En +Voces, el periodista analizó el salto del dólar, la disparada del riesgo país y los traspiés económicos; “Alguien se lo tendría que decir”, sostuvo el conductor
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Alguien, en algún momento, por el bien de ella misma, y de toda la Argentina, se lo tendría que decir, derecho viejo.
El problema no es el dólar blue a casi 240 pesos.
O el riesgo país superando la barrera de los 2.500 puntos.
El problema no es el “festival de importaciones” que la vice acaba de “denunciar” con el iPhone 13 en la mano.
El problema no es la evasión, ni la fuga.
Ni el endeudamiento del gobierno anterior.
Tampoco el “Ah, pero Macri”.
Ni los medios y los periodistas críticos.
El problema, Cristina, le tendrían que decir en la cara, “sos vos”, que elegiste con el dedo a Alberto, solo porque te auto convenciste de que te iba a garantizar la impunidad.
El problema sos vos, que ibas a volver para ser mejor y sin embargo volviste para romper todo.
Vos, que empezaste a esmerilar al Presidente, desde el minuto uno, a través de tus perritos falderos.
Vos, Cristina, que cuando registraste el apoyo masivo que tenía la foto de Alberto, Horacio Rodríguez Larreta y Kicillof, estallaste en un arrebato de furia y empezaste a pegarle al jefe de gobierno de la Ciudad, para lastimar, de paso al presidente.
Vos, la que hablaste por primera vez de los funcionarios que no funcionan.
Vos, la que “compraste” y pretendiste imponer la locura de Vicentín.
Vos, la que desapareciste durante el COVID pero convalidaste la cuarentena eterna, te sumaste a la banda de los vacunados VIP junto tu jardinero y tu empleada de la casa de El Calafate.
Vos, Cristina, la que apostaste, de manera excluyente, a la vacuna Sputnik, mientras recibías en tu despacho del Senado el embajador Rusia.
Vos, la que mandaste a tu tropa a demonizar a la Pfizer.
Vos, la que autorizaste a tu hijo a encabezar la cruzada contra la Pfizer, con ese peligroso discurso que no vamos a olvidar jamás.
Vos, la que mandaste a filtrar el audio de Fernanda Vallejos, para que Alberto y la militancia se enteraran, de una manera brutal, lo que pensás de verdad del presidente que pusiste a dedo.
Y fuiste vos, también, Cristina, la que seguiste lastimando ya no al gobierno y también al país, con la carta bomba y las renuncias de los chicos grandes de la Cámpora que, por lo visto, tampoco funcionan como deberían.
¿Querés que siga?
¿Quiere que continúe, señora vicepresidenta?
Porque podemos seguir.
“Alberto, usá la lapicera!”.
“Ferraresi ¿Por qué no les contás lo que hacés en Avellaneda a los miembros del gabinete?”
“Alberto, dejá de tercerizar los planes sociales porque eso no es peronismo”.
Y ahora, Cristina, con todo respeto, decidiste agarrar el micrófono, y la lapicera también.
Y tu nueva genialidad acaba de provocar una devaluación.
Una devaluación de más del 16 por ciento, en menos de un mes.
La destrucción lisa y llana de la moneda.
Pero ojo: esto no los deja libres de culpa y cargo, ni al presidente de la Nación, ni al presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa.
Tampoco a la mayoría de los ministros. Desde Martín Guzmán hasta Aníbal Fernández. Desde el canciller Santiago Cafiero hasta Juan Cabandié.
Tampoco exime de responsabilidad a los gordos de La CGT o Hugo y Pablo Moyano. Ni a los gerentes de la pobreza a los que Cristina, junto con Néstor, inflaron y engordaron, hasta que la vice los eligió como sus nuevos enemigos, desde hace 5 minutos.
Todos son parte del problema, y no parte de ninguna solución.
La semana pasada, Miguel Ángel Broda, acá, en Voces, nos descartó un escenario disruptivo:
¿A qué se le llama un escenario disruptivo?
A un rodrigazo.
Una hiperinflación.
Un plan Bónex.
El rodrigazo fue un plan de ajuste brutal, aplicado por el ministro Celestino Rodrigo, el 4 de junio de 1975, para eliminar la distorsión de los precios relativos. Rodrigo devaluó el peso un 60 por ciento, subió las tarifas hasta un 180 por ciento, y puso un tope a las negociaciones salariales.
Hiperinflación es la que atravesamos al final del gobierno de Raúl Alfonsín y el principio del gobierno de Carlos Menem.
En mayo de 1989 la inflación llegó al 764 por ciento, y Alfonsín debió adelantar la entrega del gobierno. La segunda hiper se inició en diciembre de 1990 y duró hasta febrero de 1991, cuando el costo de vida empezó a bajar a los niveles de antes de mayo de 1989, con un 582 por ciento.
El Plan Bónex, de Erman González, fue un canje compulsivo de los depósitos a plazo fijo por títulos públicos denominados Bónex 1989, cuando empezaba la segunda ola de hiperinflación.
Cualquiera de los tres escenarios están a la vuelta de la esquina, junto con el cuarto, que tampoco es el mejor: una lenta agonía, como la que venimos sufriendo desde que a Cristina se le ocurrió la gran idea de ungir a Alberto como presidente de la Nación.