En este mismo momento, mientras tratamos de entender si la curva se viene amesetando o si vamos a una catástrofe sanitaria, el presidente Alberto Fernández está siendo presionado, de mala manera, una vez más, por Cristina Fernández, Máximo Kirchner y Axel Kicillof.
La madre y el hijo no dejan de llenarle la cabeza. Lo llaman para decirle que Larreta parece todavía peor que Macri y que Patricia Bullrich. Que no debe llamarlo ni escribirle. Que hay que responsabilizarlo por la catástrofe que se viene. Que no se asuste por la rebelión de los padres. Que el jefe de Gobierno va a terminar reculando. Que, si es necesario, el aparato de propaganda del kirchnerismo se encargará de vincular a Larreta con imágenes de argentinos conectados a respiradores. O testimonios de médicos que debieron elegir entre salvar a una y otra persona.
Hablamos de decisiones contra reloj porque es muy probable que, en las próximas horas, el Presidente termine haciendo lo de la última vez: anunciar nuevas restricciones sin consultar a la ciudad.
¿Qué nuevas restricciones?
Escenario número uno:
Iguales a las que se dispusieron la última vez, pero con una variante para las escuelas. La de la “presencialidad administrada”. Esto, para entenderlo sencillo, sería que cada colegio pueda decidir si abrir o cerrar más, según la evolución de los contagios.
Escenario número dos:
Anuncio de cierre total, igual al que se implementó el 20 de marzo de 2020, pero por 15 días. Es lo que pretenden Cristina, Máximo, Kicillof y los demás. Para inflar el globo de ensayo, lo usaron a Sergio Berni como el gran cuco. Pero Berni, licenciado en chamuyo, oficial del ejército, cirujano, ultradeportista, el hombre del millón de abdominales mientras padecía Covid, dice tantas tonterías por minuto que pronto lo van a mandar a guardarse. Ayer, en el programa de Juana Viale, Conrado Estol lo puso en su lugar una y otra vez.
Pero el otro escenario posible, el que sería mejor, consiste en esperar entre 24 y 48 horas más, retomar el diálogo con el jefe de Gobierno de la Ciudad y presentar los anuncios por consenso. Ojo: aún planteando las diferencias de criterio, pero con una base mínima de coincidencias, para que la mayor parte de los argentinos empiecen a acatar las restricciones.
Rodríguez Larreta también duda. No está seguro de tomar el teléfono y llamar al Presidente. Lo desalienta el último ataque de Cristina y Máximo, ejecutado por Luana Volnovich. Una operación sucia que incluyó, una vez más, manipulación de datos y de hechos para perjudicar a los altos funcionarios de la Ciudad.
Está claro que el cierre total que proponen Cristina y Máximo sería perfecto para no reconocer los enormes errores que viene cometiendo el Gobierno en el medio de la pandemia. ¿Cuáles?
· La cuarentena eterna, que terminó de destruir la economía, y que no impidió la acumulación, hasta el día de hoy, más de 60 mil muertos
· Su responsabilidad por la falta de vacunas
· Su ineficacia para controlar los encuentros masivos en el conurbano
· La utilización política en la distribución y la aplicación de las vacunas, desde los vacunatorios y los vacunados vip hasta la instalación de vacunatorios precarios con la marca Suteba/ Cetera que nos mostró una vecina de General Pachecho
Por todo esto, y espero que se entienda bien, nos atrevemos a enviarle al presidente Alberto Fernández un mensaje urgente. Le pedimos que tome el mismo teléfono con el que hizo retuit a este dibujo tan infeliz (el de Putín vacunando a un gorila y Alberto con la gasita en la mano), que se comunique con Rodríguez Larreta y lo convoque para presentar una decisión de consenso. O que, en el caso de que reciba un mensaje del jefe de Gobierno de la Ciudad, lo responda, para llegar al mismo resultado. Que se encierren horas, con especialistas de todas las áreas, para lograr acuerdos mínimos. Que se enfrente a esta crucial etapa de la pandemia dejando de lado, los cálculos electorales, los rencores personales y la ventajita que le quieren sacar dirigentes sin responsabilidad de gestión, como Máximo y Cristina.