¿Quién está ganando la batalla cultural, en la Argentina? Javier Milei y por mucho. Pero no tanto por mérito propio, sino como resultado de la comparación y el contraste con el desastre que dejó el peronismo.
El contraste, por ejemplo, entre su foto con Elon Musk del viernes y el inolvidable papelón de Cristina Kirchner en Angola, con Guillermo Moreno hablándole al oído y ella haciendo los gestos de la gallinita.
La comparación entre la química del Presidente con el dueño de X y el falso igualitarismo que te querían vender invitando a L-Gante a cantar el himno nacional, junto a la soprano trans del Teatro Colón María Castillo de Lima, con un sobre impreso digital del nunca más.
Milei está ganando la batalla cultural porque se anima, junto con su hermana, Karina Milei, a ordenar que se tape la placa celebratoria del ex-Centro Cultural Kirchner. La placa donde los nombres de Julio de Vido y José Francisco López, el de los bolsos con US$9.000.000, nunca debían haber sido incluidos.
Pero también está ganando la batalla porque comprendió, antes que la mayoría, que el tiempo del falso progresismo ya caducó.
Que más de la mitad los argentinos ya asimilaron que todo era una excusa del kirchnerismo para justificar y perpetuarse en el poder. Con inflación, corrupción, y pobreza. Es decir: una enorme fiesta que todavía no terminamos de sufrir, y que aún estamos pagando. En especial, están pagando, los mismos pobres a quienes ellos decían que venían a defender.
Algunos kirchneristas melancólicos, todavía desorientados, resisten como pueden. ¿Cómo? Usando a actores como Esteban Lamothe, militante de la candidatura presidencial de Wado de Pedro, para tratar de evitar que el sentido común de Guillermo Francella los vuelva a poner en evidencia como lo que son: unos tristes comisarios del pensamiento libre.
Otros utilizan la herramienta del desparpajo, para ver si pueden cooptar a algún desprevenido. Como la exlegisladora Ofelia Fernández haciendo cosplay y bailando de manera frenética en homenaje a la serie de animé “Ataque a los titanes”, en uno de los programas del streamer Tomás Rebord.
Pero Milei también estaría ganando la batalla porque el mundo en general y la Argentina en particular parecen estar saliendo de la denominada ideología woke, donde la cultura de la cancelación y la corrección política llegaron a su fin.
Quizá la tesis más acabada de este cambio de época la hayan suministrado Gastón Duprat y Mariano Cohn, con Bellas Artes, la serie que acaban de estrenar.
La vimos este fin de semana. La recomendamos fuerte. Te va a romper la cabeza. Tiene apenas seis capítulos de media hora cada uno. La actuación de Oscar Martínez es soberbia.
Oscar hace de Antonio Dumas, un historiador de arte y gestor cultural, quien gana un concurso para dirigir un importante museo de arte en Madrid. Vale la pena compartir el trailer. Se mete con todos los lugares comunes de la corrección política.
Duprat y Cohn son los creadores de Nada, Competencia oficial y El encargado, entre otros grandes éxitos. Además de ser unos animales de trabajo, son un par de grandes provocadores. Ellos van a contramano del soviet de los artistas progres y empáticos. Ellos les hacen decir a sus personajes sentencias inolvidables.
Como la de Eliseo, en El encargado, sobre “los garcas” que trabajan de buenos. Algunos creen que las referencias apuntan a Juan Carr. A nosotros nos parece que le caben a una gran parte de la progresía política, cultural, académica y periodística de la argentina.
Pero quizá quien mejor definió quiénes están ganando y quiénes están perdiendo la batalla cultural fue Santiago Maratea, en la entrevista con Luis Novaresio. Vale la pena verlo y escucharlo. Es una verdadera exquisitez.
Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo, sostienen que el gobierno también está ganando la otra gran batalla. La batalla contra la inflación. Y no solo por la progresión de la desaceleración que llevó a la inflación de marzo al 11%.
También porque la última inflación pura de Sergio Massa, la de noviembre del año pasado, había trepado al 12.8, casi dos puntos más de la que se registró ahora.
Caputo, a quien Milei, mitad en broma, mitad en serio, lo colocó en la categoría de talibán, le empezó a tomar el gustito a X. Y el mismo viernes, desde su cuenta, puso de relevancia dos datos.
- Que la inflación núcleo, por primera vez, había bajado de dos dígitos a un dígito. Exactamente 9.4.
- Que el relevamiento de expectativas (rem) de las consultoras para los tres primeros meses del año había llegado al 66 por ciento. O sea: 27 puntos menos que el 51.6 por ciento real.
Es decir: que sus colegas tenían la expectativa de que no iba a bajar la inflación tan rápido. Sin embargo, ahora y aquí, la gran batalla de Milei es contra el tiempo y para mantener eso que lo hace diferente la mayoría de los políticos: su integridad y su credibilidad.
Contra el tiempo, porque el fuerte ajuste que prometió, y que está ejecutando a los ponchazos, con algunas fallas en la implementación, podrían empezar a generar algún incipiente rechazo entre sus votantes.
En este sentido, las conclusiones de la última encuesta de Opina Argentina sobre expectativas económicas es muy ilustrativa. Pero también generan dudas algunas preguntas no respondidas sobre la ley de Bases, el capítulo fiscal y la decisión de designar a Ariel Lijo en reemplazo de Juan Carlos Maqueda como nuevo miembro de la corte suprema de justicia.
Las preguntas:
- ¿Es verdad que la ley bases se aprobaría en general pero que todavía no hay acuerdo sobre los poderes delegados, las empresas a privatizar, y el nuevo destino de los fondos fiduciarios que se están eliminado?
- ¿Es cierto que aún no se acordó con que base se va a volver a incluir el impuesto a las ganancias, porque los gobernadores patagónicos, de la pampa y otros se niegan de manera terminante?
- ¿Van a incorporar o no al debate el paquete de leyes de modernización laboral que presentó el radicalismo y que fue tan bien valorado por Federico Sturzenegger esta semana, en +Nación?
- ¿Por qué, después de criticar fuertemente al rey del tabaco, el titular de tabacalera sarandí, pablo otero, desde el gobierno, decidieron quitar el proyecto que afecta al sector?
Por último. En el círculo íntimo de Milei temen que la solución que le aportó Ricardo Lorenzetti para que la Corte no ponga trabas a sus reformas estructurales no sea todo lo efectiva que en verdad pensaban.
La semana pasada, alguien a quien Milei escucha y valora, le hizo la siguiente pregunte: “Javier, ¿y si los senadores de Cristina aprueban el pliego de Lijo pero no dejan pasar el de García-Mansilla?”.
Manuel García Mansilla es un académico muy respetado, pero intragable, desde el punto de vista ideológico, para los senadores de Unión por la Patria. Y también para muchos de la UCR.
Y después de la primera pregunta, le hizo otra, a boca de jarro: “¿Y si la defensa de un juez cuestionado como Lijo te hacer caer todo el discurso anticasta con el que construiste la narrativa de tu victoria y de tu gestión?
El próximo martes, las propuestas de Lijo y García-Mansilla serán publicadas en el Boletín Oficial. A partir de ese momento, el Presidente tendrá dos semanas para confirmarlos o retirarlos. ¿Estará ahora mismo evaluando el costo a pagar, mientras intenta estabilizar la economía?
Parece que no está dicha la última palabra. Es que Milei no se enamora de ninguna receta en particular. Solo las que le aseguran el éxito.