En LN+, el periodista analizó las últimas movidas políticas de Cristina Kirchner; “Le sobra poder para el daño”, aseveró
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Dañino significa: destructivo, nocivo, pernicioso, funesto, lascivo, malsano y perjudicial.
El diccionario de la Real Academia afirma que, en general, el adjetivo dañino se aplica a los animales. Pero se lo puede hacer extensivo a una persona.
Cuando pensamos Cristina como un animal político, y lo que viene haciendo desde diciembre de 2019, no hay adjetivo calificativo que le cuadre mejor que el de dañina.
La mayoría de la gente piensa lo mismo. Y las últimas encuestas lo confirman de manera contundente. De hecho, su nivel de rechazo sobrepasa con holgura el 70 por ciento. Y solo es superado, por el de Máximo Kirchner, Luis Delía, Hugo Moyano y Pablo Moyano.
Sin embargo, a Cristina 2022, le sobra poder de daño.
Su última “maldad” quedó a la vista de todos: el silencio ante la designación de la ministra de Economía, Silvina Bakatis.
El daño de ese silencio se pueden cuantificar: desde que se conoció su nombramiento, la devaluación del peso contra el dólar superó el 15 por ciento, la inflación de aceleró todavía más y empezaron a aparecer los primeros datos de falta de productos: desde el café hasta los neumáticos de los autos y camiones.
¿Pero qué busca, la vice, de verdad?
Para Lilita Carrió, que la conoce de cuando ambas trabajaban en la comisión investigadora de lavado de dinero, Cristina, de hecho, a Alberto, ya lo volteó.
Sin embargo, los “cráneos” del Instituto Patria afirman que Carrió se equivoca.
Que si Cristina hubiese querido hacer renunciar al presidente, Alberto ya no estaría en funciones.
Dicen que lo que pretende la senadora es otra cosa.
Que lo explicitó muy bien Andrés “el Cuervo” Larroque, uno de los pocos voceros autorizados de la Jefa.
La traducción de esta locura política al español debe ser la siguiente:
Como los votos son de Cristina y tuvo la generosidad de transformar en presidente a un don nadie, a ella, le corresponde cobrar todos los beneficios derivados del acuerdo, y ninguno de los costos a pagar.
Para que se entienda mejor, lo que pretenden los cristi camporistas es:
· Seguir al mando de más del 70 por ciento de las cajas del gobierno.
· Mantener el poder de veto ante la designación de cada ministro o decisión política y económica de relevancia.
· Y por supuesto: que nadie los culpe por el desastre que están haciendo con el país.
Con todo respeto: a nosotros, este razonamiento, además de caprichoso y contradictorio, nos parece delirante.
Lo entendemos como el síntoma más demostrativo de que a Cristina “se le pasó el cuarto de hora”.
Que ya perdió su visión estratégica.
Que sus decisiones están impulsadas más por sus obsesiones íntimas, chiquitas, que por un proyecto de país.
Porque, de otra manera: ¿Cómo se entiende que su última movida haya sido desmentir, con el sello oficial del Senado, que ella estuviera involucrada en la decisión de ponerle otro cepo al dólar turista o la segmentación del aumento de tarifas?
Chocolate por la noticia: Cristina prefiere que se sepa que, junto con Sergio Massa, acaban de firmar una paritaria con el 67 por ciento de aumento para los empleados del congreso.
La vice no desea que se la mezcle con ninguna medida de ajuste.
Ella no quiere que se la perciba como la gran mariscal de la derrota, sino como la que fue ignorada por un presidente sin iniciativa.
Lo que prueba, una vez más, que está desconectada de la realidad.
De la contundencia de los hechos.
Y el delirio político de la vice se extiende, también, a su situación judicial, cada vez más complicada.
Porque el juicio oral y público en la causa Vialidad que la tiene procesada como jefa de una organización criminal pensada para quedarse con cerca del equivalente a 1.100 millones de dólares del Estado, sigue viento en popa.
Porque el fiscal Diego Luciani, quien podría pedirle una prisión de varios años, ya ha demostrado con creces que no se va a dejar amedrentar.
Y porque no habría que confundir el silencio de los jueces del mismo tribunal cuando Cristina los atacó diciendo: “preguntas? Preguntas van a tener que responder ustedes” con debilidad o vulnerabilidad.
Dicen que Cristina no tiene amigos.
Ojalá que encuentre uno, cuanto antes.
Para que la diga, sin temor, que no se puede mentir tantas veces, durante tantos años, hasta terminar de creerse la propia mentira.
Que todavía le falta responder ante los jueces sobre su participación en la causa con más prueba en la historia del sistema judicial argentino: Los Cuadernos de la Corrupción.
Allí el chofer Oscar Centeno confesó, con las pruebas en la mano, que los bolsos cargados con más dinero eran enviados a la Quinta de Olivos, Balcarce 50 y la esquina de la corrupción, en Juncal y Uruguay, el edificio donde todavía vive ella.
Tal vez entonces no le alcance su futura mudanza para escapar, una vez más, de la realidad, aunque ella siga corriendo para adelante.