En su columna editorial de LN+, el periodista analizó lo ocurrido este martes en Jujuy y la reacción del gobierno de Gerardo Morales, luego de que se vivieran desmanes en las protestas por la reforma constitucional
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En su clásica columna de LN+, Luis Majul se refirió a los enfrentamientos entre los manifestantes y la Policía que se observaron este martes en Jujuy. Además de valorar positivamente la actitud del gobernador Gerardo Morales frente a las revueltas, analizó la reacción de Juntos por el Cambio y cómo esto repercute esto en el oficialismo nacional.
A continuación, la columna editorial completa de Luis Majul:
Quisieron voltear a Gerardo Morales y les salió el tiro por la culata. Quisieron meter una nueva cuña para dividir a los halcones y las palomas de Juntos por el Cambio pero ayer aparecieron pegados, con un discurso único, Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y la plana mayor de la coalición opositora.
Además, el gobernador de Jujuy pareció salir fortalecido, porque hizo lo que tenía que hacer: reprimir la violenta protesta, impedir que incendiaran la legislatura y sancionar una nueva constitución con los votos de su fuerza política y de la oposición también. Una de las imágenes más representativas del fracaso de los violentos fue la de una activista dándose la cabeza contra el vidrio de una camioneta de las fuerzas de seguridad, con el objetivo de victimizarse.
Ayer, Cristina y sus franquiciados de izquierda intentaron incendiar la legislatura, quemaron varios autos, vandalizaron otros, rompieron las calles para convertir el asfalto y los cordones en armas letales y atacaron a las fuerzas de seguridad con piedras y molotov. Hasta hace un rato, había 70 personas heridas, y 58 detenidas, muchas de ellas venidas desde Buenos Aires y de otras partes del país.
Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Wado de Pedro deberían empezar por buscar un buen estudio de abogados. Cuando todo esto termine, deberán responder por haber enviado a su gente al matadero, poniendo en riesgo su vida, a cambio de dinero contante y sonante, como reconocieron varios de los manifestantes de manera formal e informal.
Al contrario, los que parecen desorientados, confundidos y divididos son los componentes del Frente de Todos, empezando por su jefa y siguiendo por Juan Grabois, quien ayer intentó despegarse de los hechos de violencia, aunque nadie le cree demasiado después de lo que le dijo a Roberto Navarro cuando estrenaba su candidatura presidencial.
La oposición no debería tomar esto a la ligera. Anoche, Eduardo Valdés, uno de los impulsores del Operativo Puf, dio a entender que habrá muchos más ataques como el de ayer, con una declaración estrambótica.
Axel Kicillof no quiere ser candidato, De Pedro no mide lo suficiente y ayer, dirigentes ligados a Cristina y Máximo Kirchner acusaban de traidor a Rubén Rivarola, presidente del Partido Justicialista en Jujuy y hombre de Sergio Massa, a quien parecen no tenerle la confianza suficiente como para apoyar su candidatura a presidente de la Nación.
Cristina y sus incondicionales también impulsaron la revuelta en Jujuy porque quieren cambiar el eje de atención sobre lo que pasó en Chaco, una mancha de aceite que embadurna no solo al clan de Emerenciano Sena sino a casi todo el peronismo, incluido Jorge Capitanich y a la vice, que sigue teniendo al gobernador como uno de sus preferidos. Ayer también los investigadores encontraron más restos óseos y un dije que sería de Cecilia Strzyzowski, mientras Emerenciano, Marcela Acuña y su hijo César Sena pergeñan maniobras desesperadas para tratar de zafar.
Aunque nos la quieran vender cambiada, en el principio del final de su carrera política Cristina parece estar chapoteando en el barro, usando a los manifestantes como carne de cañón mientras intenta sacarse de encima a Alberto Fernández y Daniel Scioli, dos dirigentes a los que subestimó y humilló, y que ahora le están haciendo la vida imposible. No parece un epílogo digno de una dirigente que lo tuvo todo.