En su columna habitual, el periodista anunció que el Gobierno está atravesando un debilitamiento político y aclaró el confuso entramado interno que responde a Alberto Fernández
- 4 minutos de lectura'
Estamos a punto de entrar a un escenario incierto. Estamos en la etapa previa a lo que se denomina “vacío de poder”.
Es decir: la ausencia del Gobierno. En este caso, no por enfermedad o fallecimiento del presidente, sino por debilitamiento político extremo.
A los sucesivos golpes que vienen produciendo el debilitamiento de Alberto (Fernández) no lo estuvieron dando la oposición, ni las organizaciones sociales, ni los sindicatos, ni una fuerza militar, ni los medios.
Tampoco la sociedad en su conjunto. Se lo vienen asestando, desde el minuto uno, Cristina, la vice, la dañina.
De verdad: no entiendo en qué cabeza cabe que los chicos grandes de La Cámpora estén motorizando, a más de un año y medio del final de mandato, un “operativo clamor” para que Cristina vuelva a la presidencia.
Es una figura política tan tóxica, que, ella sola, junto con los seguidores de su secta, es capaz de llevarse puesto no solo al Gobierno que ella integra, sino un país entero, con 47 millones de habitantes adentro.
No es necesario que te enumere aquí, una vez más, todos los “golpes blandos” que le propinó la señora a su compañero de fórmula.
La última noticia sobre lo que piensa Cristina de Alberto apareció en boca de Carlos Melconian, en la controvertida reunión de tres horas que mantuvo con la susodicha.
“No sabía que era tan boludo”, le dijo Cristina al economista, según Marcelo Bonelli.
Tampoco es necesario repasar todo lo hizo el mismo Alberto para devaluar, primero, la palabra presidencial, y después, su autoridad como jefe de Estado, hasta transformarse en un meme.
Ahora el jefe de Estado resiste, destartalado como está, con los pocos leales que le quedan, a saber:
- Los gordos de la CGT, a los que les tuvo que anticipar el pago de las obras sociales sindicales, para que le organicen el acto de hoy.
- Vilma Ibarra
- Gustavo Béliz
- Santiago Cafiero
- Martín Guzmán
- Emilio Pérsico
- Fernando “Chino” Navarro
Y el volátil Luis D’Elía, que pasó de idolatrar a Cristina a considerarla una chorra. Tampoco los voceros de la reina pueden ser considerados los nuevos estadistas del siglo XXI.
Desde Sergio Berni, hasta Andrés Larroque, no le llegan a los talones a cualquier directivo de rango medio de una empresa privada de países latinoamericanos.
Los últimos en abandonar al presidente, sin arrojarse, todavía de manera definitiva, a los brazos de Cristina y de Máximo, son los ministros de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, y de Desarrollo Social, Juanchi Zabaleta.
Parece que empezaron a oler el vacío de poder. Si hasta los periodistas militantes de C5N no saben a qué patrón responder: si al presidente deshilachado o la vice, que intenta ocupar el espacio vacío.
A esta hora, entre el discurso de Alberto que acaba de dar en la CGT y el de Cristina, de mañana, en Ensenada, estos son los futuros escenarios posibles.
- Que el presidente aguante en la trinchera, junto sus pocos leales, mientras todas las variables económicas y sociales se siguen deteriorando.
- Que Alberto acepte la propuesta de Sergio Massa, de un cambio de gabinete integral, para intentar recuperar algo de la confianza y la credibilidad dilapidada desde que asumió.
- Que Cristina gobierne de hecho, a golpes de discursos como el del festival de importaciones.
Es curioso, pero, en medio de esta pelea en el barro, tanto Alberto como Cristina se adjudican un triunfo que no es. El Presidente, el de haber salido indemne de “un golpe de mercado”. Los voceros de Cristina, el haber frenado una corrida, con un mero anuncio, y sin la lapicera en la mano.
El tercer escenario es el que más inquieta al sector productivo, la oposición y a la mayoría de la sociedad.
Que, más allá del operativo clamor, Cristina termine de consumar su embestida y se haga cargo del timón del país, para imponer su agenda delirante, de persecución a la Corte, la oposición, los medios, los periodistas y los sectores productivos. Desde las más grandes empresas hasta las Pymes que todavía siguen en pie.
Sería la última regla no escrita de lo que implica el vacío de poder. Porque el vacío no puede durar por mucho tiempo.
La experiencia dice que durará lo que tarde otro grupo u otra organización en ocuparlo.
Por la razón, la ley, o por la fuerza de los acontecimientos.
Y nosotros no creemos que Cristina y La Cámpora se vayan a quedar de brazos cruzados, viendo como las cajas de la política y el poder se les escapan como el agua de entre las manos.