La vicepresidenta hizo un extenso descargo desde su despacho en el Senado tras las acusaciones en su contra que hicieron los fiscales Luciani y Mola
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¿Qué le pasó a Cristina?
Durante 90 minutos esperamos con ansiedad, que refutara, punto por punto, las graves acusaciones de los fiscales Luciani y Mola. Sin embargo, hizo todo lo contrario. Porque no solo no pudo desbaratar ni desmentir siquiera una sola acusación. Además, se autoincriminó.
Para empezar: terminó poniendo bajo sospecha a Néstor Kirchner, quien, días antes de terminar la presidencia, en noviembre de 2007, firmó el decreto que fusionó Multicanal con Cablevisión, el negocio más grande del grupo Clarín, liderado, entonces y ahora, por Héctor Magnetto.
Y para seguir, se olvidó de decir, Cristina, que López, el de los bolsos, estuvo desde el minuto uno con Néstor y permaneció en su puesto hasta el instante en que ella misma se tuvo que ir. Para ser más precisos: desde mayo de 2003 hasta diciembre de 2015. Hasta que, según el propio López, Cristina lo apretó para que participara del operativo limpiemos todo ya, con la inquietante pregunta, contenida en un expediente: decime José ¿Vos vas a formar parte del problema o parte de la solución?
Solo su desesperación actual puede explicar que Cristina hablara hoy de López como si no hubiese sido parte de su gobierno. Como si fuera un extraño. Como si fuese parte de los negocios de Nicolás Caputo, Calcaterra, Macri y no de los de ella con Lázaro Báez.
Cuando empezó a sacar de la galera los chats entre Caputo, el hermano de la vida de Mauricio Macri, y José López, muchos pensamos que de ese material se podrían extraer decenas de presuntos delitos. Pero no denunció nada.
Solo, después de mostrarlos, usó, de manera insistente, una muletilla, que decía, palabra más palabra menos: ¿”esto no es un trato de amigos, demasiado familiar”? ¿Por qué Luciani y Molas no repararon en estos diálogos?
En serio: con todo lo que gritó y revoleó, muchos esperábamos la revelación de un negocio sucio, con las pruebas documentales incluidas. Sin embargo, solo levantó la voz para decir, palabra más, palabra menos.“Esto es un linchamiento judicial y mediático. Mi condena ya está escrita. O este ataque no es solo contra mí, sino contra todo el peronismo”.
El otro gran párrafo se lo dedicó a Eduardo Gutiérrez, presidente del grupo Farayón y dueño de la casa donde vivió, durante un tiempo, el mismo José López.
Parece que Farayón y López, tenían un vínculo demasiado cercano. Parece que Caputo transmitió a López que Farayón necesitaba cobrar los pagos porque si no se le complicaría abonar una quincena.
Parece que al final López le apuró el adelanto de dinero. Pero, de nuevo. ¿Eso que tiene que ver con la acción de la banda criminal que, según los fiscales, Cristina lideró, para extraer más de 3 mil millones de dólares del Estado?
¿Qué tiene que ver con el direccionamiento escandaloso de la obra pública de Santa Cruz a una sola empresa? ¿La misma constructora que fue fundada casi el mismo día en que Kirchner asumió como presidente, y a la que se le pagó, por adelantado y más que a nadie, por 51 obras de las que solo terminó 26?
Pensemos. ¿Por qué la eximiría de su culpabilidad todo este enchastre de hoy, si ya quedó debidamente comprobado que la plata que ingresaba por Austral construcciones iba directo a la gerenciadora del Valle Mitre, que administraba, también, Lázaro Báez y de allí, sin escalas, a las cuentas de la familia Kirchner?
¿Acaso el fiscal Luciani no fue lo suficientemente claro cuando pidió 12 años de prisión para Cristina e inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos? ¿Acaso Luciani dudó cuando, después de 9 jornadas, afirmó que la banda criminal encabezó el caso de corrupción más grande de la historia reciente de la Argentina?
Dicen que la que la hizo quebrar de manera definitiva a Cristina, fueron los cruces de chats que mostró Luciani entre López, Lázaro, Máximo y ella misma.
Dicen que Cristina no soportó que hayan hecho público el dato de que ella lo había mandado a llamar a Lázaro cuando la embajada de los Estados Unidos le advirtió que Báez estaría sacando dinero al exterior, para mejicanearla. Pero, si de verdad se presume inocente ¿por qué Cristina se debería inquietar?
Dentro de unos días arrancará el alegato de las defensas. Tienen 39 jornadas para demostrar su inocencia. Y todavía quedan los votos de los jueces, la decisión de la Cámara de Casación, la Corte Suprema de Justicia, y todas las chicanas y apelaciones habidas y por haber.
Además, si hoy mismo Cristina dijo que soportó cosas peores durante la dictadura. ¿Cuál sería entonces, el problema? ¿Que los gorilas de derecha malos conservadores y perversos les quieran imponer un ajuste?
Porque el ajuste, compañero, el ajustazo, cumpa, te lo están imponiendo ahora mismo, y sin vaselina, Cristina, Alberto y el ministro de Economía, Sergio Massa, desde que llegó. Ah, ¿no te enteraste, cumpa?
Massa acaba de quitarle recursos a medio gabinete. A Educación, 70.000 millones de pesos. A Salud, 10 mil millones. A Obras Públicas, 50.000 millones de pesos. Al programa Conectar Igualdad, otros 50.000 millones y a Transporte, otros 10.000 millones de pesos. Son casi 130 mil millones de pesos en total.
Y, por si se te pasó, la semana pasada dispuso un aumento de tarifas de agua, luz y gas que resultó tres veces mayor al que proponía Guzmán, al que ustedes consideraban un traidor.
Porque supongo, cumpa, que ¿no te comerás el caramelito de que el aumento de tarifas no se trata de una redistribución de subsidios no? El domingo, en el programa de José del Río, Carlos Stornelli advirtió que ahora puede venir el vuelto.
Hoy, su colega, Carlos Rívolo le dijo a Lanata, por radio, que se están empezando a meter con la familia de Luciani, como represalia por las condenas que acaban de pedir.
Hay que estar tranquilos y con los ojos bien abiertos. No responder a las provocaciones. Asimilar el final del alegato del fiscal Luciani. Porque no hay otra opción. Es justicia. O es corrupción.