En LN+, el periodista repasó los índices de pobreza e indigencia publicados por el Indec; “Nos debería avergonzar”, aseveró
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La Argentina está enferma: de pobreza, de indigencia, de falso progresismo y de violación sistemática de la ley.
Y su clase gobernante también está enferma: pero desesperación por el poder, y de búsqueda de impunidad.
Los datos de pobreza, conocidos hoy, deberían avergonzarnos.
- 17 millones de pobres, correspondiente al 36.7 por ciento de la población.
- 7 millones de indigentes, correspondiente al 8.8 por ciento del total.
Los kirchneristas que se llenan la boca hablando de un gobierno nacional y popular, deberían llamarse a silencio. Porque hicieron campaña vendiendo que en el año 2015 éramos más felices. Que iba a volver el asado. Que iban a aumentar el ingreso de los jubilados parando la bola de nieve de las leliqs. Que Alberto y Cristina iban a volver para ser mejores. Pero hicieron todo lo contrario. Puro chamuyo. Puro relato. Pura mentira.
Sí señora vicepresidente.
El gobierno donde usted manda, en el que usted reina e influye por sobre todos los demás componentes del Frente de Todos, es el peor de la historia, desde 1983.
Peor, incluso, que el de Fernando De la Rúa.
En cambio, una parte de la justicia, a la que usted califica de persecutoria y amañada, está demostrando que tiene a jueces y fiscales con los pantalones bien puestos.
Jueces como los tres magistrados que la acaban de procesar por el uso indebido del avión presidencial para trasladar muebles a su casa de El Calafate: los camaristas Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Mariano Llorens.
Y en especial Llorens, quien no solo la procesó, sino que consideró apropiado someterla a un juicio político, para tornar efectivo su encarcelamiento provisional.
Y también tiene fiscales como Gerardo Pollicita, Ignacio Mahiques y Sergio Molas. O el mismo Diego Luciani, quien le dijo en la cara porqué debería ser condenada a 12 años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos.
Además tiene fiscales como Carlos Stornelli, a quien usted calificó de extorsionador, espía y coimero, pero al que la justicia lo acaba de sobreseer, de las tres acusaciones, mientras la sigue investigando en otra causa por la que deberá responder: los cuadernos de la corrupción.
Y hablando de los cuadernos de las coimas. ¿Leyó La Nación hoy? ¿La nota de Candela Ini? Bueno: le cuento. El juez Julián Ercolini acaba de citar a indagatoria a 30 personas vinculadas a Daniel Muñoz, ex secretario privado de Néstor y suyo también.
Usted se tiene que acordar. Muñoz, el que lavó 70 millones de dólares en el exterior, y 130 millones de dólares en Argentina.
El que compró un departamento en el hotel Plaza de Nueva York y después lo vendió para adquirir unas cuentas hectáreas en uno de los lugares más caros del mundo, la isla denominada Turks and Caicos.
Muñoz, quien, según el chofer Oscar Centeno recibía los bolsos con dinero en el mismo edificio de la esquina de Juncal y Uruguay donde usted todavía fija domicilio. Y no solo allí, sino también a la Casa Rosada y la quinta de Olivos.
Porque mientras esperamos el fallo de los jueces de la causa Vialidad, y la reapertura del expediente Hotesur Los Sauces… ¿usted que va a decir, cuando le pregunten? ¿Qué no tenía la menor idea? ¿Qué no estaba al tanto de nada? ¿Qué “el gordo Muñoz” se los fumaba a usted y a Néstor, cambiando los bolsos grandes por unos más chicos, mientras se quedaba con el vuelto de los fajos de billetes que no llegaban a entrar en los más pequeños?
No fue magia, lo de Muñoz.
No fue magia, lo de la obra pública junto a Lázaro Báez.
Y tampoco es magia la construcción del relato.
Porque hoy, la construcción del relato K, lo atraviesa casi todo.
Desde las tomas de las escuelas delirantes protagonizadas por chicos que responden, entre otros a su liderazgo. Y que no saben ni siquiera lo que están defendiendo.
Hasta los piquetes de Belliboni apoyados por su gran amigo Juan Grabois, quien aprendió rápido la enseñanza del tero. La de gritar fuerte en un lado para poner los huevos en el otro.
¿Cómo gritó Grabois la última vez no?
Antes de dejar la sangre en las calles ¿no le podría pedir, señora vicepresidente, ya que es su amigo, que devuelva las bancas, los planes sociales y el enorme botón que maneja en Desarrollo Social, gracias a usted y a su hijo Máximo?
Tampoco parecen magia ni casualidad los ataques de los falsos mapuches en Villa Mascardi.
No. Qué va a ser casualidad.
Si ustedes tienen funcionarios que no la condenan y en cambio las alientan. Desde el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla hasta la ministra de Género, Elizabeth Gómez Alcorta
¿Por qué nos debería sorprenden que corran a la Gendarmería, le incendien un puesto y se metan en las casas de particulares, igual que la que tiene usted en el Calafate o en Río Gallegos?
Ustedes son también hijos del falso relato de la desaparición forzada de Santiago Maldonado. De la mentira que repitieron durante años, diciendo que los hijos de Ernestina Herrera de Noble habían sido robados a padres desaparecidos. De Néstor pidiendo perdón en la ESMA a las organizaciones de derechos humanos por la ausencia del Estado, olvidándose de la la Conadep, de Raúl Alfonsín y del Juico a las Juntas.
Y lo que está pasando con la economía, con el dólar, con la inflación y la guerra de los neumáticos también tiene que ver con las banderas progres de mentirita que defienden ustedes.
Siempre de la boca para afuera. Si fueran honestos con ustedes mismos.
Si fueran buena gente, y tuvieran coherencia intelectual y dignidad política, deberían reconocer los errores y empezar a arreglar ya todo. O casi todo. Es decir: lo que vienen estropeando desde hace casi 20 años.
Y en especial, desde diciembre de 2019 hasta la fecha.
Pero es más fácil dividir la torta entre tres, seguir agarrado a las cajas del gobierno y echarle la culpa a otros ¿no?
A propósito: parece que en algunos centros de estudiantes recomiendan no leer LA NACIÓN ni ver los programas de LN+.
Unos verdaderos demócratas ¿no?