Mientras se demora la aprobación de la Ley Bases, Javier Milei está empezando a registrar síntomas de impotencia; aunque el Presidente mantiene el amplio apoyo que lo llevó al poder
- 8 minutos de lectura'
¿Hay una crisis política que puede poner en peligro el principal logro del gobierno, la baja de la inflación? ¿O, por el contrario, la economía está empezando a rebotar y eso explica “las últimas reacciones desesperadas de la casta”?
Vale la pena compartir ahora, algunos textuales de la entrevista que dio Luis Caputo, en LN+:
- “La inflación de mayo va estar por debajo de los cinco puntos”
- “Desde el mes pasado, la economía, pegó la vuelta: hay claros signos de recuperación”
- “Se están recomponiendo fuertemente los salarios”
- “Las jubilaciones le están ganando a la inflación”
- “Pasamos de discutir el riesgo de ir a una hiper inflación a la calidad de los créditos hipotecarios a 30 años”
Lo más novedoso del reportaje fue su tono político. La sospecha de Caputo de que la oposición intentará sabotear, una vez más, la Ley Bases, para terminar de “voltear” al Presidente.
También es novedosa su lectura sobre los incentivos que explicarían, “el golpe” contra Milei.
- “La oposición tiene un único objetivo, que es tratar de voltear a este gobierno”.
- “Siempre sospeché que durante el primer trimestre, a la ley bases no lo iban a aprobar”.
- “Para ellos, la política es un negocio”.
- “Están en la política a hacer plata”.
Que Juan Gabrois hace las cosas por dinero y no para sacar a nadie de la pobreza, lo sabemos, al menos, desde 2018. Que tampoco tiene la más mínima coherencia sino un ego del tamaño de Dios que explica el robo de los comedores fantasma para financiar su campaña presidencial, tampoco es una gran novedad. Pero ya conoces a los “dirigentes” peronistas en todas sus variantes, ¿no? Pueden decir y hacer una cosa hoy y otra mañana. Y todo, por supuesto, sin siquiera fingir demencia.
Por eso resultó tan tragicómico el contenido del ataque de Grabois contra Leila Gianni. Como si la conversión de la funcionaria -de cristinista a macrista y más tarde a massista- fuera imperdonable. Y como si los miserables cambios de opinión de Grabois, que incluyen el cuestionable patrocinio espiritual de Jorge Bergoglio, fueran pura virtud.
Seamos serios. De hecho, Grabois, al igual que Gianni, estuvo no solo con Alberto, sino también cerca de Macri, a través de Mario Quintana y Carolina Stanley, los funcionarios que le proporcionaron planes y otros subsidios. Es más: sabemos que, en su momento, Grabois fue a pedirle ayuda a Mieli. Es decir, creemos que este oportunista también se podría haber unido a las fuerzas celestiales si el Presidente le hubiera dado una oportunidad.
Y ya que hablamos de negocios y política, ¿alguien podría responder, desde el Gobierno, por qué descubrieron tantos comedores fantasma en la agrupación de Grabois, por un lado, pero aún no han encontrado ninguna irregularidad en la administración del Fondo de Integración Socio Urbana (FISU), por el otro?
¿O necesita el nuevo administrador del FISU, Sebastián Pareja, que le enviemos algunos informes de La Cornisa, donde la “grabista” Fernanda Miño aparece metiendo la pata una y otra vez?
Según escribió Ignacio Ortelli en Clarín este fin de semana, Milei le dio luz verde a Sandra Pettovello para que audite el FISU. También autorizó a su “brigada anticorrupción” a cruzar datos entre los proyectos pagados, los registrados y los terminados. Es más: todo indica que lo convalidó este sábado en la Quinta de Olivos, junto al Presidente y al propio ministro de Economía.
Sin embargo, la ministra deberá responder otra pregunta antes de que sea demasiado tarde: ¿por qué Capital Humano firmó un contrato con el PNUD, un organismo de la ONU, por 14 mil millones de pesos para comprar alimentos en febrero y todavía no ha adquirido ni distribuido ninguno?
La información fue revelada por nuestro colega Federico González del Solar. Y este nuevo caso amenaza con convertirse en un dolor de cabeza tan grande o incluso más que el de las seis toneladas de alimentos.
Pero ahora que ha cumplido medio año de gestión, ¿habrá aceptado Milei que este superministerio, que incluye Desarrollo Social, Educación, Cultura y la Anses, es imposible de manejar para una sola persona, aunque sea honesta y tenga como principal objetivo terminar con todos los “pufos” de “la casta”? Hay indicios que sugieren que sí, aunque esta aceptación no incluye, por ahora, el reemplazo de Pettovello.
¿Está empezando a escuchar el Presidente a quienes le aconsejan que debe lograr la aprobación de la Ley Bases, aunque eso implique morderse la lengua antes de hablar de “los degenerados fiscales” que, según él, se han unido para impulsar una nueva fórmula jubilatoria, cuya segunda intención sería romper el equilibrio fiscal?
Todo indica que también lo está entendiendo, aunque acto seguido le explica a su círculo íntimo que le cuesta mucho callarse la boca. Que no forma parte de su naturaleza dejarlo pasar.
¿Está empezando a escuchar Milei a quienes le insisten para que no haga viajes al exterior que se entiendan como autorreferenciales? ¿Escucha a quienes le dicen que no acepte entrevistas que tengan un alto impacto pero que podrían hacer dudar a futuros inversores? ¿En especial, a quienes piden estabilidad y seguridad jurídica para empezar a invertir, aunque se divierten con las definiciones de Milei que comparten y celebran?
¿Ha llegado el momento de abrir el juego a funcionarios con más experiencia, como los que le sugirió Mauricio Macri en su momento? La última vez que ambos acordaron trabajar en equipo, se puso sobre la mesa una hoja de ruta que incluyó una estrategia parlamentaria conjunta para evitar “derrotas” como la de esta semana y la designación de una serie de funcionarios en la primera, segunda y tercera línea para mejorar la gestión y el funcionamiento general del Gobierno.
Antes, la justificación era que Santiago Caputo no quería que el desembarco de cuadros de Macri fuera percibido como un “segundo tiempo”. Y que Nicolás Posse tampoco deseaba teñir el organigrama de amarillo. Pero ahora, que Posse no está y resulta evidente que el Gobierno necesita menos topos y más funcionarios con cierta experiencia y mejor calidad de gestión, ¿cuál sería la traba? Se preguntan los hombres de Macri.
Hace más de un mes que Milei y el expresidente no se ven en persona. Lo que Macri todavía no termina de entender es por qué hay tantos altos funcionarios cercanos a Massa en entidades como la Aduana, Transportes y la AFIP. Se sigue preguntando si es ingenuidad, un acuerdo político o un pacto de negocios. ¿Se avecina una nueva cumbre para terminar de averiguarlo?
El Presidente, al igual que el ministro Caputo, cree que esta semana los mercados volverán a la normalidad. Esperan lo que consideran “muy buenas noticias”. Por ejemplo:
- La confirmación de que el índice de inflación sigue bajando y que se ubicará por debajo del cinco por ciento.
- La aprobación de la última revisión del programa del FMI, que incluirá un desembolso inmediato de 800 millones de dólares.
- La certeza de que, como máximo, de los cinco mil millones de dólares en swap que se le deben a China, solo se deberán abonar, en los próximos días, como máximo, mil millones de dólares.
- La posibilidad cierta de que se apruebe, en general, la Ley Bases, incluido el capítulo fiscal.
- La evolución de la tabla de semáforo del crecimiento de la actividad económica por sector. Ambos dicen que está cambiando del rojo al verde todos los días, un poco más.
Pero, ¿qué está pasando con el humor social? Los últimos números de Facundo Nejamkis, de la consultora Opina, lo explican con claridad. Parecen coexistir dos escenarios. Dos climas. Por un lado, el “círculo rojo” y los analistas clásicos, muy preocupados, escépticos y pesimistas, por ejemplo, con:
· La subida del dólar, la baja de los bonos argentinos y el supuesto atraso cambiario.
· La media sanción de la nueva fórmula jubilatoria que prefigura una nueva mayoría en Diputados.
· La demora en aprobar la Ley Bases.
· Los errores no forzados de gestión.
· El carácter y las formas de Milei.
Otro clima parece ser el que vive la sociedad en general, donde todavía el Presidente mantiene la amplia mayoría que lo llevó al poder, con más del 50% de los votos. Nadie debería subestimar estos datos. Porque en cualquier caso es un escenario tenso y muy polarizado. Más polarizado, aún, que el que había durante el gobierno de Alberto, Cristina y Massa.
Sin embargo, el Presidente y el Gobierno deberían prestar atención a un cambio en las respuestas a las preguntas de los grupos focales. Porque se está repitiendo, palabra más, palabra menos, la siguiente respuesta: “Milei quiere cambiar el país, pero estos hijos de puta no lo dejan”.
Y deberían prestar atención porque esa afirmación tiene dos caras. Una: la confirmación de que la casta sigue activa. Y la otra: la aceptación de que Milei está empezando a registrar síntomas de impotencia. Más allá de los estimulantes baños de amor callejeros, incluidos los niños en edad escolar que saltan con el Presidente, a metros de la Casa Rosada, al ritmo de su apellido.