En LN+, el periodista analizó la lucha de poder que se da en el Ejecutivo; “No manda nadie”, concluyó
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¿Quién manda en la Argentina? Hagamos un rápido mapeo mental y razonemos juntos. Estamos embromados: en Argentina no manda nadie.
¿El presidente?
No.
Eso se veía venir.
Casi desde el minuto uno, cuando Cristina anunció que le había ofrecido la candidatura a Alberto, y que se había autoproclamado candidata a vicepresidente, el sábado 18 de mayo de 2019.
Te lo recuerdo con la referencia básica, para demostrar que a veces los argentinos nos negamos a ver y a entender lo que parece más que claro y evidente.
¡Las famosas PASO, las que ahora quieren eliminar!
¿No te había sonado raro, aquel lanzamiento?
¿No te había parecido tirado de los pelos?
¿No te había resultado irregular?
¿Quién, conociendo a Cristina, podía suponer que esto se cumpliría?
Porque la Constitución lo dice con claridad. El que manda, el que gobierna, el que conduce, es el titular del Poder Ejecutivo, y no la vice. Entonces ¿No debería estar mandando Alberto Fernández? Sí. Pero no. Porque él siempre fue un candidato anómalo. De un gobierno anómalo. Con una vice que nunca terminó de aceptar ni su cargo, si su autoridad, ni el lugar que ella misma le entregó.
Lástima que él no nos alertó. Lástima que ella nos avisó tan tarde. Porque Cristina lo insinuó, o lo llevó a la superficie, recién, por primera vez, durante el famoso encuentro de Eurolat, casi tres años después, en abril de 2022, desde el escenario central del Centro Cultural Kirchner, cuando dijo: “La banda y el bastón no te hacen presidente”.
Y lo ratificó un par de meses después, de manera contundente y definitiva, en junio de 2022, mientras festejaban los 200 años de YPF, cuando le pidió que usara la lapicera:
De manera que Alberto no gobierna.
Dura.
Resiste en su cargo.
Y, cuando siente que Cristina está a punto de hacer explotar el país, trata de calmarla como puede.
Haciendo esfuerzos contra natura.
Cómo el de su tuit de hoy, atacando a los camaristas Leopodo Bruglia y Pablo Bertuzzi, quienes, junto con Mariano Llorens, ordenaron la liberación de los integrantes de Revolución Federal.
Y no seamos ingenuos.
Alberto solo lo hace porque Cristina, Máximo y los chicos grandes de la Cámpora, están encaprichados con la idea de que detrás de estos ciudadanos con ideas radicales hay una súper organización que los financió y usó a “Los copitos” para perpetrar el atentado contra la vice.
Los tres camaristas les pincharon el globo de la gran conspiración. Y esto indica que el viernes, en el acto de la UOM, en Pilar, habrá que aguantar a Cristina, despotricando contra los jueces, la Corte, y quizá contra Alberto también,
¿Pero saben que piensa Alberto, más allá de lo que dice?
Que Cristina es una encubridora de delitos.
De los delitos que cometió su ex vice Amado Boudou.
Y del delito de haber encubierto a los autores materiales e ideológicos del atentado contra la AMIA. Se lo dijo en 2015 a Nelson Castro, y eso, ahora, es imposible de negar.
Fuerte ¿no? Entonces: el presidente no manda. Solo conserva una mínima capacidad de resistencia. Abrazándose a las PASO y a la legalidad. Tratando de impedir que se lo lleven puesto antes de tiempo.
Pero atenti. Porque hace tres meses, el pasado miércoles 3 de agosto, asumió Sergio Tomás Massa como ministro de economía.
Entonces una parte del círculo rojo, creyó que Massa sería un superministro. Que iba a tener el poder, la lapicera y el coraje para enderezar la economía.
Que con Gabriel Rubistein como viceministro iba a hacer realidad el dato de que Cristina tenía un “matete en la cabeza” y, que, como no sabía nada de economía, los números se iban a poner en orden, se iba a detener la emisión, se iba a bajar el gasto público y se iba a terminar con tonterías como el cepo, la presión impositiva y todos estos delirios que atrasan más o menos 4 mil años.
Que después de la gastada al ex embajador de Brasil, ex ministro de Desarrollo y de nuevo embajador en Brasil, Massa se iba a comer a los chicos crudos:
Pero Massa solo logró, para ser justos:
· Evitar una corrida cambiaria.
· Bajar el dólar blue de 350 a poco menos de 300.
· Un acuerdo con el Fondo que está atado con alambre.
· Una renegociación con el Club de París que patea la deuda para adelante.
· Y unos cuantos miles de dólares más de reservas en el Banco Central, después del anticipo de la liquidación de los productores del campo.
Podría decirse que Massa lo hizo, a pesar de la desconfianza inicial que generó el hecho de haber dicho cosas tan definitivas sobre Cristina y La Cámpora. Acusaciones de esas que son difíciles de olvidar.
Pero hasta acá llegamos.
Porque la inflación sigue en aumento, y nada parece indicar que se vaya a acelerar.
Porque a pesar de que se anunció el congelamiento de vacantes en el Estado hoy apareció en el Boletín Oficial la incorporación de 11 mil nuevos agentes con el argumento de que estaban precarizados.
Y porque la semana pasada, en una nueva muestra de que Cristina gobierna a golpe de cartas abiertas destituyentes, discursos de odio y carpetazos contra el presidente, le envió un mensaje a Massa que podría ser traducido así: vos serás el ministro de Economía que elegimos para no irnos a la miércoles, pero yo no voy a convalidar el aumento de un 110 por ciento en las cuotas de las prepagas.
Y cuando muchos imaginaban que Massa se iba a plantar, o tomarse su tiempo, concurrió al nuevo Gran Hermano de la Interna del Frente de Locos y le terminó dando la razón, igual que hace Alberto en público cada vez que ella lo sale a contradecir, a retar a o humillar.
Y trascartón, después de haber sostenido que el congelamiento de precios no tenía sentido porque tenía el mismo efecto que cuando uno pisa a una manguera a presión, anunció, también en su media lengua un…..¡congelamiento de precios, a partir de diciembre, y por cuatro meses!
Vamos de nuevo: anunció una de las más remanidas y peores decisiones del mundo para controlar la inflación. Y con Andrés Larroque, Mayra Mendoza y el jefe de operaciones sucias de Cristina, el ex espía Rodolfo Tailhade, escrachando a las empresas que él considera que están aumentando los precios por encima de la inflación.
Que raro ¿no? Porque Massa nunca pensó así. Y su jefe de campaña, hasta hace algunos años, tampoco pensaba así ¿no Alberto?
Bien. Pero si en la coalición de gobierno no manda Alberto ni manda Massa ¿eso significa que manda Cristina?
No. Tampoco manda Cristina. Porque hace años que no se ocupa del día a día. Porque el mundo que había cuando ella era presidente ya no existe más. Y porque ella está más preocupada por su situación judicial que por la inflación, la inseguridad, los pobres y el futuro inmediato de tu vida y la mía.
Y lo único que tienen para festejar es la nueva riña de gallos entre los principales dirigentes de Juntos por el Cambio que, por cierto, parece no haber terminado.