El periodista de LN+, habló en su habitual columna sobre cómo fueron los festejos de la selección argentina tras consagrarse campeones del mundo en Qatar
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Parásito significa, según el Diccionario de la Real Academia Española, que vive de los demás.
Se lo escuché decir Al sociólogo Marcos Novaro, ayer.
Se refería a Wado de Pedro, quien pretendió madrugar a todo el gobierno, para sacarse una foto de arrebato con Messi.
Cada vez que vuelvo a mirar la imagen me da vergüencita.
Ventajita, es el apodo que Macri le puso a Sergio Massa para mostrar que el ministro no da puntada sin hilo.
Escuché la palabra ventajita mil veces, ayer, al hablar de la furiosa interna que se destacó entre Chiqui Tapia, Aníbal Fernández, Luis Delía, la Cámpora y Sergio Berni.
¡Qué triste espectáculo!
¿Escucharon y vieron hoy a Aníbal, haciéndose el banana, diciéndole “haber, explícame, genio” al periodista que le preguntaba por qué no habían planificado el control de semejante movilización?
¿Lo escucharon y vieron a Aníbal calificando a Tapia de cachivache, y sugiriendo que estaba un poquito borracho o picado, mientras lo insultaba y lo acusaba de haber arruinado la fiesta de los jugadores?
¿Leyeron los dos tuits anteriores de Tapia?
Uno quejándose porque le impidieron llegar al obelisco, y otro elogiando a Sergio Berni, como una forma de enviarle una patadita al presidente, a quien odiaría porque, en su momento, lo quiso voltear?
¿Escucharon hoy a Luis Delía, responsabilizando a Magnetto, la Cámpora y no sé cuántos más de conspirar para que los campeones del mundo no pisaran La Rosada?
¿Escucharon a Berni, decirle a su par, Aníbal Fernández, mentiroso?
Pero a la interna salvaje hay que sumarle el escándalo de la improvisación.
Porque improvisados, por decir una palabra suave, son la abrumadora mayoría de funcionarios de este gobierno. Y los de la AFA también, como enseguida lo vamos a probar.
Es que el fin de fiesta de ayer- además de la alegría por haber sido testigos de la movilización popular más importante de la historia, con más de 5 millones de personas- nos muestra una película llena de miserables.
Una película de parásitos, ventajitas e improvisados.
Ahí lo tienen al presidente, quien intentó, a través de distintas maniobras, arrear al seleccionado a la Casa Rosada.
Algunos periodistas amigos del gobierno jugaron a fondo. Incluso oficializaron la supuesta visita.
Como imaginábamos desde muy temprano, nunca sucedió.
Menos mal que la gente que estaba en Plaza de Mayo mirando con pantallas gigantes la señal para oficial también dudó de la versión de los periodistas militantes. Sino Plaza de Mayo se hubiera transformado en una tragedia.
Pero nada supera las declaraciones de hoy de Alberto auto percibiéndose como el presidente, y cito textual, de “las tres copas mundiales, y los tres años de crecimiento y desarrollo ininterrumpidos”. A veces no sé si no se da cuenta de lo que dice, o si de una nos toma por boludos.
En efecto, Fernández acuña tres copas mundiales.
- La de la inflación.
- La de la pobreza.
- La de la inoperancia.
Son incorregibles.
No resisten la tentación de colgarse de la foto del Mundial, de Messi de Scaloni, de Julián Álvarez, de Dibu, de Rodrigo De Paul, o de cualquier otro al que se le puedan tirar encima.
Sin embargo, cuando se le tiraron encima, a los jugadores, desde el último puente del lado de provincia entre la Ricchieri y la General Paz estos dos inconscientes, por un momento, los altos funcionarios, entraron en pánico.
Vale la pena volver a (reconstruir) ver las imágenes, aunque sean de alto impacto.
Y vale la pena, porque fue en ese preciso instante, en que el ministro de Seguridad de la Nación tomó la decisión de disparar el operativo rescate para que los jugadores salieran en helicóptero.
Si. Un verdadero operativo rescate, como lo mostraron algunos noticieros internacionales.
Porque una cosa es la fiesta y el carnaval, y otra cosa poner la seguridad y la vida en riesgo.
El ruido alrededor del periodista alemán que quería transmitir para el canal de su país es carnaval. O folklore.
Las puteadas a Mbbapé mientras una periodista de la televisión de Francia intentaba contar lo que pasaba, podría considerarse una reacción descomedida, y hasta simpática.
Pero no preveer que el micro de los jugadores se podía topar con unos cables de alta atención no es carnaval ni es foklore.
Es riesgo. Es pura improvisación.
Y no solo por la póliza de riesgo de las compañías de seguros, sino por la misma vida de los jugadores.
Pero la mayor, la más grande improvisación, fue la original.
Fue la de no prever que, con el seleccionado nacional de futbol saliendo campeón o subcampeón mundial, había que decidir, mucho antes, dos cosas.
Una: qué recorrido hacer para saludar a las multitudes.
Y Dos: si concurrir o no a la Casa Rosada, para salir al balcón y saludar desde Plaza de Mayo.
¿Vos me crees si te digo que hasta las 10 de la mañana del día de ayer los jugadores no lo tenían decidido?
Esta es la crónica real:
- A las 7 llegó Aníbal Fernández al predio de Ezeiza.
- Tapia lo hizo esperar por lo menos dos horas.
- Antes de verlo, les pidió a los jugadores que decidan si querían ir o no a la Casa de gobierno.
- Messi los convocó y acordaron, por mayoría, no concurrir.
- También acordaron decir que, en caso de que alguien pregunte, argumentarían que estaban muy cansados.
De hecho, esa es la versión que Alberto pretendió instalar esta mañana.
Como ya lo contamos, la verdad es otra.
No se quisieron embadurnar con la política.
Messi ya había comprobado como De Pedro había tratado de tirársele encima para lograr una foto.
Messi ya había probado de la medicina kirchnerista cuando donó los respiradores y las autoridades los retuvieron en la aduana en el medio de una pandemia que ya tenía más de 80 mil muertos.
Messi ya se había muerto de vergüenza cuando Cristina, demasiado exitada, protagonizó un reality show, en el predio de Ezeiza, en 2014, después del subcampeonato en el Mundial de Brasil.
Messi ya se había alarmado cuando vio en qué terminó el último adiós a Diego.
Entonces Tapia, como si fuera el verdadero ministro de seguridad de la Nación, subió a su cuenta de Twitter un comunicado, anunciando que saldrían a las 11 del predio. Que en unos cuarenta minutos llegarían a la intersección de las autopistas 25 de mayo y las que van al Oeste, a la Plata y al centro de la Ciudad.
A todo lo demás ya lo conocés, incluido el dato de que Alberto Fernández fue el único presidente del mundo en no sacarse una foto con los equipos de fútbol que obtuvieron el campeonato mundial.
Hoy La Nación escribió una nota muy reveladora.
De atrás para adelante.
- Emannuel Macrón, Rusia, 2018.
- Angela Merkel, Brasil, 2014
- José Luis Zapatero, Sudáfrica, 2010.
- Romano Prodi, Alemania, 2006
- Fernando Henrique Cardoso, Japón, 2002
- Jacques Chicarc, Brasil, 1998
- Itamar Franco, Estados Unidos, 1994
- Helmmut Kohl, Italia, 1990.
- Raúl Alfonsín, México, 1986.
Y para no aburrirte, lograron sacarse la foto desde Benito Mussolini, en 1938, y Jorge Rafael Videla, en 1978.
¿Te preguntaste entonces por qué este gobierno no lo logró?
La respuesta es: porque el kirchnerismo ya no es más un proyecto político.
Ni un Frente partidario.
Es más bien una murga.
Un grupo de parásitos, ventajeros e improvisados, incapaces de organizar desde un velatorio hasta una fiesta multitudinaria.