En LN+, el periodista analizó las últimas movidas políticas del kirchnerismo, su vínculo con Lula y las tensiones de la oposición
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Enseguida vamos a hablar de “la próxima te rompo la cara” que le propinó Patricia Bullrich al jefe de gabinete del gobierno de la Ciudad, Felipe Miguel, y sus repercusiones de último momento.
Pero antes déjame que te pregunte, a 48 horas del triunfo de Lula en Brasil: Alberto y Cristina, Cristina y Alberto.
¿Por qué festejan? ¿De qué se ríen?
¿Qué se imaginan?
¿Qué colgarse de un triunfo ajeno va a hacer olvidar a los argentinos el desastre que se está viviendo acá?
¿Cree acaso Cristina, que con su tuit tempranero de felicitación a Lula, los fiscales que la acusaron se van a conmover y van a retirar la acusación o los jueces la van a terminar absolviendo, en la causa Vialidad?
En serio: ¿qué fueron a hacer las 18 personas que integraron la comitiva argentina a Brasil?
¿Qué tenían que hacer en Brasil Gabriela Cerruti, Santiago Cafiero, Vilma Ibarra, Silvina Batakis, Julio Vitobello, y los diputados Eduardo Valdés y Carlos Heller?
¿A qué fue el ministro del Interior Eduardo de Pedro? Dicen que Victoria Tolosa Paz viajó en carácter de Observadora Internacional. Y Victoria Donda ¿cruzó la frontera en carácter de qué?
¿Y quiénes fueron los especialistas encargados de ejecutar la misión especial de colocarle a Lula la gorrita con la sigla de Cristina Fernández 2023?
¿Acaso siguen pensando que la mayoría de los argentinos somos estúpidos?
¿Qué no sabemos que Brasil es una potencia con 217 millones de habitantes, 315 mil millones de reservas en el Banco Central y una economía estable, mientras que Argentina parece un país en extinción?
¿Qué mientras nosotros rezamos para que la próxima inflación de octubre no pase el 6 por ciento y no llegue al 100 por ciento anual, los brasileños están preocupados por que la inflación de 2022 podría alcanzar apenas el 7 por ciento?
¿De verdad, De Pedro, va a seguir insistiendo con que Cristina y Lula son parecidos y tienen la misma historia?
Porque Lula fue a la cárcel por un delito de corrupción, que, comparado con los procesamientos de Cristina Fernández, es el equivalente a pasar un semáforo en amarillo.
Pero además, Lula, entre varias otras cosas, incorporó al sistema a varios millones de brasileños, mientras el peronismo, durante los últimos 40 años, lo único que hizo incorporar más pobres y generar más resentimiento, mientras sus funcionarios y militantes, al mismo tiempo, se hacían millonarios.
Ahora, los chicos grandes de la Cámpora dicen que hay que prepararse para el próximo discurso de Cristina, el viernes, montados en la consigna que, igual que Lula, perseguida injustamente por los fiscales, los jueces, la presa y la oposición, ella va a volver en 2023, porque millones de argentinos se lo piden.
Nos están tomando el pelo ¿no?
Porque Cristina ya volvió, junto a Alberto y Sergio Massa.
Porque Cristina, qué duda cabe, es la primera responsable de este desastre.
Porque Cristina está gobernando.
¿Cómo?
A los golpes.
A golpe de cartas abiertas destituyentes, discursos con carpetazo incluidos contra el presidente y tuits que, como el de la semana pasada, mandó para atrás a los aumentos que su gobierno había acordado con las prepagas.
Hagan las apuestas señoras y señores.
¿A quién atacará la vice primero?
¿Al presidente, quien hace dos semanas, en el coloquio de Idea se comparó con Cristina, procesada en Vialidad, Cuadernos y Hotesur, al desafiar a que alguien diga, ahí mismo, si su gobierno le había pedido una coima para algún negocio extraño?
¿Lo cruzará para que se someta a la mesa política del Frente de Todos y entregue la bandera de las PASO, que Alberto viene defendiendo, a capa y espada, siempre de la boca para afuera?
¿O empezará a hablar de funcionarios que no funcionan, haciendo referencia a su último tuit, donde dice que le resulta inaceptable el aumento de las prepagas que decidió en tiempo y forma, el próximo gobierno?
¿Comenzará a raspar a Massa, en quien nunca terminó de confiar?
¿Se detendrá a analizar el triunfo de Lula en Brasil, y se querrá poner a su altura, o la volverá a emprender contra Luciani y los jueces de Vialidad, al mismo tiempo que tratará de instalar una nueva hipótesis sobre la banda de los copitos?
Porque hoy, la justicia acaba de dar la orden de liberar, de inmediato, a los miembros de Revolución Federal.
Pero además, ¿Les dará la nafta para hacer todo junto?
Porque ahora, desde el jefe del grupo de tareas sucias de Cristina, Rodolfo Tailhade, hasta Andrés Larroque y Mayra Mendoza, a falta de una política económica coherente y un plan antiinflacionario, están muy ocupados en escrachar a compañías, con la leyenda:
Cómo están las cosas, la única buena noticias para el Frente de Locos es el nuevo capítulo de la interna de Juntos por el Cambio.
Con Patricia Bullrich amenazando a Felipe Miguel y diciéndole: “la próxima te rompo la cara”
Y sin pedir, ni a su colega ni a las audiencias ni a la gente disculpas por el exabrupto.
Con algún pícaro grabando ese momento tan picante.
Con los halcones y las palomas, los pavos reales, los gorriones y los cuervos metidos en una lucha de egos revueltos.
Una competencia abierta que involucra a Macri, Rodríguez Larreta y Gerardo Morales también.
Una pelea que los ciudadanos de a pie no terminan de entender, pero que responde, claramente, a la percepción de que Juntos por el Cambio puede volver al poder en 2023, y que hay que ordenar los términos de cómo se va a repartir la torta.
¿Y si empiezan al revés?
¿Y si terminan de discutir primero cual sería el programa de gobierno y el contenido del plan, y se lo presentan a los argentinos?
¿Si se encierran en una habitación bien grande, se dicen todo lo que se tienen que decir y se ponen de acuerdo en lo más relevante?
¿Y si de paso empiezan a pensar no solo en cómo gobernar, sino en cómo evitar el doble de toneladas de piedra que les van a tirar desde el minuto uno los mismos que hoy alientan el silencio cómplice al que aludía, en el recinto, la diputada Silvia Lospenatto?
Porque correr el riesgo de parecerse cada vez más a ellos, y entonces estarían siendo, para ponerlo en términos políticos, no solo funcionales al kirchnerismo, sino también a Javier Milei.