En su habitual columna en LN+, el periodista analizó las más recientes declaraciones de la vicepresidenta de la Nación
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¿Qué le pasa a Cristina? ¿Perdió el freno inhibitorio?
No sé ustedes, pero nosotros la vemos cada vez más parecida a Alberto. A los memes de Alberto.
Desde que el fiscal Luciani, el pasado lunes histórico, pidió una condena de 12 a años de prisión, con pruebas y argumentos indiscutibles, parece otra persona.
Desarticulada, gritona y demasiado nerviosa, al día siguiente de la acusación, hizo el peor pseudo alegato de su carrera política.
Tan confuso, tan incoherente fue, que, en el revoleo, carpeteó, sin querer queriendo, como El Chavo del Ocho, a su marido fallecido, y lo metió en el barro de la sospecha de corrupción.
Menos mal que, a las pocas horas, nos avivaron: en verdad el carpetazo iba dirigido a Alberto, con la pregunta implícita de por qué, al actual presidente, la Justicia nunca lo llamó a declarar.
Y menos mal, para ella, que no seguimos analizando punto por punto los errores y barbaridades de su discurso del martes. Porque al otro día, nos tuvimos que ocupar del presidente, quien se despachó con una frase peor, por la que toda la oposición- menos Facundo Manes- le pidió el juicio político.
Pero volvamos rápidamente al punto en cuestión.
Igual que Alberto, cuando está perdido, como Fernando De la Rúa, cuando confundía hechos, nombres y fechas, desde la semana pasada, la vice, no pega una. Ayer comparó el 17 de octubre de mentirita de alrededor de su casa con la represión de diciembre de 2001 en la que se registraron 39 muertos y determinó la renuncia anticipada de De la Rúa.
Es más: se volvió a equivocar al sostener que la actual presidenta del PRO, Patricia Bulrich, había inducido al entonces presidente a atacar a los manifestantes, cuando hacía ya varios días que había renunciado al gobierno.
Y tan cebada y descentrada estuvo, con tan poco freno inhibitorio, que pretendió ser irónica y terminó tratando a Bullrich de borracha.
Pero también le pifió, y feo, cuando, para justificar el quite de la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires, citó a la Constitución Nacional.
Alguien que la ayude, por favor.
¡Pero la Constitución Nacional, dice exactamente lo contrario!
El art. 129 de la Constitución Nacional expresa: “La ciudad de Buenos Aires tendrá un régimen de gobierno autónomo, con facultades propias de legislación y jurisdicción, y su jefe de gobierno será elegido directamente por el pueblo de la ciudad…”.
Tanto le erró al “viscachazo” que, hasta Rodríguez Larreta, que venía discutir fuerte, ayer al mediodía, con Patricia Bullrich, por el tema de las vallas, pudo pasar por encima de la interna, mirar a la cámara y decir: “Cristina se sacó la careta. Quiere quedarse también con la ciudad de Buenos Aires”.
¿Quién hubiera dicho, que la jefa, la mujer brillante que subyuga a la militancia, que puede dar largos discursos sin leer, sea capaz de equivocarse tanto, y tan seguido, y en temas tan sensibles?
Porque resulta que el Banco Finansur, que, según ella, manipuló los millones de los bolsos de López, no era, como nos quiso hacer creer, de Jorge Sánchez Córdoba, supuesto amigo de Macri. Es más: era de su amigo, el inquilino, Cristóbal López, quién a esa altura, ya le había comprado la mayoría. De paso, Sánchez Córdoba aclaró que Macri, en vez de ayudarlo, lo hizo quebrar.
Y también resulta que el suegro del juez Rodrigo Giménez Uriburu, uno de los tres jueces del tribunal Oral que deberá juzgarla en la causa Vialidad, no es el general Armando Manuel Hornos al que Cristina lo vinculó con la masacre de Margarita Belén, sino otro general, Gaspar Roberto Hornos, que no tuvo nada que ver con el hecho, y se retiró en los años 60.
¿Somos conscientes de las barbaridades que la vicepresidenta está revoleando?
El dato falso lo había publicado el doble agente Horacio Verbitsky, otro que cada tanto mete la pata o te filtra alguna operación. El error fue descubierto por Carlos Pagni, quien lo puso de manifiesto en el marco de su columna del lunes pasado titulada del Cristina busca un vallado en contra del ajuste.
Los analistas clásicos interpretan la hiperactividad de Cristina como una inmensa cortina de humo para tapar el fuerte ajuste de Sergio Massa, quien todavía no pudo ingresar ni el 10 por ciento de los dólares que anticipó que iba a conseguir seduciendo a los productores del campo.
De hecho, La Cámpora, imposibilitada de militarte el ajuste, ahora, en boca de otro extraviado, Andrés Larroque, dice que Massa vino a recomponer lo que Martín Guzmán descompuso.
Pero en el medio de tanta hipocresía, y de tanto odio y resentimiento, Patricia Bullrich le contestó a Cristina con energía. Y altura.