El periodista de LN+, en su habitual columna, reflexionó sobre la inflación en la Argentina y el accionar del gobierno al respecto
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Ahora que Alberto está asustado por la gastritis erosiva que le produjo un sangrado estomacal; con el país en medio de una superinflación con recesión y el peligro de devaluación o una híper; con Cristina rompiendo todo mientras juega a la candidata a presidente y con Massa amenazando, cada tanto, con irse a su casa; es muy relevante comprender por qué hacen lo que hacen.
Y la respuesta sería: están enfermos de poder.
Enfermos de poder, como el título del libro que Nelson Castro publicó en 2005 sobre la salud de los presidentes, y que tanto ruido hizo.
Enfermos de poder relata el final anunciado de Néstor Kirchner. Y plantea cómo el ejercicio del poder trastorna la vida de los hombres y las mujeres que lo ostentan.
El propio Nelson, cuando se cumplió un año completo de mandato de la fórmula contra natura que asumió en 2019, diagnosticó: “El presidente tiene un problema de dependencia psicológica de Cristina que es pavoroso”.
Parece que Alberto se dio cuenta tarde.
Porque desde hace un tiempo, repite, a quien quiera oírlo, que si hubiera sabido que Cristina no iba a cambiar ni un poco las malas prácticas que lo llevaron a renunciar en 2008 y romper el vínculo durante una década, no hubiese aceptado el desafío de asumir la presidencia.
Y Cristina, por su parte, también se muestra sorprendida y decepcionada. Pero lo expresa corto y fuerte. Con apenas siete palabras. Que dicen:
Placa: “Nunca pensé Alberto que fuera tan p…….”
Pero Alberto…¿es, o se hace?
Si no fuera para largarse a llorar, sería interesante prestar atención a Máximo Kirchner, el nuevo estadista top de la Argentina, cuando dice que él nunca estuvo de acuerdo con la nominación de Alberto. Que Cristina cedió su lugar en 2019 cuando ella era la candidata natural. Y especulando, como si estuviera jugando al poker, con que su mamá no va a ser, finalmente, candidata, en 2023.
Más fuera de contexto no podría estar, ¿no?
Es esta disociación con la realidad la que demuestra que están enfermos de poder.
Una enfermedad con la que están contagiando a gran parte de los 47 millones de argentinos.
¡Eh, muchachos! ¡Vuelvan en si! ¡Bajen la inflación y enciendan la economía. ¿O acaso no nos prometieron que iban a encender la economía?
Pero no la prendieron.
Al contrario. La apagaron todavía más.
Lo que si encendieron hasta límites insoportables es la inflación.
En esta batalla sí le vienen ganando a Macri sin ninguna atenuante.
Macri Gato acumuló el 135 por ciento en 35 meses.
En cambio, ustedes, Alberto y Cristina junto a la murga de los chicos vamos a volver para ser mejores superaron en 246 por ciento.
Es decir: más del doble que Mauricio.
¡Vamos Argentina, todavía!
Y ya que está a punto de empezar el Mundial, déjenme que les muestre el Top 2 Copa América y Top 5 de la inflación Mundial (casi semis Qatar 2022). Es el tipo de cuadritos que son la debilidad de nuestro compañero Damián Di Pace. Porque, a este ritmo, vamos camino al ser los campeones del mundo de la inflación anual.
- ZIMBAUE 268%
- LÍBANO 162,5%
- VENEZUELA 155,8%
- SUDÁN 102,6%
- ARGENTINA 88%
- CHILE 12,8%
- COLOMBIA 12,2%
- NICARAGUA 12,1%
- HONDURAS 10,1%
- GUATEMALA 9,7%
- URUGUAY 9%
- COSTA RICA 8,9%
- PERÚ 8,6%
- MÉXICO 8,4%
- REPÚBLICA DOMINICANA 8,2%
- PARAGUAY 8,1%
- EL SALVADOR 7,4%
- BRASIL 6,4%
- ECUADOR 4%
- BOLIVIA 2,8%
¿Y muchachos?
¿Cuándo organizamos la fiestita para levantar la copa?
¿Hoy no?
Me dicen por cucaracha que hoy, mejor no.
Que hoy no tienen tiempo.
Que se tuvieron que asegurar, en el Senado, los 36 votos para cumplir con el capricho de Cristina de volver a proponer a Martín Doñate para que ocupe un lugar en el Consejo de la Magistratura. El lugar que le corresponde a Luis Juez.
Son enfermos de poder. Qué duda cabe.
Porque cuando uno les pregunta, con cierta timidez: Che, muchachos ¿están locos? ¿Cómo se van a llevar puesta a la división de poderes y la democracia?, ellos te responden, como diría el vacunado VIP, Carlos Zannini: a Cristina no se le discute; a Cristina se la obedece. O a Cristina no se la mira a los ojos. Cristina está por encima de la ley y de los hombres. Cristina es infalible. Cristina es inmortal.
Así que hoy, nada de matracas, pitos y cornetas.
Hoy convalidamos el desacato.
Pero mañana sí.
Mañana, en el estadio único Diego Armando Maradona, de La Plata, tiramos la casa por la ventana. Recuperamos la alegría.
Y convocamos a más de 40 mil personas.
Con formato de festival, invitados VIP, control de metales y anillos de seguridad.
Para que haga contraste, dicen, con la solemnidad y el vacío de la Casa Rosada.
Para que no se confunda con “el odio y la violencia que impera en la oposición”.
Será un fiestón.
Con música y proyecciones emitidas desde enormes pantallas.
Con el perfume de la gran celebración del Bicentenario.
Será el acto más importante del año.
Servirá como despedida de 2022, tres días antes del Mundial.
Y como antesala del humo que nos piensan vender de acá hasta las PASO.
El otro día Máximo nos presentó un pequeño adelanto, cuando dijo, (perdón porque me tenté) “el verdadero cambio somos nosotros”.
Cristina invita y está todo pago.
Porque de alguna manera, ella, los intendentes, o los chicos grandes de la Cámpora, a la militancia rentada, se los van a pagar.
Con algún conchabo.
Con algún plan social.
Con algún negocio por aquí y otro por allá.
Mirá que convoca ella eh.
“La fuerza de la esperanza”, nos manda, cumpa.
Cómo en 2011 ¿Te acordás?
Se nos había muerto Néstor en octubre de 2010.
Fue de un infarto masivo.
Por no tomar un remedio que debía neutralizar el efecto del anti cuagulante.
Pero Máximo, ni lerdo ni perezoso, hizo correr la voz de que su padre había muerto de otra cosa.
Que se había muerto por el dolor que le había causado el asesinato del militante del Partido Obrero, Mariano Ferreyra. Y 10 años después, el 27 de enero de 2015, Cristina, vestida de blanco y en silla de ruedas, lo repitió, sin ningún prurito, en otra de las acciones que explican la enfermedad del poder. Es decir: 20 días después del asesinato del fiscal Alberto Nisman.
Esta construcción de una realidad paralela es una de las características más visibles del populismo.
Pero también del síndrome de hubris, la patología de los que creen saberlo todo.
Más conocida como la enfermedad del poder.
En su momento, el doctor Harry Campos Cervera, médico pisiquiatra, lo definió como un trastorno de personalidad típico de las personas que mandan.
Estos son los “síntomas” más evidentes.
Se la creen. Por encima de lo que son o representan de verdad.
Son narcisistas.
Piensan que todo lo que opinan es correcto. Que lo que dicen o hacen no puede estar en discusión.
Ven a los que opinan y sienten distinto como el enemigo a destruir.
¿Tiene cura la enfermedad del poder?
Sí.
Se cura con un fuerte baño de realidad.
Como el que se dio, por ejemplo, Mauricio Macri, en agosto de 2019.
Y si no se cura, quizá se puede terminar, por ejemplo, como Alberto o como Massa.
Diciendo o haciendo un día una cosa y otro día otra.
O como Cristina, cuando en 2013, en el medio de los festejos por los 30 años de democracia, salió a bailar junto a Moria Casán y Choque Urbano, mientras las policías de Córdoba, Santa Fe y Tucumán se levantaban reclamando mejores salarios, y en la provincia que gobernaba José Alperovich, morían varias personas en medio de los saqueos.