Pero también lo llenaron de bronca algunas cosas que dijo al oído de varios jugadores argentinos, incluido a Messi y a Lautaro Martínez, antes de patear el penal, el número 19, Wout Francois Marie Weghorts, autor de los dos goles. El mismo al que Messi mandó a pasear.
La polémica puede ser interminable. Muchos dirán que Lahoz también favoreció al seleccionado argentino, con el penal que cobró contra Marcos “El Huevo” Acuña. O que tendría que haber expulsado a Leandro Paredes, después de la falta y el pelotazo que pateó directo al banco de suplentes de Países Bajos.
Otros agregarán un poco más de contexto. Porque parece que, en realidad, las declaraciones de Van Gaal, además, le sirvieron al seleccionado de combustible para enfocarse y ganar, con espíritu guerrero:
Como sea, Messi, en declaraciones posteriores, terminó el asunto ahí. Y se enfocó en lo verdaderamente relevante: el partido contra Croacia. Es decir: volvió al modo Messi de siempre. Competitivo, pero respetuoso.
Por otra parte, demostró que se puede estar caliente, pero que eso no lo hará menos genial, o menos efectivo. Con dos goles de penal, pateados con una calidad inusitada. Y una asistencia que ya se considera una de las más importantes de su carrera.
Ahora analicemos los exabruptos de Cristina.
- No fue el primero. Ni será el último. Sin embargo, por el tono, la intensidad y el contenido, parecieron formulados “bajo emoción violenta”.
- Fueron gritados desde la debilidad, la impotencia y el resentimiento contra propios y extraños, minutos después de haber recibido la primera condena de su vida.
- La condena tuvo tanto impacto en Cristina que sus reacciones la terminaron en transformar en un meme de ella misma. Porque el “condenaaaada” y con “inhabilitación perpetua” tiene el mismo destino de sticker, remera estampada, taza o ringtone que el de la frase de Leo.
Para nosotros, lo más novedoso es que puso al descubierto la magnitud de su herida narcisista. Porque, en su evidente megalomanía, ¿cómo aceptar que un grupo de señores grises, y que no parecen tener ninguna pretensión de héroes, la hayan condenado a ella, quien ya se decretó absuelta por la historia y para toda la eternidad?
Como cualquier psicoanalista o psiquiatra sabe (menos los de la Asociación de Psicólogos y Psicólogas de Buenos Aires, otro grupo de delirantes que afirmó que la condena a Cristina afecta la salud mental de la población), los narcisistas heridos buscan atacar, de forma desproporcionada, a quienes entienden que los humillaron.
Por lo tanto, no resulta sorprendente que Cristina califique a los magistrados como un pelotón de fusilamiento. Que denomine mafia al sistema judicial. Que compare al Partido Militar con el Partido Judicial. Y que le ponga nombre y apellido al supuesto enemigo que tanto rédito le dio, en términos de grieta: Héctor Horacio Magnetto.
De hecho, a pocas horas de la victoria argentina ante Países Bajos y con el país pendiente del partido que al final Francia le ganó a Inglaterra; ella, desde su casa de El Calafate, mientras se recupera del Covid, tuvo tiempo de escribir un largo texto contra el diario LA NACION y el periodista Claudio Jacquelin, a quien endilgó, con una liviandad pasmosa, haber amenazado, una vez más, con llevar a Florencia Kirchner ante la Justicia.
Pero lo que hizo Jacquelin no fue más que describir su delicada situación judicial, con precisión y sin altisonancias:
- Condenada, pero con capacidad para apelar ante la Casación y la Corte la sentencia.
- A la espera de una posible reapertura de la causa Los Sauces y Hotesur, donde deberán comparecer no solo ella, sino Máximo, Florencia y su sobrina Romina Mercado.
- A la espera del postergado comienzo del juicio oral y público de los Cuadernos de la Corrupción.
También sorprendió que el martes pasado, una vez conocida su condena, Cristina le haya endilgado parte de la responsabilidad a su esposo fallecido, Néstor Kirchner. ¿Se trata acaso de un nuevo intento de despegarse, simbólicamente, de la condena, igual que trata de quitarse la culpa por el procesamiento de su hija sin fueros?
Porque, en ese caso, alguien debería decirle que el momento para sacarse a Néstor de encima ya pasó. Que tuvo la oportunidad en octubre de 2010, inmediatamente después de su muerte. Que el testimonio de Oscar Centeno en Cuadernos confesando que el esquema de recaudación ilegal continuó hasta 2015, la condena. Que el Plan Limpiemos Todo Ya, que incluyó pagos anticipados a Lázaro Báez y el cierre de Austral Construcciones, la compromete todavía más.
Pero esa fue solo la primera reacción clásica de una narcisista herida. La segunda reacción del narcisista, una vez dañado, es contra uno mismo. Y eso fue lo que hizo Cristina: hacerse daño a ella misma, al anticipar que no sería candidata a presidente ni a senadora.
Los más incondicionales, como Andrés “El cuervo” Larroque, se quieren autoconvencer de que se trata de una jugada brillante. Que no implica renunciar a nada, sino ganar centralidad. Pero otros dicen que se trata de una movida suicida, que abandona al peronismo a su suerte. Lo deja huérfano. Una decisión ingenua, que anula el factor sorpresa.
Un movimiento que deja al oficialismo patas para arriba, como calcula el intendente de Ensenada, Mario Secco. Es decir: una clásica reacción maradoniana. Pero no de las que remiten a sus inolvidables gambetas, sino al Maradona pendenciero. El que había perdido la brújula. El que se peleaba con medio mundo sin ton ni son.
Mauricio Macri, en cambio, espera y no desespera. Tiene hasta marzo o hasta abril para decidir si será candidato o no, y no demuestra ningún apuro en salir a anunciarlo. El contexto favorece a él mismo. Y también al resto de la oposición: porque Cristina, Alberto y Massa, con más de tres años de gobierno, nos están dejando:
- Más de 18 millones de pobres.
- Casi 3 millones y medio de indigentes.
- Más de 2 millones trabajadores formales debajo de la línea de la pobreza.
- 100% de inflación en 2022 y otro 100% de inflación para 2023.
Y esto no se soluciona con tuit de Alberto colgándose del Mundial, ni con los anuncios de Massa en el entretiempo de los partidos que transmite la televisión pública, ni llevando a L-Gante a la Casa Rosada para tocar el himno nacional por los festejos del día de la democracia.
Por eso. Al fútbol lo que es del fútbol. A Messi lo que es de Messi.
Y Cristina, con todo respeto, que se dedique a gobernar. Porque gracias a ella, al presidente y a Massa, ya entramos al top 10 de los países con la inflación más alta del mundo, y subiendo, a buen ritmo, solo por debajo de Zimbawe, Líbano, Venezuela, Siria y Sudán, y ya superando ampliamente a Turquía, Sri Lanka, Irán y Surinam.
Por otra parte, viste como son los jugadores argentinos, ¿no? En general, se cuidan de hablar sobre el país. Pero, cada tanto, a alguno se le escapa lo que siente de verdad. Entonces se suma a “la patria está en peligro”, pero dedica el triunfo a los 47 millones de argentinos que tan mal la están pasando.
O aparece un cisne negro, como el Kun Agüero, íntimo de Leo Messi, papá de Benjamín, nieto de Diego, a hablar de impuestos, y te hace callar la boca, casi como se la hizo callar al 19 al que Messi le mandó: “Que mirá, bobo. Andá pa’ allá”.