El Presidente insistirá con la idea de que las cosas les están saliendo “tan bien, y, en tan poco tiempo” que, precisamente por eso, la “oposición destituyente” está desesperada
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El Gobierno no devaluará. Tampoco abrirá el cepo de inmediato. Recién “liberará el dólar” cuando termine de limpiar “toda la porquería del Banco Central”. O cuando las reservas aumenten “de manera significativa”. ¿Cuánto? Según nuestras fuentes, entre 15 mil y 20 mil millones de dólares más de las que tiene ahora. Lo suficiente como para enfrentar una corrida. Se lo dijo, palabra más, palabra menos, el propio Javier Milei, a Fernando González en una entrevista exclusiva para El Observador.
En simultáneo, en los próximos días, Milei llevará la conversación pública, al terreno donde mejor le está yendo: la batalla cultural (económica y política). Dirá, o les hará decir a los pocos que lo interpretan de manera correcta que:
- “El mayor ajuste en la historia de la humanidad” está empezando a rendir sus frutos.
- La inflación de mayo podría bajar hasta ubicarse en el 5%.
- Y que la economía, el año que viene, crecerá, completando el círculo virtuoso que se habría iniciado en diciembre de 2023.
El Presidente insistirá con la idea de que las cosas les están saliendo tan bien, y, en tan poco tiempo que, precisamente por eso, la “oposición destituyente” está desesperada. Inventando historias de internas, según el Presidente.
Pero eso no será todo. Porque los “gladiadores de las Fuerzas del Cielo” saldrán a defender y justificar las consecuencias más duras del ajuste, a saber:
- Una caída del salario promedio del 20% con respecto a los niveles de noviembre.
- Una pérdida de 63.000 puestos de trabajo en el sector privado formal desde diciembre hasta febrero, que se podrían convertir en 100.000 en marzo, según los datos oficiales del SIPA (Sistema Previsional Integrado de la Argentina).
Mientras tanto, Milei y sus fans seguirán disfrutando del desconcierto de ciertos periodistas autodenominados progresistas, quiénes todavía no terminaron de asimilar la derrota de las últimas elecciones presidenciales. Y seguirán subiendo a sus redes intervenciones como las de Mariana Brey en C5N, con el título de “Domando kirchos” y remate incluido de: “Digamos todo”.
Es un momento bisagra. Milei está volviendo de Madrid, España. Nunca, desde que asumió, fue tan cuestionado por sectores de la oposición y periodistas críticos sobre la naturaleza de su viaje. Jorge Lanata fue uno de ellos. Escribió: “Sus viajes son más personales que institucionales”, y agregó: “Milei debería ser el presidente de los argentinos y no de los militantes de la Libertad Avanza. O, en todo caso, solventar sus caprichos personales con sus ahorros”.
Incluso, el viernes, el vocero del presidente, Manuel Adorni, tuvo que levantar el tono para aclarar que la principal actividad de Milei en Madrid había sido recibir a CEOS y dueños de empresas españolas que invierten en la Argentina.
Para Milei, el viaje a Madrid tiene una gran relevancia. Y es parte ineludible de su batalla cultural y personal: llevar las ideas de la libertad más allá de la Argentina. O para decirlo mejor: convencer al mundo de que socialistas como el presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, se dedican a la política para su propio beneficio y no a favor del bienestar general. Y que eso incluye la certeza de que la mujer de Sánchez, Begonia Gómez, es una corrupta.
Más allá de la reacción del gobierno de España, quien llamó a consulta a su embajadora en la Argentina, el viaje de Milei no solo implica la pretensión de liderar a las fuerzas de la derecha en el mundo. También le sirve para enviar mensajes al sistema político argentino, incluidos algunos de sus exaliados. Porque cada vez que sus partidarios incluyen el concepto “fenómeno barrial”, le están hablando a Ricardo López Murphy. Y no solamente al diputado radical. También, y por extensión, a muchos de los economistas de los que hace unas horas se burló y a los que agrupó en el club de los devaluadores. Desde Miguel Angel Broda hasta Carlos Melconian. Desde Marina Dal Pogetto a Martín Rapetti.
Es que Milei y Caputo, pero también Federico Sturzenegger y José Luis Espert, están convencidos de que detrás del “club de los devaluadores” hay hombres de negocios y dirigentes políticos del peronismo y del radicalismo que quieren “romper” al Presidente antes de que la economía empiece a rebotar.
También esa es la justificación política del ministro del Interior, Guillermo Francos, cuando colegas del gabinete le preguntan por qué todavía no consigue sacar la Ley Bases y el capítulo fiscal. Milei ya sabe que no tendrá el paquete aprobado antes del anunciando Pacto de Mayo. El, Santiago Caputo y “la jefa”, Karina Milei, ya descartaron el acto del próximo 25 de mayo en Córdoba. Ahora evalúan si harán otra convocatoria en junio o julio, para quitarse la presión de encima y concentrarse en aprobar el conjunto de leyes de una vez.
Cada vez que pueden, los hombres del Presidente repiten que Milei no necesita la aprobación de ninguna ley para seguir bajando la inflación y mantener el equilibrio fiscal.
Sin embargo, el Gobierno no puede negar que su no aprobación le insume un altísimo costo político. Y es porque una buena parte del sistema, en la Argentina y entre los inversores del mundo, lo computan como una debilidad.
Milei todavía mantiene el compromiso de no volver a insultar ni a los gobernadores ni a los senadores ni a los diputados. Sin embargo, ayer, ante una pregunta de Horacio Cabak sobre la foto que se tomaron el gobernador de Chubut, Ignacio Torres, y el de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, por separado con Axel Kifillof llamó al gobernador de la provincia, “salvavidas de plomo”.
Pegarle, cada tanto, a Kicillof, es otro de los trucos preferidos del jefe de Estado. Consciente de la disputa entre el gobernador y Máximo Kirchner para quedarse con la herencia del kirchnerismo, Milei echa más nafta al fuego, y llama a Kicillof “chico soviético”, para pegarlo al fracaso de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa.
Ahora mismo, el Presidente parece relativamente tranquilo, porque las encuestas siguen registrando un nivel de adhesión parecido al porcentaje de votos que sacó en la segunda vuelta. Eso es lo que muestra el último trabajo de Opina Argentina dedicado, exclusivamente, a la gestión Milei.
La mayoría de los encuestados prefiere que la Ley Bases se apruebe con o sin cambios. Al mismo tiempo muestra su desacuerdo con el paro general del pasado 9 de mayo. Un 49 por ciento evalúa bien la política económica. Otro 49 por ciento considera de manera positiva la política de seguridad. El 50 por ciento estima que Milei “va por buen camino”. Pero solo el 40 por ciento evalúa como buena la política de ayuda a los pobres.
Quizá la respuesta más inquietante, para el Gobierno, es la que corresponde a la pregunta: “¿Quién está pagando el mayor costo del ajuste?”. Porque apenas un 18 por ciento entiende que lo está haciendo la casta política. Y un contundente 75 por ciento percibe que lo está haciendo el ciudadano de a pie. ¿Tiene este Gobierno fallas evidentes en la implementación de las políticas?
Parece un chiste de mal gusto, que mientras el Ministerio de Capital Humano, a cargo de Sandra Pettovello, presenta entre cuatro y cinco graves denuncias por mes, para “terminar con los curros”, todavía permanezcan en las áreas más sensibles del gobierno, 1867 cargos ocupados, en su gran mayoría, por militantes de La Cámpora y del Frente Renovador de Sergio Massa.
El dato no lo inventamos nosotros. Lo reveló en su primera comparecencia ante el Senado el jefe de gabinete, Nicolás Posee.
Cada tanto, el expresidente, Mauricio Macri, quien acaba de asumir de manera formal, la conducción de Pro, se pregunta si es porque no tuvieron tiempo de reemplazarlos o porque existe un acuerdo no escrito, entre funcionarios de la Libertad Avanza y Massa, o el mismo hijo Cristina. Por lo pronto, la última vez que Máximo apareció, destacó la construcción política de Milei y el hecho de que hace lo que dice.
El fuerte contraste entre las denuncias de los periodistas que investigamos, y el impulso que le dan a las causas judiciales Capital Humano y el ministerio de Seguridad, contra la pasividad del Ministerio de Justicia que encabeza Mariano Cúneo, y lo remolones que parecen algunos jueces, es otra de las cosas que el Presidente, ahora mismo, analiza con detenimiento.