En LN+, el periodista analizó los dichos de Gabriela Cerruti sobre el monumento a los muertos por coronavirus
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¿Cómo se puede ser tan insensible?
¿Cómo se puede ser tan abyecto?
¿Cómo se puede ser tan miserable?
¿Qué tenés que tener dentro de la cabeza y en el alma, para llamar al homenaje de los muertos por COVID, en la Plaza de Mayo, “las piedras de la derecha”?
¿Con que lógica podés presentar semejante símbolo, Gabriela Cerrutti, como una cuestión ideológica, ante una ministra de un país extranjero, la ministra de género de España, Irene Montero, y luego subirlo a las historias de tu cuenta de Instagram, sin darte cuenta del dolor y la reacción que generarías en todos los que perdimos un familiar o un amigo como consecuencia de la pandemia que no supieron administrar?
Las piedras no representan a “la derecha”. Representan a los argentinos que murieron esperando las vacunas que tu Gobierno regalaba a militantes, amigos y amantes, @gabicerru. pic.twitter.com/o4ItToXlI6
— Ricardo López Murphy (@rlopezmurphy) November 10, 2022
¿No hay, alrededor tuyo, Gabriela, alguien que te tenga un poco de cariño, como para ponerle un límite a las cosas que decís, así, como al pasar?
¿Te detuviste, alguna vez, a analizar y pensar, que pasó con Abigail, que pasó con Solange Muse, que le sucedió a nuestro colega Gastón Recondo, uno de los miles de argentinos que no pudimos ni despedir ni enterrar como corresponde a nuestros muertos, como para llamarnos, tan livianamente, “la derecha”?
¿En serio, pensás, Gabriela, que hay muertos de izquierda y muertos de derecha?
¿Qué hay víctimas de izquierda y víctimas de derecha?
¿Qué hay, como dice el procurador del Tesoro, Carlos Zannini gente que mecería ser atendida en el vacunatorio VIP y gente que no?
Y si las piedras que estaban en monumento a Manuel Belgrano son “las piedras de la derecha”, las 14 toneladas de piedras que tiraron contra las fuerzas de seguridad en diciembre de 2017 que vendrían a ser? ¿…las piedras de la izquierda?
Y con idéntica lógica perversa, obtusa y discriminatoria, el cobarde ataque de esa misma tarde contra nuestro colega Julio Bazán sería una genuina manifestación de la indignación de la izquierda?
En una línea parecida habría que incluir el videíto que mandó a publicar Cristina, para justificar el pedido de recusación contra la jueza María Eugenia Capucchetti.
Porque una cosa es hablarle a los propios. Y otra cosa es darse manija con elucubraciones delirantes, más propias de una secta religiosa que de una organización política que gobierna y el país.
Y como si eso fuera poco, así como le pidió a Pablo Echarri que locutara el videíto para evitar ir a juicio oral en la cusa de encubrimiento a los criminales de Irán, ahora le pidió a Julia Mengolini que haga lo mismo con esta pieza conspiranoica, que, si no tuviera connotaciones tan graves, daría para reírse durante un buen rato.
En el caso de que la alusión a Milman fuera cierta, y permítanme dudarlo, teniendo en cuenta cómo vienen mintiendo, la pregunta correcta ante cada sospecha sería ¿Y?
Supongamos que Milman habló de Cristina en el café Casa Blanca.
¿Y?
Supongamos que dijo que se estaría yendo a la Costa si la pasara algo. ¿Y?
Supongamos que Milman la hubiera insultado o incluso le hubiese deseado el mal. El peor de los males.
¿Y?
¿Eso lo haría cómplice de la banda de lúmpenes de los copitos?
Pero la denuncia de Cristina es gravísima.
Y forma parte del discurso del odio.
Porque se trata de un diputado nacional.
Y porque los cabeza de termo que repiten cualquier tontería que dice la jefa, a partir de ahora, lo van a considerar el enemigo público número uno.
Menos mal que el tipo se las aguanta.
Menos mal que tiene la piel curtida por la fake news sobre la muerte de Santiago Maldonado, y de inmediato se presentó a la justicia para aclarar su posición.
Pero vos te imaginás lo que le podría suceder a cualquiera que, como a Milman, eligieran como chivo expiatorio, para alimentar el combo “me quieren muerta o me quieren presa, pero igual vamos a volver”?
(Porque se pueden comprender los motivos, pero no justificar las mentiras ni la desproporción de la reacción.
Cristina se siente acorralada.
Cristina está desesperada.
La Corte le acaba de ordenar que envíe a Luis Juez al consejo de la magistratura, como miembro de la segunda minoría.
Y no va a tener más remedio que cumplir con el fallo de la Corte, porque los fallos del tribunal no son una cuestión opinable.
Pero hay más.
El fiscal de la Cámara de Casación, Mario Villar, le acaba de pedir a los jueces que reabran la causa Hotesur Los Sauces, en la que están procesadas no solo ella, sino también Máximo Kirchner y su hija Florencia.
No se trata de una multa de tránsito por pasar un semáforo en amarillo.
Están sospechados de integrar una asociación ilícita y acusados de lavar dinero de la corrupción.
Están imputados por haber usado sus hoteles y sus departamentos para canalizar dinero proveniente del Estado y de ejecutar maniobras para lavarlo.
¿Qué maniobras?
Alquilar departamentos de su propiedad a tres veces el precio de mercado, en el caso de la Sociedad Anónima Los Sauces.
A Lázaro y a Cristóbal, para más datos.
Un solo número para comprender la trapisonda: a los inmuebles de Puerto Madero, se los alquilaron a López a 31 mil dólares, cuando el precio de mercado era, máximo 10 mil.
Al mismo tiempo contrataban las habitaciones de los hoteles como instrumento para canalizar el dinero proveniente de las coimas con maniobras de lavado.
Dos ejemplos burdos:
- El alquiler de las habitaciones del Alto Calafate, en el Calafate, a empleados de Lázaro, que trabajaban todos los días a miles a 300 kilómetros, en Río Gallegos.
- El alquiler de habitaciones del Alto Calafate a las tripulaciones de Aerolíneas Argentinas, durante años, y a un valor muy por encima de mercado.
Contra lo que sostienen Cristina Kirchner y su mayordomo político, Oscar Parrilli, cuando Margarita Stolbizer y Silvina Martínez presentaron la primera denuncia, no lo hicieron contra Florencia, sino contra Cristina y Máximo.
Florencia Kirchner no estaba dentro del radar de la investigación judicial.
La que la introdujo en el expediente fue su mamá, a través de dos decisiones audaces.
- Una: el giro de todo el dinero que estaba bajo investigación a las cuentas de su hija, para zafar de los embargos.
- Dos: La designación de Florencia como presidente de los Sauces SA.
El hallazgo de la caja de seguridad de Florencia Kirchner con más de 5 millones de dólares ahora es una prueba de las maniobras para eludir la acción de la justicia.
Los investigadores no tuvieron más remedio que incluirla como miembro de la banda criminal.
Discutir los detalles en un juicio oral y público la pondría a la vice en un lugar muy feo. Mucho más feo e incómodo del que tiene ahora: el de una madre que entrega a su hija para evitar que le quiten lo que considera su platita.
Pero esto no es todo.
Porque además Cristina espera, para principios de diciembre, una eventual condena en la causa Vialidad, en la que los fiscales ya pidieron una prisión preventiva de 12 años, y la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos.
Vialidad es considerado el delito precedente.
Son los casi mil millones de dólares que entre Lázaro y Cristina le habrían robado al Estado en beneficio propio.
Y Hotesur los Sauces sería la maquinaria para lavar dinero.
La lavadora automática que denunciaron los fiscales de instrucción, Gerardo Pollicita, y los del tribunal oral y público, Diego Luciani y Sergio Molas.
Por eso se prepara para la batalla final.
Por eso están juntando las piedras.
Y Alberto Fernández y Sergio Massa la miran silbando bajito.
Haciendo el menor ruido posible. De brazos cruzados.