En su habitual columna, el periodista de LN+ comparó la gestión de Alberto Fernández y Cristina Kirchner con una película y habló de una escena puntual
- 4 minutos de lectura'
“Demasiado tarde para lágrimas” es un “melodrama criminal” estrenado en 1949.
Cualquier asociación con el desastre imperante NO es pura coincidencia.
Hay amores contrariados, disputas de poder, y un final a toda orquesta.
Protagonizada por Lizabeth Scott, en el papel de Cristina (perdón, de Jane Palmer) y Artur Kennedy en el papel de Alberto (perdón de Alan Palmer), se trata de un matrimonio desavenido que una noche se dirige hacia una fiesta en su auto descapotable, pero a mitad de camino, recibe, desde otro vehículo, un bolso (NO CONFUNDIR CON los bolsos de José López) lleno de dinero, arrojado por un desconocido.
Para seguir con las asociaciones del momento, un acontecimiento fortuito: como si fuera el billete de lotería ganador que le entregó Cristina a Alberto, cuando lo ungió presidente a través de Twitter.
Los Palmer, intentan apropiarse los dólares, pero, sostiene la sinopsis de la peli, “una serie de circunstancias hará que la suerte del matrimonio dure poco”.
Con ustedes, el hecho que desencadena el conflicto.
Y ahora que ya conocés la trama, reproduzcamos la escena final:
(Es justo cuando entra la policía, ella grita “el dinero es mío” dice que su denunciante miente, la intentan detener, toma los dólares y va hacia al balcón, inmediatamente cae. Plano de ella tirada en el piso, con los billetes volando, y la mano ensangrentada)
“Demasiado tarde para lágrimas”, se les podría decir a Alberto y a Cristina, quiénes ahora parecen querer recomponer, lo que vienen rompiendo desde que el Frente de Todos nació.
Demasiado tarde para lágrimas, después de dos años y pico de una gestión desastrosa, que incluyó:
- La cuarentena eterna que rompió la economía, la salud mental y la ilusión de futuro de los que sobrevivimos a la pandemia.
- Los vacunados VIP y el Olivos Gate.
- Las muertes evitables por no haber comprado a tiempo la vacuna Pfizer.
- La campaña de vacunación proselitista.
- La devaluación de la moneda.
- La liberación masiva de presos.
- La crítica a quienes progresan por mérito.
- Los piquetes contra los laburantes.
- La confirmación de que la mayoría de las organizaciones sociales les quitan hasta el 20 por ciento de los ingresos a quienes reciben planes sociales.
- Una inflación irrefrenable que, desde diciembre a mayo, acumula el 162 por ciento.
- Una inflación de julio que se oscilaría entre un 7 por ciento y los dos dígitos.
- Una inflación anual cuya base superaría el 80 por ciento.
“Demasiado tarde para lágrimas”, cuando lo que está pasando ahora, en la calle, mete miedo:
- No hay precios de referencia.
- No se consigue café, ni neumáticos, ni comida para perros, ni insumos, ni precios de los insumos para la construcción de viviendas.
- Falta gasoil.
* El dólar blue tocó hoy el valor más alto de la historia, 273 pesos. Y el contado con liqui volvió a tocar los 300 pesos.
Mientras tanto, todos los días ingresan al Estado, en forma permanente, miles de personas.
En los municipios, en las provincias, y en la administración nacional.
Y como si esto fuera poco, los cabezas de termo del cristicamporismo se alegran porque falta salmón para el sushi, sin pensar en el eventual cierre de cientos de restaurantes.
Demasiado tarde para lágrimas cuando Alberto Fernández devaluó, hasta casi transformarla en meme, a la palabra presidencial.
Demasiado tarde para lamentarse cuando Cristina, con su lanzallamas verbal, dañó hasta lo inimaginable la autoridad del presidente y la gobernabilidad, con sus intentos de golpe por etapas.
Es “Demasiado tarde para lágrimas” cuando en el medio de la tregua, Máximo Kirchner sigue tirando estiércol, en un delirio egocéntrico que influye la supuesta infalibilidad de su madre.
Muy tarde ya para golpearse el pecho cuando tanto el Chino Navarro como Gabriela Cerruti agitan la soga en la casa del ahorcado.
Lo que ahora debería hacer la oposición es estar muy atenta.
Porque van a seguir usando el Banco Central para terminar de romper la economía.
Van a seguir usando la lapicera para seguir tomando empleados del Estado, y la van a usar de resistencia paga contra el próximo gobierno.
Porque en el medio de esta pelea de cuarta, la platita la siguen manejando.