Sergio Massa ya se siente presidente, pero Javier Milei todavía le puede ganar. Es más: por encima del ruido imperante, hay al menos cuatro encuestadores que proyectan un escenario de “paridad absoluta”. Son Federico Aurelio, de Aresco, Alejandro Catterberg, de Poliarquía, Cristian Butié de CB consultores, y Facundo Nejamkis, de Opina Argentina. Todavía ninguno pudo medir el fuerte impacto que está teniendo, por ejemplo, la falta de combustible en todo el país. La gente cargando nafta en los bidones. O para decirlo sin vueltas: la sospecha de que Massa está transformado a la Argentina, en lo peor de Cuba o lo peor de Venezuela, a toda velocidad.
Pero Massa acaba de terminar la mejor semana de su vida política. Los memes lo muestran comiendo pochoclo mientras Juntos por el Cambio estalla en mil pedazos. Poniéndose el traje de Napoleón Bonaparte y su emblemática sentencia: “No interrumpas a tu enemigo cuando está cometiendo un error”. Relamiéndose porque, con una inflación que viaja al 200% anual y el dólar a casi mil pesos, en vez de estar hablando de eso, se discute sobre la interna de la oposición.
Massa está feliz, porque está escondiendo con éxito al tren fantasma de los impresentables que lo acompañan. Impresentables que aparecieron, en una galería de treinta fotos, junto al posteo de un usuario que escribió: “A Milei, si no nos gusta, lo cambiamos en cuatro años…A la dinastía Massa…¡Nunca más!”.
Hasta se da el lujo, Massa, de tomarnos por tontos. De vendernos la falsa idea de que la “psicosis de la falta de nafta” se explica por “el quiebre de stock”. Es decir: por lo bien que andaría la economía.
Menos mal que cada tanto, por encima del humo, aparece gente lúcida como el Kun Agüero, y de repente nos cuenta la historia del venezolano que se fue de su país, con un enorme dolor, después de estar cuatro días esperando, arriba de su coche, para cargar combustible. La anécdota estremece. El hombre se fue con lo puesto hace 20 o 30 años, y no quiso, o no pudo, volver a su patria nunca más.
Para quiénes todavía dudan, y basan su decisión de votar en blanco, de abstenerse o de quedarse en casa por un dilema moral, es bueno que no se engañen. Que la neutralidad o la equidistancia siempre juegan a favor del aparato. O sea, del mismo Massa. Y recuerden que, el domingo pasado, el ministro ganó 37 a 30 haciendo trampa, y echándole mucha nafta al fuego.
Tres ejemplos contundentes:
- En plena veda electoral, usó fondos y recursos del Estado para mentir y decir que con Milei el boleto de tren y de colectivo en el Área Metropolitana de Buenos Aires aumentaría a mil pesos.
- Se gastó entre 2 y 3 puntos del PBI para repartir plata, planes sociales, subsidios y computadores, bajar el mínimo no imponible de ganancias y generar la falsa sensación de que te pone dinero en el bolsillo, mientras te la quita, fuerte, a través de la bomba de la inflación.
- Cada vez parece más claro que, durante el conteo de votos de la elección del domingo pasado, se produjeron “micro fraudes”. Pequeñas grandes trampas que pudieron haber afectado, y mucho, el resultado de la elección.
Entre 3 o 4 puntos a favor de Massa. Entre 3 o 4 puntos en contra de Milei. Estos son solo algunos ejemplos de micro fraudes, muy bien contados, por gente atenta, a la que no le gusta que le roben o le mientan.
Pero además Massa cuenta con un aparato de comunicación carísimo, comandado por el catalán Antoni Gutiérrez Rubí. Un aparato que trabaja en la des kirchnerización del candidato, y que utiliza cualquier recurso para lograrlo. Un buen ejemplo es el recorte y viralización de una nota a Jorge Lanata, en C5N, en la que el conductor de PPT argumenta que Massa no es kirchnerista, sino peronista.
Otro ejemplo, más burdo y más berreta, es el video de Rial, pidiéndole a Milei que se baje. Quizá, por las características del personaje que hizo el pedido, en una de esas, el efecto puede ser el contrario. Es decir: que empuje a algún indeciso a votar a Milei, como producto del rechazo que genera el emisor.
Y ya que hablamos de operaciones, de lo que esconde y de lo que elige mostrar Massa, vamos a presentar aquí y ahora, un audio explosivo.
Uno que forma parte de las escuchas legales de Cristina Kirchner que publicamos en febrero de 2018 pero que, hasta ahora, nadie, o casi nadie, se detuvo a analizar. Allí, la ex presidenta no solo confiesa que es Massa y no Macri el verdadero empleado del círculo rojo tal como se lo entiende en la actualidad: un sistema de empresarios prebendarios, jueces amigos, sindicalistas corruptos y dueños de medios a quienes no les gusta competir, sino sacar provecho del poder.
Además ella lo acusa tener contacto con el narcotráfico. Y lo dice de manera textual: “Massa es un empleado del círculo rojo y cumple órdenes. Además con vinculaciones con el narcotráfico. Yo estoy convencida que las tiene”. Hace tiempo que a Massa lo intentan lastimar con esa sospecha. Y él responde, palabra más, palabra menos: “Me dijeron corrupto narco, panqueque, ventajita, garca y ladrón. Y sin embargo, acá estoy. Tan malo no debo ser ¿no? El problema no es que dicen otros de vos, sino cuanto creés en vos mismo”.
Massa no solo ganó el domingo por su capacidad de manejar el aparato, ejerciendo casi la suma del poder público y siempre al borde de la ley. También ganó por su astucia para aprovechar los errores no forzados del adversario. Si hasta el propio Milei reconoció que, para la primera vuelta, el ministro había hecho una campaña mejor que la de él.
Los errores de campaña de Milei también lo ayudaron mucho:
- Su temible acto de cierre.
- La idea de que alentaba la ruptura con el Papa y el Estado Vaticano.
- La delirante propuesta de Lilia Lemoine.
- La instalación de que estaría a favor de la libre portación de armas, la compra venta de órganos y el comercio legal de bebés.
- Su vehemencia y su carácter irascible.
Vale la pena aclarar: igual de irascible que el de Massa o de Cristina cuando de enojan, pero menos asordinado. Menos careta. Más televisivo. Más espectacular.
Seamos sinceros: así como muchos vimos la reacción de Milei ante el potente murmullo en el estudio de A24 mientras dialogaba con Esteban Trebuqc, también pudimos ver, hace un tiempo, cómo Cristina, en la última entrevista que concedió a c5N, se quejaba de lo mismo. O cómo Massa se sacaba de encima a un colega que le hacía preguntas incómodas. O como usaba su fuerza física para zafar de alguien que lo estaba agarrando, al final de un acto, a metros de la casa Rosada.
Pero Milei, además, salió segundo porque no supo calibrar que algunas de sus propuestas sobre la economía, como la motosierra y la dolarización sin dólares, estaban ahuyentar a parte de los indecisos. Al final, lo tuvo que entender a la fuerza. Al compás de los votos que no pudo conseguir.
Entonces se vio obligado a escuchar y aceptar las sugerencias y propuestas de Macri, junto a los 11 puntos de un acuerdo político. Acuerdo que, según los firmantes, no incluye ni pedidos de cargos ni un pacto de dirigentes.
Ahora el equipo de campaña de Milei, que se confiesa bilardista, cree con más humildad que antes que todavía puede ganar.
Que si Massa, con plan platita, micro fraude y acuerdos por debajo de la mesa llegó al pico de su techo. ¿Por qué no pensar que Milei, o el deseo de cambio, terminaría imponiendo, sobre la continuidad de 28 años de kirchnerismo que tanto daño estructural le hicieron al país?
Quizá para los argentinos que vivimos angustiados, enojados, indignados y confundidos, sea bueno escuchar a los analistas que miran el asunto con perspectiva. Como Jaime Bayly, quien sostiene que sería suicida volver a votar como presidente a una persona que no suele cumplir con su palabra. E interpela a los argentinos que lo eligieron al preguntarles: “¿Porque te regalan 100 dólares por mes vas a entregarle tu futuro y el futuro de tu familia a Massa, en el mejor de los casos, durante los próximos cuatro años?