El periodista analizó en LN+ el contexto económico en el que vive el país y las consecuencias del atentado contra Cristina Kirchner
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Hoy, el Senado, volvió a repudiar el atentado contra Cristina. Es la enésima vez que lo hacen desde que la atacaron, el jueves de la semana pasada.
Hubo que aguantar largos discursos donde ella volvió a convertirse en el centro del mundo, y vos y yo, seres insignificantes, que solo existimos como para justificar la existencia de Cristina.
Con semejante aprovechamiento político, sus adictos están logrando lo contrario de lo que se proponen. Ratificando que viven en otro planeta. Uno donde no existe la inflación, ni la pobreza, ni la falta de trabajo, ni los problemas de salud, ni la inseguridad. Un mundo atravesado por autos oficiales, custodios que no custodian, asesores, pasajes, hoteles y celulares gratis. Un mundo pagado con tu plata y la mía. Un mundo donde los precios no paran de subir.
Mira: estos son algunos los productos que aumentaron más del 100 por ciento en los últimos 12 meses.
- Harina de trigo 000, más del 103 por ciento
- Huevos, más del 108 por ciento.
- Azúcar, más del 135 por ciento.
- Café molido, más del 151 por ciento.
- Jabón de tocador, 104 por ciento.
- Lechuga y cebolla, 200 por ciento.
Todos entendemos que fue un intento de magnicidio. ¿Y? ¿Eso significa que el mundo se tiene que paralizar? Acaba de morir la Reina Isabel de Inglaterra, y el mundo sigue andando.
Mejor todavía: como bien nos comentó Diego Cabot, para la justicia, se trata de un intento de homicidio agravado, y un caso ya casi resuelto, más allá del morbo y el IVA que le quieran agregar.
¿Por qué?
- Se encontró el arma.
- Se detuvo a la persona que le disparó.
Solo resta determinar si fue, como todo lo indica, un ataque premeditado, si Fernando Sabag Montiel lo planeó solo, con su novia Brenda Uliarte o con un grupo de freaks todavía más numeroso, y, por supuesto, aún falta determinar el lamentable papel de la custodia, que ni siquiera se dio cuenta de lo que efectivamente pasó.
No dejaremos de informar sobre el relevante hecho.
Pero la literatura sobre la banda de los copitos y otros detalles de color se la vamos a dejar para C5N.
Porque la Argentina no es Cristina. O, en todo caso, no es solo Cristina. Y si alguien, como José Mayans, nos quiere hacer creer que la paz social solo se va a lograr interrumpiendo el juicio oral por Vialidad, habrá, por suerte, un tsunami de reacciones para ponerle un límite.
Un límite como el que la Asociación de fiscales de la Argentina le acaba de poner a Axel Kicillof, quien, en el colmo del delirio ideológico, pretendió vincular al atentado con la decisión de Luciani de pedir una condena de 12 años para Cristina.
El caso del gobernador que grita, pero no gobierna nos parece digno de analizar. ¿Tiene la más mínima idea de lo que pasa en la provincia?
¿Sabrá que hay miles de bonaerenses que solo salen de su casa para trabajar y tratan de llegar antes de que oscurezca para evitar que los asalten o los maten?
¿Alguien lo increpará a Kicillof porque parece más preocupado en instalar un panfleto sobre las políticas de odio en las escuelas primarias y secundarias que en atender, por ejemplo, la salud de los más necesitados, que andan como zombies, pidiendo turnos de consultas médicas que nadie les termina de dar?
Fuentes del Instituto Patria afirman que ahora están tranquilos porque el chiquito, como le dice Cristina, monitorea a Massa para que no entregue las banderas de la lucha nacional y popular.
Que alguien le avise que Massa se lo está comiendo crudo. Que hasta les desenchufó las computadoras del plan conectar igualdad.
Que por hache o por b hace seis meses que no les liquidan las prestaciones a quienes deben cobrar su subsidio por discapacidad.
O que alguien le avise a Cristina que Axel se está haciendo el distraído, a cambio de la cuota parte que engordará en plan platita para las elecciones del año que viene. Te acordás del plan platita, ¿no?
Y que de paso alguien le diga también, a Kicillof, a la portavoz, Gabriela Cerrutti a Mayans, y a todos los que dicen que no existe una sola prueba para condenar a Cristina en la causa Vialidad, que se metan en el expediente. Es público. Está en la página del Centro de Información Judicial (CIJ).
Allí dice, muy clarito:
- Que Néstor y Cristina fueron los jefes de una organización criminal que funcionaba dentro del gobierno, pero que no abarcaba todo el gobierno.
- Una banda integrada por ella, De Vido, José López, Periotti, de Vialidad y Lázaro Báez, un señor que hasta 2003 trabajaba como cajero de banco y que fundó, de la noche a la mañana, una constructora, al mismo tiempo en que Néstor asumía como presidente de la Nación.
También dice, más clarito, todavía:
- Que a Báez le dieron el 85 por ciento de toda la obra pública de Santa Cruz.
- Que de las 51 obras que le encargaron, solo terminó 26.
- Que le pagaron de más, y antes que nadie.
- Que a medida que cobraba le giraba la plata a la familia Kirchner, constituyendo el mecanismo de coima más evidente que se haya investigado jamás.
- Que los 3 mil millones de dólares que Báez recibió del Estado se pueden rastrear, en parte, con la certificación de sus bienes.
- Bienes que incluyeron la flota de autos más espectacular de la Argentina y decenas de estancias que, en su conjunto, ocupan 415.000 hectáreas, el equivalente a 20 ciudades de Buenos Aires.
Y ya que están, les recomiendo además que lean el expediente de la causa Hotesur Los Sauces y Los Cuadernos de la Corrupción.
En Hotesur y Los Sauces está clarito que tanto Báez como Cristóbal López le pegaban a Cristina, Máximo y Florencia, en concepto de alquiler, y otros servicios, cifras exorbitantes, muy por encima del valor de mercado.
Y en los Cuadernos de la Corrupción hay toneladas de prueba, testimonial y documental. Con empresarios arrepentidos que admitieron el pago de coimas en efectivo. Bolsos con dinero que entregaban en mano a Roberto Barata y otros. Platita negra que iba a Casa Rosada, la Quinta de Olivos y el edificio de Juncal y Arenales, a metros de donde se produjo el intento de asesinato de Cristina, que enseguida, nosotros, desde aquí mismo, repudiamos.