En LN+, el periodista analizó el rol del sindicalismo argentino y lo vinculó con las reelecciones indefinidas de los barones peronistas
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Durante las últimas horas, los analistas clásicos sonreían al escuchar al filósofo contemporáneo, el sindicalista multimillonario y sincericida, José Luis Barrionuevo, decir que el peronismo está hecho mierda.
Lo celebraban. Como si estuviera descubriendo América. Como si fuera una novedad.
Qué tipo raro Barrionuevo ¿no?
De repente aparece junto a los gordos de la CGT, en Obras, pidiendo más platita y más poder. Pero 5 minutos antes lo encontrás agitando la candidatura a presidente del ministro del Interior de La Cámpora, Eduardo Wado de Pedro.
Andá a saber que estaría negociando ¿no?
Lo que debería haber dicho Barrionuevo es algo más cierto y más grave: que el peronismo, todo el peronismo, tiene secuestrado al gobierno, colonizado al Estado, y que está haciendo pelota al país, con los argentinos adentro.
Pero ellos hablan así porque nadie les pone un límite. Porque nosotros, como sociedad, no les ponemos un límite.
Sino fíjate lo que sucede con Pablo “El Salvaje” Moyano, quien, después de cometer un delito detrás de otro (desde los bloqueos a las empresas y hasta el armado de una banda criminal para defraudar a un club de fútbol) ahora se para en el centro de la escena, e, impulsado por el pánico de perder las elecciones y que encima lo metan preso, se da el lujo de aconsejar a Alberto y a Cristina para “que se dejen de joder”.
Moyano, junto con Máximo Kirchner y Luis D’Elía, son los dirigentes con más rechazados por la sociedad. Se oponen a la modernidad. Atrasan. Pero siguen agarrados al queso. A la manija del poder. Y en el caso de los gremios, se trata de un verdadero escándalo.
Prestá atención a estos datos.
Toda una vida dedicada a los negocios.
- Pedro Zambeletti, del sindicato de pinturas, 48 años
- Jorge Santat, aeronavegación privados, 47 años
- Luis Barrionuevo, gastronómicos nacionales, 43 años.
- Amadeo Genta, municipales porteños, 39 años
- Guillermo Pereyra, petroleros, 38 años
- Rodolfo Daer, Alimentación, 38 años
- Carlos West Ocampo, Sanidad, 37 años
- José Luis Lingieri, Obras Sanitarias, 35 años
- Armando Cavalieri, 36 años
- Julio Piumato, 32 años.
- Andrés Rodríguez, 32 años
¿Hiciste la cuenta a ojo?
Da mucho más de 30 años, promedio, de dirigentes sentados en las multimillonarias cajas de las obras sociales sindicales.
Más de 3 décadas haciendo negocios con los juicios laborales a través de los estudios jurídicos.
Más de 30 años comprando clubes de fútbol o medios de comunicación.
Y, de repente, secretarios generales como Andrés Rodríguez, de UPCN, van a pedir más lugar en la mesa del poder con un Audi 6 cuyo precio de lista es de 180 mil dólares, aunque dicen que si le regateas el precio, lo conseguís por 140 mil.
Es decir: a un dólar de 300 mangos, los que cobran el salario mínimo vital y móvil necesitarían 725 meses para pagarlo.
Más o menos 51 años.
Hoy, en el pase entre 8:30 AM y Buen día Nación, Luis Novaresio, hablando del asunto, pedía un poco de decoro. Algo así como: muchachos, disimulen. No nos refrieguen por la cara lo mucho que vienen robando.
Nosotros no estamos seguros de qué cosa nos gusta menos.
Si los que llegan al acto del día de la lealtad en un auto de alta gama o los que aparentan pobreza o sencillez y se guardan “la viva” en las cajas fuertes del sindicato, de los bancos o usan testaferros para acumular la suya.
Testaferros como Lázaro Báez, Cristóbal López, y cientos de tipos cuyos nombres y apellidos son desconocidos para la mayoría de la sociedad.
Porque, por ejemplo, ayer, Máximo, que anda todo el día en zapatillas y buzo con capucha, esperó a que los gordos de la CGT hablaran para llamarles traidores ¿no?
Y sin embargo jamás explicó porque siempre anda con custodia. Y quien se la paga. Y menos pudo explicar, cuando le preguntaron con toda delicadeza, cómo había amasado la fortuna su familia.
Y lo mismo vale para quiénes atienden de los dos lados del mostrador, el de las organizaciones sociales, y el Estado, como Emilio Pérsico, Fernando el Chino Navarro y Juan Grabois.
En todo caso, Grabois, el ministro del gabinete del Papa Francisco, por lo menos no oculta que ellos no luchan por amor al arte, sino por la platita.
Pero lo más gracioso, o lo más triste de todo, es que los pibes para la liberación no se pueden hacer cargo de nada.
Ni siquiera de su propio gobierno.
Y eso que manejan casi el 70 por ciento del presupuesto, a través de las cajas de empresas públicas y organizaciones como el Anses, el PAMI, Aerolíneas y el Correo, para citarte a las más conocidas.
Máximo, por ejemplo, con esa retórica tan retorcida, le acaba de enviar un misil a Alberto, diciendo que no se ponga la capa de Superman, porque el tema de la deuda, todavía no lo terminó de arreglar.
Y Pablo, el Salvaje, le pidió al gobierno que se ponga las pilas porque, dice, lo que viene es peor que esto.
¿En serio que lo que viene es peor?
Porque la mayoría de la sociedad en la Argentina piensa que, peor, este gobierno, no puede ser.
· Acumuló una inflación del 273 por ciento, la más alta, exceptuando la hiper durante la hiperinflación de 1989, con Alfonsín, y la de 1990, con Menem.
· Fue uno de los que peor manejó la pandemia, y hay un consenso científico generalizado que, de haber firmado los contratos con Pfizer a tiempo, se habrían evitado decenas de miles de muertes.
· Nos está haciendo viajar rumbo a una inflación del 100 por ciento anual, y vamos camino a una pobreza del 40 por ciento anual, superior a la de Macri, que llegó al 35.4 por ciento, y por la que lloraban desde artistas comprometidos o con conchabo hasta periodistas afectados por la ideología kirchneristas.
· Impulsó una suelta de miles de presos durante la pandemia, muchos de los cuales siguen delinquiendo todos los días, en especial en la provincia de Buenos Aires.
Lo divertido, cuando los peronistas juegan a pelearse, es que, de vez en cuando, uno le moja la oreja al macho alfa de turno.
Ayer lo hizo Facundo Moyano con el gobernador nacional y popular Axel Kicillof, y con otro que se la pasa todo el día levantando el dedito, como si nada tuviera que ver con este desastre, el ministro de Desarrollo Social, Andrés el Cuervo Larroque.
Menos mal que algunos peronistas se empiezan a dar cuenta de cómo el peronismo viene haciendo pelota, también a la provincia, sin solución de continuidad.
Porque cada tanto, hay que recordar que, durante los últimos 39 años, los peronistas gobernaron la provincia durante más de 30, y cada vez está más pobre. Más invivible. Con más inseguridad. Con más narcotráfico.
Te quiero mostrar, para argumentar lo que estamos diciendo, un cuadro publicado por el sitio argentina en datos. Demuestra que en 30 de los 33 municipios del conurbano, bonaerense, el PJ estuvo en el gobierno el 60 por ciento del tiempo o más.
Y esto arranca desde 1983, o desde 1995, para los municipios nuevos.
· La Matanza, presidente Perón, Florencio Varela, Ensenada, Ezeiza, Berazategui, Almirante Brown, Merlo, Ituzaingó, Hurlingham, José C Paz y Malvinas Argentinas, el 100 por ciento del tiempo.
· Lomas de Zamora, Esteban Echeverría, General Rodríguez, Moreno, Marcos Paz, San Vicente y Beriso, el 90 por ciento.
· Pilar, General Rodríguez, Lanús y San Fernando el 80 por ciento del tiempo.
· Avellaneda, Morón, Quilmes, Tres de Febrero, San Martín y San Miguel el 70 por ciento.
· La Plata el 60 por ciento y Tigre el 30 por ciento.
Y sobre los gobernadores y las reelecciones eternas, mejor ni hablar.
Porque solo hay dos provincias en las que, después de cuatro años, los gobernadores se tienen que ir: Mendoza y Santa Fe.
En cambio, en provincias como Santa Cruz, el reino de los Kirchner, y Formosa, el feudo de Gildo Insfrán, la reelección puede ser indefinida.
¿Sabías que hasta 1983 nadie, ni en el país ni en las provincias, podía ser reelecto?
Al virus de la reelección lo introdujo otro auto percibido peronista, Carlos Menem, para poder ser presidente de nuevo, aunque sea una vez. Así, logró, con el acuerdo de Alfonsín, pasar de un solo mandato de seis años a un segundo de cuatro años más. Entonces, los gobernadores, ni lerdos ni perezosos, intentaron replicar la maniobra para eternizarse en el poder. Los Kirchner, en Santa Cruz, y los Saadi, en Catamarca, lo lograron. Otros, lo consiguieron con la alternancia entre hermanos, como los Adolfo y Rodríguez Saá en San Luis; o entre marido y mujer, como Gerardo Zamora y Claudia Ledesma Abdala, en Santiago del Estero.
Muchos expertos internacionales y nacionales vinculan la eternización en el poder con decadencia y el fracaso de las naciones.
Para recordar lo buena que es la alternancia, o lo mala que resulta le eternización del peronismo en la Argentina, volvamos a mostrar lo que hace con la gente de a pie, hoy mimo, como el jubilado que tuvo que salir a vender encendedores o la jubilada que se lamentó porque comenzó su vida con privaciones, y siente que la va a terminar igual.
O, ya que estamos a días del inicio del mundial, mirá como se va entrenando en la materia frustración argentina Bernabé, un niño tucumano, de 7 años, que solo pudo juntar 3.860 pesos a lo largo de tres años. Se enoja porque comprende que no puede comprar tantas figuritas como se imaginaba.
Más allá de las reacciones de los usuarios de las redes, deberíamos reflexionar sobre el daño que implica la pérdida del valor de la moneda.