En LN+, el periodista analizó el índice de pobreza, las últimas movidas del kirchnerismo y los tironeos del poder
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Hay que decirlo de una sola vez, mientras nos empezamos a preparar para el despelote que viene; Cristina lo empezó a esmerilar a Massa, y hasta que no lo termine de destruir, no se va a detener.
Por ahora se cuidó un poco de usar su tono habitual de maestra ciruela.
Pero solo hay que darle un poco de tiempito más. Fue ayer, a última hora. Lo hizo a través de un tuit, con el mismo tono que, al principio, escribía o hablaba sobre Alberto Fernández, cuando empezaron a gobernar, para dejarnos el presente desastre.
Lo único que importa de ese texto son dos cosas. Una: su reclamo para que Massa impulse una “intervención más precisa y efectiva” contra los empresarios de la alimentación, con el objeto de acotar sus márgenes de ganancia. Y dos: su pedido para que Massa instrumente un mecanismo de seguridad alimentaria que contenga a los más de 4 millones de indigentes, que aparecieron en el registro del INDEC de ayer.
Más hipócrita y más perverso, desde el punto de vista político, no se puede ser. Porque ella es la jefa política del gobierno. Porque ella puso a Massa donde está, igual que antes lo había hecho con Alberto Fernández. Porque hace años que Cristina no habla ni de inflación ni de pobreza, ni de indigencia.
Y entonces. ¿Por qué lo hizo?
Porque llegaron, al laboratorio político del Instituto Patria, encuestas que lo empiezan a mostrar a Massa cada más competitivo.
El domingo, durante pase entre Especial Domingo y La Cornisa, te mostramos dos cuadros de Aresco, la consultora de Julio Aurelio.
En el primero Massa aparece con una imagen positiva levemente inferior a la de Cristina, pero con mucha menos imagen negativa. Pero en el segundo, Massa aparece por encima de Cristina y también de Alberto Fernández, algo que habría hecho sonar todas las alarmas entre los incondicionales de la vice que piensan en las elecciones del año que viene.
Todo lo demás, para la protagonista del cuento de la rana y es escorpión, es fulbito para la tribuna.
· Los pibis para la liberación que toman escuelas.
· El intento de los piqueteros de cortar la autopista 25 de Mayo.
· El alegato de defensa vacío de Cristina, atacando a los fiscales y los jueces, y responsabilizándolos por el atentado contra su persona
· Los funcionarios que trabajan de comentaristas, en vez de arreglar un conflicto que les está por estallar en la cara.
· Y la polémica sobre los actos de terrorismo en Villa Mascardi, Patagonia Argentina.
Incluso parece como otro meme más, el arrugue de barrera de Gabriel Rubinstein, otro que fue atravesado por el rayo cristinizador. Ese que te hace decir primero una cosa y después exactamente lo contrario. El que acaba de subir un tuit aclarado que no hay que echarle la culpa a los empresarios por la inflación, sino a la inflación por la distorsión de costos de precios.
Nos pasaríamos toda la noche matándonos de risa con las picantes intervenciones de Rubistein, antes de asumir como viceministro.
Seguramente la que más recordás es el tuit donde aparece Cristina con una pala, encajada en la tierra junto al siguiente diálogo.
-¿Dedicándose a la jardinería jefa?
- No, consultando el saldo.
Pero más relevante, todavía, es el tramo de una entrevista que le hizo Daniel Santa Cruz para el canal de la ciudad. No tiene desperdicio.
Dice, palabra más, palabra menos: “Este gobierno es incapaz mentalmente de bajar el gasto público. Tiene taras mentales, empezando por Cristina, que directamente no entiende el fenómeno”.
Y sí Rubinstein.
Y nosotros somos rehenes de esas taras mentales.
De una inflación que va camino al 100 por ciento anual.
De un dólar paralelo que ya subió cerca del 300 por ciento desde que Alberto y Cristina asumieron.
Donde los neumáticos, como mostró Damián Di Pace ayer, cuestan hasta dos y tres veces más, en dólares, que en Uruguay, Brasil o los Estados Unidos.
Así que ahora, prepárate, porque el escorpión va a volver a picar a la rana, antes de que los dos puedan llegar a la orilla.
¿Volverá a empezar Juan Grabois, igual que lo hizo contra Alberto, incluso antes de asumir, cuando le pidió que no se deje llevar por el canto de sirena de los mercados?
¿O arrancará Hebe de Bonafini, siempre atenta a los pedidos de la vice?
¿Volverá Cristina a hablar de funcionarios que no funcionan de las lapiceras que no se usan, o recurrirán a Máximo Kirchner, que tiene justificaciones para todo?
¿Se filtrará, quizá, un audio de Fernanda Vallejo, con alusiones personales despectivas, como las que hizo sobre el presidente, sin repetir y sin soplar y con una falta de respeto que todavía resuena en la mente de muchos argentinos?
¿Preparará la vice otra carta bomba, mientras al mismo tiempo incentiva a la militancia para que responda, antes de fin de año, a una posible condena en la Causa Vialidad?
Los corresponsales extranjeros que trabajan en la Argentina no entienden, como todavía, la economía no explotó. O porqué el gobierno sigue en pie.
Quizá la respuesta es “porque gobierna el peronismo”.
O porque en el medio de tanta locura, vive, en nuestro país, gente con algo de sentido común, que funciona como un antídoto para no volvernos locos.