El conductor de +Voces analizó lo que significa para el futuro político de la Argentina el fallo que sentenció a la vicepresidenta a seis años de prisión por administración fraudulenta de la obra pública
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La condena a Cristina Kirchner es una buena noticia. Y esta condena podría ser la primera de muchas otras, como en el juicio de Los Sauces Hotesur y los Cuadernos de la Corrupción, para citar las más relevantes.
Lo que no se puede catalogar como una buena noticia es su “amenaza” de no ser candidata del Frente de Todos. Ni a Presidente ni a senadora nacional. Porque encierra, dentro de esa amenaza, otra peor: la de romper todo. Desde la Corte hasta el congreso.
Y decimos romper todo, como acaba de intentarlo el hasta hace horas el presidente de Perú, Pedro Castillo, cercado por las denuncias de corrupción, aunque al final fracasó en el intento.
Vamos por partes.
¿Por qué decimos que esta condena es una buena noticia?
Porque deskirchneriza a la Argentina.
La hace más republicana, democrática y previsible.
Significa que, a pesar de todo, hay un Poder Judicial Independiente, capaz de resistir los fortísimos aprietes del poder.
Como lo explicó ayer el fiscal José María Campagnoli.
Con fiscales federales dispuestos a hacer su trabajo. Fiscales que acaban de apelar la decisión, porque creen que debía ser condenada no por fraude contra el Estado sino como jefa de una asociación ilícita. De una banda criminal.
Con jueces de bajo perfil, capacidad técnica, de carrera judicial, sobrios y responsables, que resisten las provocaciones.
Jueces que, a la hora de la verdad, hacen lo que tienen que hacer, sin aspaviento y con decoro.
Se que a muchos les hubiera gustado que a Cristina le “bajaran” más años de prisión, y que la prisión fuera de cumplimiento obligatorio.
Se que a otros les parece una eternidad que haya que esperar primero el fallo de los camaristas de la Casación y después el de la Corte Suprema, para obtener una condena firme.
Pero, con todo respeto, a nosotros nos sigue pareciendo que una condena a seis años, en pleno ejercicio de su enorme poder, continúa teniendo mucho valor.
Y que puede ser el principio de la construcción de un país un poco más normal.
Esta mañana, en 8:30 AM, hablamos con el presidente de radicalismo, Gerardo Morales.
Porque consideramos que hay cierto paralelismo entre lo que pasó en su provincia y lo que acaba de ocurrir con la vicepresidente.
Porque la condena, con prisión incluida, de Milagro Sala, fue uno de los primeros hechos que sirvieron para ordenar la provincia.
Jujuy era una provincia inviable.
Un estado paralelo gobernado por la líder violenta que ni siquiera podía soñar con crecer, porque su realidad estaba atravesada por los ataques a los adversarios políticos, el clientelismo y la corrupción.
Una provincia que solo se empezó a ordenar cuando los fiscales y los jueces perdieron el miedo y empezaron a cumplir con su obligación.
Por eso Morales ahora puede hablar de otras cuestiones con las que machaca a quien quiera escucharlo, como el litio, la energía solar o la venta de cannabis medicinal, a las que exhibe como algunas de las iniciativas para llegar al superávit.
Está claro que la inflación no va a bajar en cinco minutos solo por el fallo del Tribunal Oral en la Causa Vialidad.
Ya sabemos que este gobierno, considerado como el peor de la historia reciente, no va a dar vuelta todo, para bien, a partir de ayer, de la noche a la mañana.
Pero el alivio generalizado que produjo la sentencia ya es un montón.
Y el peronismo debería tomar nota de eso.
Porque ¿Cómo se tendría que interpretar el anunció de que no será candidata a nada?
¿Cómo una bravuconada producto del impacto recibido por la condena?
¿Y por qué se mostró tan dolida por el hecho de que dispusieran su inhabilitación para ejercer cargos públicos?
¿Acaso no sabe, Cristina, como abogada, que los jueces, cuando dictan una condena, tienen la obligación de hacerlo?
¿Acaso ignora que eso no le impedirá candidatearse a nada?
Vamos de nuevo.
¿A quiénes les estaba hablando, Cristina, ayer, desbordada, incontenible?
¿Al presidente Alberto Fernández y al ministro Sergio Massa, porque en realidad piensa que no hicieron lo más mínimo para evitar el avance de la justicia?
¿Los estaba carpeteando cuando, en el medio de su minuto de furia, argumentó que también ellos, como jefes de gabinete de su gobierno, deberían hacer sido condenados y que no lo fueron porque tendrían la protección de Clarín?
¿O acaso, sencillamente estaba tomando carrera, para generar un operativo clamor?
A esta hora, cualquier especulación puede durar lo que tarda un suspiro.
Solo sabemos que ayer, después del golpe judicial y político que recibió, se fue a una cena en Punta Lara, con Máximo Kirchner, Eduardo De Pedro, Axel Kicillof, Andrés Larroque, Jorge Ferraresi, Mayra Mendoza, Maria Teresa García, Carlos Castagnetto y el intendente de Ensenada, Mario Secco, quien hizo las veces de anfitrión.
Sabemos además que los instruyó para pelear por la raviolera del poder a lo largo y a lo ancho del país. Esto significa que a las cajas de la política no piensan renunciar. Que intentará usar la condena para emular un 17 de octubre o, en el caso de no obtener la respuesta adecuada, salir y romper todo.
También sabemos que el lunes que viene participará de un acto organizado por el consenso de Puebla, en el CCK, al que también, tenía pensado asistir, el presidente de la Nación.
¿Le declararán juntos la guerra a Héctor Magnetto, el grupo Clarín, los demás medios, los periodistas, en una suerte de revival de lo que fueron los peores día de la grieta, con la 125 y la ley de Medios que no pusieron imponer?
¿Intentará sumar a esta cruzada a Massa, el mismo que en su momento amenazó con barrer y meter preso a los ñoquis de la Cámpora y criticó el autoritarismo y los hechos de corrupción de Cristina y sus seguidores?
Porque el tiempo, a Cristina, le juega en contra.
Y el pasado también.
Nunca te olvides del verdadero motivo por el que fue despedida del ministerio de Hábitat María Eugenia Bielsa.
Porque en el kirchnerismo, decir la verdad, es transformarte en un enemigo.
Pero ya que por lo bajo dicen que son lo contrario, Alberto y Massa deberían intentar, en lo que queda de mandato, demostrarlo con hechos concretos ¿no?
¿Cómo?
Bajando la inflación con un fuerte ajuste del gasto.
Pero no subiendo impuestos.
Reduciendo los costos de la política.
De las empresas públicas.
No los haberes de los jubilados.
Interrumpiendo las transferencias discrecionales a la provincia de Buenos Aires, que constituyen un mega plan platita, multiplicado por mil.
No con más cepo al dólar.
Ni con parches que nos generan más incertidumbre y más desesperación.
Con menos humo y más decisiones imprescindibles.
Porque fueron todos ustedes los que dijeron que volverían para ser mejores, y nos están amargando la vida cada día mas.