Lo ayuda ninguneando el equilibrio fiscal que tanto cuidó Néstor Kirchner, la principal razón por la que terminó su mandato con un 70 por ciento de imagen positiva, o al gritar, que lo que logró el Presidente no fue volver al superávit fiscal
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A Milei le está yendo muy bien. A pesar de todo. A pesar de la fuerte señal de alerta que acaba de recibir, con la multitudinaria marcha en apoyo a las universidades públicas. A pesar del tremendo ajuste, a golpe de motosierra y licuadora que impacta sobre la casta, pero también sobre todos nosotros. A pesar de que la mayoría de los argentinos: no estaría llegando a fin de mes; estarían usando los dólares guardados para pagar las expensas o el alquiler; estarían comprando artículos de primera necesidad de segundas marcas; cambiando de plan de salud o directamente renunciando a la prepaga que tenía contratada; o pasando a sus hijos de colegios privados caros a otros más baratos, o directamente a la escuela pública.
A Milei le está yendo muy bien no solo porque golpea el “autobombo” como nadie como dijo en las últimas horas: “Si las elecciones fuesen hoy ganaríamos caminando”, sino porque también lo sostienen la mayoría de las encuestas”.
La última de Aresco, a cargo de Federico Aurelio, es la más sorprendente. Porque la hizo después del reclamo del martes, en una de las peores semanas del Gobierno desde que asumió: su imagen sigue inalterable, en el rango del 55% de aceptación, porcentaje similar al de su victoria en la segunda vuelta. El apoyo a su gestión alcanza el 52%. La valoración positiva sobre la situación general del país, subió del 21 al 34%. Es decir: 13 puntos en los 141 días que Milei lleva como presidente. La expectativa sobre la situación económica creció muy fuerte. Y si las elecciones legislativas del año que viene fueran hoy, la fuerza encabezada por Milei obtendría el 52% de los votos. Al mismo tiempo, todo el peronismo unido, con Cristina Kirchner, Sergio Massa, Axel Kicillof incluidos, apenas lograría el 38%.
Milei, además, está exultante porque la macroeconomía le sigue dando buenas noticias. Lo acaba de explicar, él mismo, calculadora en la mano, en una nota que le concedió a Nacho Ortelli en Radio Rivadavia. Dijo que la inflación mayorista pasó del 54 en diciembre al 5%, según la última medición. La minorista del 25 al 11% en marzo, y todo indica que la de abril quizá baje hasta un dígito. La inflación núcleo estaría descendiendo hasta el 5% y se registra deflación en algunos alimentos de la canasta básica.
Como si esto fuera poco, el presidente-comunicador se pone en modo hiper optimista y anticipa que la recesión se está yendo; que estamos recorriendo el tránsito de la “V” corta, y que, por este camino virtuoso, los salarios le estarían empezando a ganar a la inflación, aunque en la calle todavía no se note.
Pero Milei no se detiene ahí. Porque sin repetir y sin soplar saca de la galera una idea novedosa, todavía no verificable. ¿Cuál? La que dice que el enorme recorte de gastos terminará yendo, de manera casi instantánea, a alimentar los buenos y sanos negocios del sector privado.
Sin embargo, lo que mejor le acaba de hacer a Milei, además de las buenas noticias que difunde, es, sin dudas, la irrupción de Cristina Kirchner con un discurso poco articulado y sin la más mínima autocrítica.
Pasando por alto, por ejemplo, su condena a seis meses de prisión por haber participado, junto a Lázaro Báez y José Francisco López, del choreo de la obra pública que tanto glorifica. Como bien anticipó ella misma, al anunciar que se bajaba de cualquier candidatura en las elecciones del año pasado.
Condenada, con prisión preventiva y responsable, junto a Alberto Fernández y Massa del peor gobierno de la historia. ¿Qué mejor adversario podría tener el Presidente para enfrentar cuando sea y donde sea?
También lo ayuda Cristina a Milei ninguneando el equilibrio fiscal que tanto cuidó Néstor Kirchner, la principal razón por la que terminó su mandato con un 70 por ciento de imagen positiva. O al gritar, que lo que logró Milei no fue volver al superávit fiscal, sino patear para adelante las cuentas que son urgentes.
Así, le deja a Milei la pelota picando para hacer un gol de media cancha. Le permite responder con un tuit que no le habrá más de cinco minutos redactar y postear. Y le deja el campo libre para explicar, por un lado, que a las productoras de energía les va a pagar, con bonos, a partir de junio; que a los gobernadores no les hará más transferencias discrecionales, y que a la obra pública, tal como la conocimos, el Estado no la bancará más. Porque volver a financiarlas sería como escribir el segundo tomo de la causa Los Cuadernos de la Corrupción.
Parece claro, entonces, que Cristina trabaja para Milei. Pero no solamente Cristina. También lo hacen, cuando se cuelgan de la noble bandera de defensa de la educación pública, dirigentes deslegitimados como Luis D’Elía, Pablo Moyano o Sergio Massa. E incluso otros como Kicillof, quien ahora mismo aparece enfrascado en una interna silenciosa contra Máximo Kirchner.
A propósito: que alguien le avise a Julia Mengolini, ya que nos dimos cuenta todos, porque está pidiendo a los gritos que dejen de pelear, para que nadie se entere.
Esto no significa que el Gobierno está haciendo todo bien, ni que las cosas les están saliendo perfectas. Por ejemplo, ahora se sabe que la multitudinaria marcha del martes pasado, fue producto, entre otras cosas, de un “mal entendido” entre Santiago Caputo y la ministra Sandra Petovello.
Parece que Caputo negociaba con Emiliano Yacobitti algunos puntos de la ley de Bases pero olvidó- o no previó, o no puso sobre la mesa- la posibilidad de pedirle que levanten la movilización a cambio de ciertas concesiones.
El reemplazo del subsecretario de políticas universitarias Alejandro Álvarez por el secretario de Educación, Carlos Torrendell, para negociar con los rectores del Consejo de Universidades Públicas, les permitió salir del laberinto por arriba.
Y Milei, hoy mismo, aprovechó para dar su visión de porqué atacan tanto a la ministra Pettovello: “A Pettovello le pegan porque está destapando todos los curros vinculados a las políticas sociales”.
Tampoco el Gobierno puede cantar victoria, todavía, para festejar la media sanción de la ley bases y el capítulo fiscal. Para empezar, aún no se sabe como van a quedar ninguna de las dos. Y para seguir, no es secreto para nadie que Milei tuvo que ceder a la fuerte presión de la mayoría de los gobernadores, los dos bloques de la UCR y el bloque que preside Miguel Ángel Pichetto, pero también de la CGT y de los lobbies cruzados de diferentes sectores de la economía. ¿Cuáles lobbies?
Por ejemplo: Los del tabaco, las pesqueras, las ensambladoras de Tierra del Fuego, los casinos y las apuestas online y de sindicalistas como Sergio Palazzo, quien se opone a la privatización del Banco Nación. O la fortísima presión de Hugo y Pablo Moyano, quienes lograron, por ahora, mantener el curro de la cuota solidaria que usan para cubrir el pufo de por lo menos 20 millones de dólares que se fumaron debido al oscuro manejo de la obra social que administra una gerenciadora cuya dueña es Liliana Zulet, esposa del secretario general y madre de su hijo Jerónimo. Y eso concesión se la dieron, más allá de las bravuconadas de Pablito, “El Salvaje”:
Tampoco tendrían asegurado los votos de los dos tercios del Senado para confirmar la designación de Ariel Lijo y Manuel García Mansilla a la Corte Suprema de Justicia.
La novedad, en este caso, es el fuerte respaldo de Milei a Lijo, al recordar que fue el juez que condenó al ex vicepresidente Amado Boudou por tratar de robarse la máquina de hacer billetes:
Periodistas como Jorge Liotti acaban de detectar, en el Presidente, un giro pragmático, como lo explicó en su nota para LA NACION de este domingo. En buena hora. Milei no lo contradice. Insiste con la idea de que antes de liberar libertario, o anarco capitalista, se siente “bilardista”. Y, por supuesto, hiper optimista. Porque ni siquiera el ministro de economía Luis “Toto” Caputo se atrevió a anticipar que la economía, mas temprano que tarde, va a terminar creciendo “como pedo de buzo”.