El Presidente está convencido de que no debe mover ni un dedo para lograr que no rechacen su postura de vetar el pedido de aumento del presupuesto universitario
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Hasta el cierre de esta columna, Javier Milei seguía convencido de que no tenía que ceder ni un milímetro. Es decir: que no debía mover ni un dedo para lograr que no rechacen su postura de vetar el pedido de aumento del presupuesto universitario.
Tanto él, como al ministro de Economía, Luis Caputo, todavía seguían impactados por una sorprendente explicación, dada por Nayib Bukele, el viernes 30 de septiembre pasado, en ocasión de la visita oficial del presidente de El Salvador. Le habían preguntado cuál había sido la fórmula para obtener una mayoría parlamentaria aplastante, en las elecciones de principios de este año. Teniendo en cuenta, sobre todo, que había gobernado, durante los últimos cuatro años, con una minoría más débil, todavía, que la que presenta La Libertad Avanza en el Congreso Nacional.
Bukele contestó, palabras más, palabra menos: “Lo que resultó determinante fue dejar en evidencia a los políticos que trabajaron noche y día para impedir que hiciéramos lo que prometimos que íbamos a hacer”.
Quizá por eso, en la entrevista al ministro de Economía en La Cornisa seguía con la idea de no dar el brazo a torcer. Este es un breve anticipo de su respuesta: “Probablemente vayamos a la Justicia. [...] Vamos a actuar siempre en el marco de la ley”.
Tal vez por esa idea, la de no dar el brazo a torcer, muy cerca del Presidente otorgaron mucho valor a las últimas declaraciones de Hernán Lacunza, el último ministro de Hacienda de Macri, quien, en una muy interesante nota concedida a José Del Rio, declaró: “Si los lunes aumentamos las jubilaciones, los martes las universidades y los miércoles a los pilotos, el jueves subió la deuda y el viernes, la inflación”.
Por todas estas cosas Milei dice no estar para nada preocupado por los efectos de la anulación del veto. En cambio, sí, parece más urgido, por ganar, todos los días un poco, un nuevo capítulo de la estruendosa batalla cultural.
Para eso, las principales espadas de las fuerzas del cielo en las redes, como @TraductorTeAma, se encargan, minuto a minuto, de poner en evidencia los tejes y manejes de lo que definen como la casta política.
Sería muy recomendable que los analistas clásicos no subestimaran el impacto de las redes sociales, ni el uso que hace Milei de ellas.
El propio Macri, quien todavía aparece en un lugar incómodo después de la victoria de la Libertad Avanza, reconoció, en marzo de este año: “Es él, su hermana, las redes sociales y nadie mas”. De hecho, hoy, a las 11 de la mañana, el expresidente subió a su cuenta de X un posteo que bien podría ser convalidado por Javier Milei. ”Quedó claro que la UBA enfrenta una crisis de transparencia; desde 2015 no ha presentado ni una sola factura”, expresó.
¿Pero el Presidente y los otros dos lados del “triángulo de hierro” han sopesado, con el cuidado necesario, la caída de la imagen positiva de Milei y del gobierno, a partir de las últimas semanas?
Solo para citar la encuesta más reciente, la de Jorge Giacobbe: la novedad es que, por primera vez, la imagen negativa de Milei aparece superando a la positiva, con 46.2% contra el 42.2%.
Pero del mismo trabajo, surgen varios resultados muy interesantes, a preguntas de rigurosa actualidad. Por ejemplo, sobre el déficit de las cuentas públicas. El 51% considera que Milei tiene razón. Sólo que casi un 35% entiende que hay que llegar al déficit cero cueste lo que cueste. Y un 16.6% dice que hay que lograrlo, pero con menos ajuste. Luego, casi un 47% considera que Milei está equivocado, porque “no se puede hacer sufrir tanto a la gente”.
Hay otra pregunta, sobre el presupuesto universitario. Es importante destacar que, en su formulación, incluye la ciencia. Y aquí el 56.1% contesta que está en contra de ajustar sobre la educación y la ciencia. Y el 33% manifiesta estar de acuerdo con que se vete cualquier aumento que ponga el riesgo el equilibrio fiscal.
¿Pero qué acciones juegan en contra y cuáles juegan a favor de Milei? Sin dudas, una es su tendencia a responder con agresividad a gente que no respeta. Lo que hoy, Luciana Vázquez, en la sección A fondo, de LA NACION, presenta bajo el título de: “La furia de Milei. ¿Auténtica o impostada? Los riesgos de la violencia verbal como estrategia política”. Es un trabajo interesante. Analiza los seis discursos del presidente, en la Argentina, durante septiembre, incluido el del sábado pasado, en el Parque Lezama, en el que subió el volumen y la intensidad de los insultos a niveles extraordinarios.
La investigación divide el talante de Milei en “tranquilo”, “exaltado” y “furioso”. Y pone calificativos a los discursos: “tranquilo”, “enérgico” y, de nuevo, “furioso”.
Hay un cuadro con las citas textuales: desde “degenerados fiscales del Congreso”, “resentidos de izquierda”, “el autócrata golpeador”, para referirse a Alberto Fernández, hasta “ensobrados”, “esbirros mediáticos”, “culos sucios”, “como sufren los mandriles”, “ratas miserables” y “les cerramos el orto”.
Los analistas que participan en el artículo con sus opiniones son, en general, muy reflexivos e inteligentes. Pero casi ninguno pone el acento en cómo se consume la información hoy. Por ejemplo, este fin de semana, cualquier seguidor de Milei, e incluso del Pro, se podrían encontrar en un resumen, de menos de un minuto, como el de la cuenta de @escuelaaustríaca. Pero no hay, desde la oposición, una respuesta ni siquiera parecida. O con semejante impacto. En eso, los libertarios, le llevan a todo el sistema político, una ventaja considerable.
De hecho, además del efectivo manejo de las redes, incorporaron el componente del humor y las canciones alusivas a los temas de coyuntura. Esa herramienta antes era mejor manejada por figuras mediáticas del kirchnerismo, como el cadete Rosemblat. Pero ellos parecen haber quedado, para decirlo con suavidad, un poquito pasados de moda. Mientras tanto proliferan voces no tan prolijas ni tan editadas, como la de este señor, quien le pone letras del momento a las canciones se siempre, desde la cuenta @gustavoandresgal.
Y así, las redes arrasan con todo, casi en tiempo real. Desde la información dura y pura, como el voto cantado de Diego Santilli, a favor del veto de Milei.
Hasta hipótesis no confirmadas, como la supuesta decisión del presidente de que todos los hospitales nacionales les empiecen a cobrar atención a los pacientes extranjeros.
En realidad, a los consumidores de noticias nos bombardean con contenidos a toda hora. Sea con un recorte de hoy o de hace mucho tiempo, en el que algún integrante del denominado tren fantasma aparece descolocado. Por ejemplo, el videíto de una pregunta que le hizo Alejandro Fantino a Sergio Massa, en plena campaña, y que reproduce @pregoneroL.
O sea con @fernandoCerimedo_Ok respondiendo a un militante de izquierda de la Universidad de la Plata, llamado Leonel Acosta quien mostraba a “las ratas de la libertad avanza “huyendo”, “impedidas” de dar una charla a la que habían convocado a su gente.
Los analistas clásicos consideran que los trucos de magia de las Fuerzas del Cielo pudieron haber sido muy efectivos para ganar las elecciones, pero no para gobernar.
Y entienden al show de Parque Lezama como el comienzo del inicio de la autodestrucción del gobierno, tal como lo sugirió este domingo, Alejandro Borensztein, en su columna de humor político, en Clarín.
Pero los “intelectuales de Miller” insisten con que las críticas sobre las formas esconden una cierta tolerancia al oscurantismo y la corrupción, aunque el gobierno a veces aparece transando con los gordos de la CGT o con los tripulantes del tren fantasma.