Un análisis sobre la reacción del gobernador de la provincia de Buenos Aires luego de que se desató el escándalo por las imágenes de Martín Insaurralde y Sofía Clerici
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En su comentario político de LN+, Luis Majul se refirió a cómo accionó Axel Kicillof ante el escándalo de Martín Insaurralde. De acuerdo al análisis del periodista, el hecho de aceptarle su renuncia como jefe de Gabinete del gobierno de la provincia de Buenos Aires no fue suficiente. Además, comentó cómo afecta este hecho a sus posibilidades, y las de Sergio Massa, de ganar las elecciones.
A continuación, la editorial completa de Luis Majul:
Axel Kicillof dice que es honesto y austero, pero lo está tapando el barro de la corrupción. Ayer se mostró compungido y enojado a la vez, ante un periodista de C5N que no dejaba de tirarte centros a la cabeza. El razonamiento es muy sencillo. Si está tan enojado y compungido ¿por qué, en vez de aceptarle, a Martín Insaurralde, la renuncia, no lo echó, de inmediato? ¿Por qué no le inició un sumario administrativo? ¿Por qué no se presentó él mismo, en los tribunales de La Plata o de Lomas de Zamora, para denunciarlo por enriquecimiento ilícito, lavado de dinero y fraude al Estado provincial?
La respuesta es más obvia todavía. Porque no puede. Porque no quiere. Y porque forma parte, por acción u omisión, de una maquinaria de financiamiento de la política de la que, con ostentación o sin ostentación, él mismo se beneficia. Y porque Cristina Kirchner le pudo haber preguntado a él, igual que un día le preguntó a José López, cuando el hombre de los bolsos le mostró un cuaderno con anotaciones, que incluían los negocios oscuros de Néstor y los empresarios.
Este cuadro con el aumento de los empleados públicos y los cargos políticos, desde que Kicillof asumió, demuestra que, el gobernador, lejos de ser austero, es el gran responsable del zafarrancho de contrataciones y gasto, que todavía no termina. Entre 2019 y 2023, incorporó a casi 40.000 personas en cargos públicos. Y más de 600 personas en cargos políticos.
Inmediatamente después de que Máximo Kirchner y Cristina le impusieran como jefe de gabinete a Insaurralde, él montó un área nueva, al mando del Carlos Bianco, el chofer del Clío, en la que conchabó a sus amigos, amigas y amigues, incluida Victoria Donda, quien pretendía pagarle a su empleada de la casa con dinero del Estado.
Pero esto sería lo de menos. Porque desde que él mismo se conchabó en el Estado, le hizo perder a la Argentina casi 50 mil millones de dólares, entre la estatización de YPF, el pago de la deuda al Club de París y otras decisiones políticas de las que se sigue jactando, como si fueran grandes hazañas.
Kicillof y Sergio Massa están ahora en el mismo barco. Haciendo torniquetes a troche y moche para detener la sangría. Pero, en el caso del Bandidogate, la tira con los vuelos al exterior de Insaurralde y Sofía Clerici no viralizarse, y la investigación ya pasó las fronteras de la Argentina.
Ayer, a última hora, el Banco Central de Uruguay inició una investigación de oficio sobre un presunto pago ilegal de Insaurralde a Jésica Cirio a través de un banco o una entidad financiera de ese país. Y también ayer, en el caso del Chocolategate, la decisión de la fiscal general Betina Lacky de abrir el celular de Julio “Chocolate” Rigau volvió a inquietar a los camaristas y todo el sistema político, que quieren enterrar el asunto como sea.
¿Será cierto, como sostiene Federico Aurelio, que esto no mueve la aguja de la campaña, y que Massa, en el medio de semejante escándalo seguiría entrando al balotaje? ¿O, por el contrario, Néstor Grindetti estaría a punto de ganarle a Kicillof, como revela una última encuesta de la consultora Fixer?