En LN+, el periodista analizó la caótica sesión del Congreso, que Stolbizer tildó de “vergonzosa”
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La mayoría de los argentinos estamos hartos de Cristina y sus cómplices, activos y pasivos. ¿Viste la vergüenza que fue hoy lo del congreso?
Te lo resumo con el tuit que publicó Margarita Stolbizer mientras la sesión se estaba llevando a cabo: “La sesión de es un bochorno. Nunca visto. Sin reglas. A los gritos. Tema importante como la creación de Universidades con los balcones llenos de barras para vivar a Néstor y Cristina e insultar a la oposición”.
Estamos hartos de que nos griten los pibes para la liberación, cuando todos los días nos quitan más libertad. Libertad económica, política e individual.
Sí señores.
Hay que decirlo sin vueltas.
La mayoría de los argentinos estamos intoxicados de kirchnerismo, la fuerza política que secuestró al peronismo en 2003 y a cuyos dirigentes, años después, Cristina los mandó a suturarse la cola.
Kirch-ne-ris-mo. La misma organización que, a partir de 2008, en medio del conflicto con el campo, sembró la semilla del odio y el resentimiento entre las familias, los compañeros de trabajo, los amigos y los vecinos, aunque algunos despistados todavía lo llamen grieta.
Ahora mismo, en vez de concentrarse en bajar la inflación y los alarmantes niveles de inseguridad, nos tienen pendientes de si unos cuántos cabeza de tacho se deciden o no a quemar el país el próximo martes 6 de diciembre, enojados porque la justicia está por condenar a Cristina como la jefa de una banda de criminales.
Qué raros son los kirchneristas ¿no? Porque hasta hace cinco minutos, para defender a Alberto, el mismo D’Elía gritaba a los cuatro vientos que Cristina no se había ganado la plata trabajando.
¿Qué te puedo contar, a esta altura, que vos no sepas?
La de Cristina y los chicos grandes de la Cámpora es una agenda pequeña, egoísta, personalísima, retorcida.
Insoportable.
Y al mismo tiempo, el desastre que están haciendo con la economía no tiene precedentes.
Es monumental.
Para que te des una idea, prestá atención al desesperado pedido del diputado nacional y ex ministro Ricardo Buryaille, quien no consigue el medicamento para aliviar la enfermedad de su hijo, con parálisis cerebral.
La solidaridad que recibió el ex ministro de agroindustria es directamente proporcional a su desesperación por no conseguir el anti convulsionante.
Y la pregunta correcta es: si faltan este tipo de medicamentos imprescindibles ¿Cuánto va a tardar en faltar alimentos, e incluso combustible, como en la Venezuela de Hugo Chávez y Nicolás Maduro?
Mientras tanto, desde la Casa Rosada se anuncia la compra de un nuevo avión Tango 01 por el que todos nosotros vamos a terminar pagando cerca de 25 millones de dólares, bajo la excusa de la salud o la seguridad del presidente.
Ejemplo para contradecirla hay a patadas.
Pero quizá el de Angela Merkel, cuando llegó a la Argentina a bordo de un avión de línea para la cumbre del G 20, sea el más emblemático.
A menos que todavía en el gobierno sigan creyendo que Alemania tiene más pobres que la Argentina, como nos quiso vender hace unos años, el inefable Aníbal Fernández, para no contradecir a la jefa.
Son una especie única en el mundo.
Y sino, decime que hace el jefe de grupo de tareas sucias de Cristina, el ex espía Rodolfo Tailhade, poniendo todo su talento en hacer un noticiero del lawfare, para que la monada se deleite con la teoría de Macri mufa.
¿Vos decís que le falta un caramelo en el frasco?
No lo sabemos.
Lo que sí sabemos es que se colgaron del mundial para hacer algunas travesuras.
De hecho, cuando todavía no se habían completado los partidos de los octavos de final, nos enteramos de dos travesuras bien grandes.
Una: la decisión de la mayoría oficialista de la auditoría general de mantener la confidencialidad los contratos del Estado con los laboratorios para la compra de vacunas de COVID.
Y dos: los proyectos de ley para la creación de ocho nuevas universidades, que se deberían haber aprobado hoy, en sesión especial de Diputados convocada por el Frente de Todos.
Lo de mantener la confidencialidad de los contratos con los laboratorios ya está haciendo mucho ruido.
Los auditores de Juntos por el Cambio, Miguel Ángel Pichetto, Jesús Rodríguez y Alejandro Nieva, rechazaron el dictamen de la mayoría, argumentando que el país necesita saber cuánto y cómo se pagó, y si los laboratorios entregaron las vacunas en tiempo y forma.
Así, volvieron a poner sobre la mesa, aunque sin mencionarlo, el rechazo a la oferta de Pfizer para la provisión de más de 13 millones de vacunas, en pleno brote de pandemia.
Rodríguez le contó a nuestra colega Laura Serra que estamos hablando de 10 contratos por 1.737 millones de dólares para comprar 146 millones de dosis.
Por otra parte, la creación de nuevas universidades contiene la sospecha de que van a ser ungidas para calmar el insaciable apetito de cargos públicos. Entre los beneficiarios políticos se encontrarían Axel Kicillof, Sergio Massa, y la línea del radicalismo que responde a Enrique Nosiglia y Emiliano Giacobitti.
Quizá las nuevas universidades sean necesarias, pero cada vez que el kirchnerismo mete la mano en la educación, es para hacer negocios, o adoctrinar.
A los alumnos, y a los docentes también.
Como la profe Laura Radetich, quien no soportó que un chico más o menos preparado la confrontara con sus propias ideas.
Y para completar el cuadro de falta de transparencia la presidente de Diputados Cecilia Moreau acaba de frenar la designación de cuatro miembros de la Cámara al Consejo de la Magistratura.
Lo hizo fuertemente presionada por Cristina Kirchner y su padre. Con el objeto de pelear palmo a palmo por cada asiento del organismo que regula la actuación de los jueces.
Vos no tenés porqué estar al tanto de los detalles, pero, en vez de meter proyectos de ley con 48 horas de anticipación ¿no te parece un verdadero fraude parlamentario?
¿No deberían estar sesionando, por ejemplo, para votar una nueva ley de alquileres que les permita a los inquilinos alquilar y a los propietarios ofrecer los inmuebles?
Pero al oficialismo, que vos no puedas alquilar, no le importa para nada.
Como tampoco le importa al gobernador que grita pero no gobierna, Axel Kicillof, que vos tengas miedo de salir de tu casa para ir al laburo y que te asalten o te maten. Por un celular o por lo que sea.
Lo único que les importa, ahora, es hacer mucho ruido para que la palabra condenada no aparezca al lado de Cristina Fernández de Kirchner.
Entonces amenazan e insultan.
Nos quieren meter miedo.
Pero así como el relato, todos los días, se cae un poco más, los amagues de venganza ya no tienen el mismo efecto que cuando los hacía Néstor, o los empezaba a hacer Cristina.
Al contrario: nosotros nos atreveríamos a recomendarles que se cuiden de sus aliados, porque mañana van a volver a las calles, con la impronta de Juan Grabois.