Detrás del humo y la hojarasca, se impone la realidad: Cristina, tarde o temprano, será condenada, como jefa de una banda que robó al Estado más de 2 mil millones de dólares; y Massa, cada día que pase sin imponer un plan integral de ajuste, cada instante en que aumenten la sospechas sobre sus vínculos con ciertos empresarios, se acercará más a un final de fracaso e impotencia.
Todo lo demás es cotillón.
Como las pintadas en las calles de los militantes rentados de la Cámpora apretando a los fiscales que la acusan y los jueces que la van a condenar.
O el pedido de recusación ya rechazado, contra el fiscal Diego Luciani y dos de los tres jueces del Tribunal Oral que tramita la causa de Vialidad, Jorge Gorini y Rodrigo Giménez Uriburu.
La impotencia de Cristina es tan evidente, que -ahora se sabe- no dudó en pedir ayuda a los espías de la AFI, para mostrar las fotos de Luciani y Giménez Uriburu sonriendo a cámara, antes de un partido, cuando jugaban para el equipo de futbol amateur denominado Liverpool.
No es ninguna novedad. Tanto a Néstor como a Cristina siempre les encantó recibir informaciones de los sótanos del poder.
Cristina, no te olvides, es la misma que mandaba a apretar jueces, según las escuchas legales que difundimos en 2016 y todavía se siguen viralizando.
Es la misma a quien el juez Bonadio le encontró, en su casa de El Calafate, carpetas con transcripciones de escuchas ilegales a Jaime Stiuso, a Miguel Angel Toma y José Luis Manzano, entre otros. Carpetas con información clasificada sobre el fiscal Alberto Nisman y su viuda, la jueza Sandra Arroyo Salgado.
Igual que la jefa, los chicos grandes de la Cámpora están desesperados. No se dan cuenta que, con su lógica berreta, terminan hundiendo a Cristina todavía más. Porque, así como revolean fotos, también se podría acusar a la vice de mentir una y otra vez, cuando dice que no tiene nada que ver con la familia Báez.
A la foto de Cristina y Lázaro saliendo del mausoleo de Néstor ya la conocés.
Pero seguro que a ésta no. Y sin embargo no es fake.
Sucedió en marzo de 2011. Allí está Cristina, cuando todavía era presidenta, inaugurando el Club Boca, de Río Gallegos, cuyo dueño era Martín Báez. ¿Te acordás? El hijo mayor de Lázaro, uno de los que contaba billetes en la Rosadita, condenado, y con prisión domiciliaria, en la Ruta del Dinero k.
Pero la más pura verdad no se encuentra en las fotos, sino en los tribunales. Porque los fiscales ya mostraron los chats de José López que revelan que Cristina intervino para pagarle a Baéz.
Porque el alegato de los fiscales proseguirá el martes que viene y luego el viernes. Y se dará por terminado el próximo lunes 22 de agosto. Y atención. Porque es posible, entonces, que el viernes que viene o el otro lunes, Luciani y Sergio Mola pidan, para Cristina, 16 años de cárcel. Es decir: la pena máxima, como jefa de una asociación ilícita, y responsable de defraudación al Estado.
Por eso, cuentan quienes la frecuentaron, que la jefa está intratable. Que tarde o temprano Cristina le terminará pidiendo a Massa, a cambio de su silencio, su apoyo explícito en lo judicial.
¿Y qué va a hacer Massa entonces? Porque la expectativa que había por su designación se está empezando a desinflar, al compás de la super inflación, la volatilidad del dólar, y los anuncios que no se terminan de plasmar. Y no vale decir, como sostienen los voceros del ministro de Economía, que 7.4 por ciento de inflación de julio, que se conoció hace pocas horas, no “es de Massa”, sino del “mentiroso” de Guzmán.
Es bueno recordarlo una vez más. Massa, Cristina y Alberto son parte de los mismo. Son responsables de haber generado la inflación mensual más alta de los últimos 20 años. Y van a ser también responsables de acumular, durante 2022, entre un 90 y un 110 por ciento de inflación anual.
En lo que va de 2022, este gobierno de científicos ha transformado a la Argentina en el tercer país con más inflación en el mundo, solo superado por el Líbano y Venezuela.
Pero esto no es todo. Porque los cráneos del Frente de Todos también lograron convertirnos en la Nación con más alta inflación de julio de toda región. Es increíble.
Los mismos tipos que todavía le echan la culpa a Macri, al COVID, a la invasión de Rusia a Ucrania y ahora a Guzmán son responsables de hacer crecer el precio de los siguientes productos, entre julio de 2021 y julio de 2022 según datos de Data Market, de la siguiente manera:
- Azúcar 148.3%
- Cereales: 142.1%
- Fernet, 108.7%
- Huevos, 108.7%
- Jabón de tocador 119.6%
- Mayonesa 142.1%
- Pañales 114.7%
- Papel Higiénico 117.8%
- Pan de molde 129.3%
- Rollo de cocina 114.6%
Iban a volver para ser mejores y disminuir la pobreza. Solo lograron que más de un millón de niñas, niños y adolescentes se salteen por lo menos una comida.
Iban a garantizar el asado para todas y todos. Pero hicieron que en uno de cada cuatro hogares se pidan préstamos, no para comprar un auto o una vivienda, sino alimentos.
No se trata de un invento de muestro equipo. Son todos datos de UNICEF. Es la misma fuente que asegura que:
- Una de cada cuatro familias dejó de ir al médico y el odontólogo.
- La mitad de los hogares no puede solventar la compra de materiales escolares
- Y que el 20 por ciento de los argentinos suspendió la compra de medicamentos.
Porque es cierto que Massa asumió hace apenas diez días. Pero plan, lo que se dice plan, todavía no presentó. Ni de estabilización. Ni de baja del déficit.
Tampoco nombró a su viceministro, después del papelón con Gabriel Rubinstein. A lo sumo, anticipó una quita de subsidios para el pago de las tarifas de luz, agua y gas. Pero todavía no se sabe cómo va a terminar de impactar.
Dicen que van a terminar dando de baja a entre 400 mil y 800 mil planes sociales, pero no especifican como. Ni cuando.
Dicen que van a recortar los gastos de todos los ministerios, pero todavía no se sabe, de manera oficial, cómo lo van a hacer.
Y, para colmo, la inflación de agosto se anticipa más cerca del 6 que del 5%.
Massa, entonces, parece atrapado sin salida. Atrapado en sus propios antecedentes, como cuando escribió, ya como parte del Frente de Todos, que con Macri ganaban los bancos y las empresas de energía, y perdían los argentinos.
Ahora, como todo vuelve, se empiezan a revolear nombres de empresarios amigos de Massa, a quiénes sus decisiones políticas estarían favoreciendo. Es el caso de los dueños de Edenor, cuya acción, en dólares, aumentó casi el 50%, desde que el ministro asumió.
Y hablando de los accionistas de Edenor, hay uno, en particular, que, con su estilo de patrón de estancia del siglo pasado, le está haciendo daño no solo a esa compañía, sino también a sus socios del grupo América. Se llama Daniel Vila, quien le aplicó censura previa a Viviana Canosa.