El periodista de LN+ analizó la crisis que atraviesa la relación entre el Presidente y la vicepresidenta en La Cornisa
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“¿Cuánto tiempo más puede gobernar así? Cristina ya no oculta su desprecio hacia el hombre que ella ungió”, comenzó con determinación Luis Majul su habitual comentario de La Cornisa en LN+. De esta manera se refirió con su clásico estilo filoso al vínculo entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner que durante los últimos meses parece haberse quebrado.
A continuación el comentario de opinión completo de Luis Majul en LN+.
¿Cuánto tiempo más se puede gobernar así? Cristina ya no oculta su desprecio hacia el hombre que ella ungió. Le dice cínico, traidor y falto de coraje, pero en su versión más chabacana. Lo acusa de haber entregado el país al Fondo.
Hay una versión de último momento. Ahora quiere que Alberto la vaya a ver, a su departamento de Recoleta, en persona, con la renuncia de Martín Guzmán en la mano. Además reclama la cabeza de Matías Kulfas, la de Vilma Ibarra, la de Gustavo Béliz y la de Santiago Cafiero.
Exige una rendición incondicional. Los chicos grandes y tóxicos de La Cámpora dicen y hacen cosas peores. Hablan de “quebrar” al presidente. En especial durante estos días, cuando está por nacer su segundo hijo, en la primera o la segunda semana de abril. Alberto no la aguanta más.
Ya no se cuida de criticar ante sus amigos a Máximo y a Cristina. Jamás lo repetirá en público. Pero a a esta altura, piensa que son “lo peor que le pudo haber pasado a la Argentina”. Les dice “irresponsables” e “irracionales”. Considera que la apropiación indebida del día de la Memoria, fue un acto casi suicida.
Entiende como una agresión gratuita la estrambótica idea Máximo de que los porteños están a favor de la dictadura. Le parece una chiquilinada esa consigna vacía de que un el modelo debe ser “con la gente adentro”.
Interpreta como un grave error semejante despliegue, con la mitad del país sumido en la pobreza, haciendo alarde de la posesión de un aparato de comunicación paralelo, con HD, drones y periodistas militantes pagos. Con Máximo diciendo que él prefiere estar con la gente y no en los estudios de televisión.
Los hombres del presidente dicen que el vínculo con el hijo de Cristina está roto. Que jamás la van a perdonar haber mandado a un ministro de la provincia más grande de la Argentina a tratarlo como un títere o un empleado. Explican, con una media sonrisa capciosa, que fue todavía más escandalosa la admisión de Larroque de que no soltarían ninguna de las cajas.
Hoy Larroque volvió a hablar. Acusó al presidente de gobernar con “un grupo de amigos” a dos ministros de Alberto dicen que Máximo y Cristina, cuando se juntan, se vuelven más delirantes y paranoicos todavía. ¿En qué cabeza cabe, se preguntan, que Alberto pudo haber maquinado el ataque con piedras contra el despacho de Cristina en el Senado? Al mismo tiempo, Cristina y Máximo no hacen más que auditar cada palabra que pronuncia el jefe de Estado.
Ya la mandaron decir que no use el nombre de Néstor Kirchner en vano, para justificar el acuerdo con el Fondo. Y no les gustó que Alberto hablara de “egoísmos, y narcisismo”. Que le dijera al mercenario que trabaja de periodista Roberto Navarro que él no tenía jefes.
Que interpretara que fueron “las vueltas de la vida” las que lo pusieron en el lugar donde está. ¿Cómo las vueltas de la vida y no Cristina?” se preguntaron Máximo y su mamá. Al mismo tiempo, “Los 5 amigos del presidente”, como diría Larroque, tienen un optimismo que no parece corresponderse con la realidad. Dicen que hay datos económicos alentadores.
Que el desempleo cayó al 7 por ciento y la balanza comercial de febrero arrojó un saldo positivo de más de 800 millones de dólares. ¿Y la inflación? Porque se espera una más cerca del 6 que del 5, para marzo. “Sobre eso pregúntenle a Felleti, que es Cristina”, responden, como si ellos no fueran parte del gobierno.
Tan escindidos parecen de la realidad, que sueñan, incluso, con un albertismo tardío. Una línea interna que parece tener en el proiraní y violento, Luis D’Elía, a su integrante más picante. D’Elía les pegó a Máximo y Cristina donde más les duele. Dijo que “el kirchnerismo no es una propiedad inmueble”.
Un poco antes, había publicado un tuit demoledor: “Así como Ricardo Alfonsín no tiene densidad política ni la estatura de Raúl Alfonsín, Máximo Kirchner no tiene la densidad ni la estatura ni el volumen político de su papá. A Ricardo nunca le dieron los espacios de la UCR por ser hijo de que le damos a Máximo en el Frente de Todos”.
A D’Elía se le sumó el Intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray, con una muy ácida crítica al hijo de Cristina: Y como si esto fuera poco, se metió en la discusión el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis” con un anticipo: “Si seguimos así nos van a cagar a palos”, dijo.
Tiene razón. Los van a castigar, feo. Porque la mayoría de la gente no se come más la curva y el cuentito. Ya entiende que El y Ella son lo mismo. Corresponsables de miles de muertes por COVID que eran evitables.
Del vacunatorio VIP, los vacunados de privilegio y el Olivos Gate. De le devaluación de la moneda más veloz de los últimos años. De los casi 20 millones de pobres y casi 11 millones de indigentes. Del estado de inseguridad más profundo desde la restauración de la democracia. Corresponsables de un gobierno que beneficia con indemnizaciones truchas a supuestos detenidos desaparecidos, como te va a mostrar Luis Gasulla.
Que gasta millones de pesos en negro para ver quien la tiene más grande y lanzar a Máximo Kirchner como candidato a no se sabe qué, como te lo va a detallar Agustina Girón. Un gobierno al servicio de una vicepresidenta que busca venganza e impunidad.
Una narcisista de manual que cuenta con funcionarios cómplices que le permiten, aunque lo tiene prohibido, cobrar dinero y repartir dividendos de sus oscuros negocios de hotelería, como enseguida revelará Silvina Martínez.