El presidente Javier Milei atravesó siete días de éxito para su gestión gracias a la inflación más baja desde enero de 2022, la aprobación de la Ley Bases en el Senado y tras codearse con líderes mundiales en Europa; cuáles son sus próximos pasos para meter otro “gol”, enseguida
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Javier Milei analiza cómo aprovechar el impulso de la que considera la mejor semana del Gobierno desde que asumió.
Una semana que incluyó: la aprobación, en general, de la Ley Bases y Capítulo Fiscal; el fracaso del kirchnerismo en su intento de voltear las leyes. En el recinto y en la calle, junto a sus franquiciados de la izquierda delirante; la inflación más baja desde enero de 2022: 4,2%; el desembolso del último tramo del acuerdo FMI por casi US$800.000.000; la posibilidad de firmar uno nuevo, que contemple un primer préstamo de entre 8.000 y 15.000.000.000 de dólares, quizá antes de fin de año; la renegociación de la deuda en swap por el equivalente a US$500.000.000.000 con China; el productivo viaje relámpago para asistir a la Cumbre de del G7 en Bari y la Cumbre por la Paz en Suiza.
Ahora el Presidente cavila cómo meter otro “gol”, enseguida. Antes de que reaccione la mayoría de la oposición, ahora que está aturdida. Estudia cómo encarar la nueva etapa, que anunció él mismo, en la entrevista que nos concedió el 22 de mayo pasado. “Cuando uno gestiona, tiene hitos. Nuestro primer hito de gestión terminaría con el desenlace de la Ley Bases, que puede salir bien o no sale. Esa situación va a llevar a que, marcado ese hito, tenemos que hacer una evaluación de resultado. Por ejemplo, sale la ley, terminamos la primera parte, vamos a la segunda, entra Sturzenegger como ministro... es el caso de dos más dos: cuatro. Uno tiene que fijar un momento y a partir de ahí se evalúa si se cumplieron o no los objetivos, y lo que no funcionó se cambia y lo que funcionó sigue en pie”, narró.
En eso estaba concentrado este domingo, a las 10.45, Milei, mientras le abrían la puerta de ingreso a la Quinta de Olivos, después de un fin de semana agotador.
Milei ya tiene decidido: que Sturzenegger ingresará al gabinete. Lo hará para impulsar la “mayor desregulación en la historia de la Argentina”. Que para eso no necesitará quitar ninguna competencia ni secretaría al ministro de Economía, Luis Caputo. Y que Guillermo Francos será más un ministro coordinador que un jefe de gabinete “acaparador de empresas, secretarías, direcciones y funciones”. Es decir: muchas de las áreas que manejaba Nicolás Posee, serán gestionadas por el equipo de Sturzenegger.
Francos y Sturzenegger insistían con ir a ver al jefe de Estado este domingo mismo, para terminar de definir la competencia, y hacer el nombramiento oficial, en la semana que se inicia. Milei quedó en responderles. Estaba agotado. Les dijo que precisaba descansar unas horas. Insistió: “Necesito dormir en una cama de verdad”.
También decidió que su presidente del Consejo de Asesores Económicos, Damián Reídel, seguirá en ese cargo, con especial enfoque en los asuntos vinculados con la Inteligencia Artificial. Que Diana Mondino continuará siendo canciller. Y que a Sandra Pettovello nadie la desplazará como ministra de Capital Humano.
Al Presidente le gustaría que se le reconozca que no es “un necio”. Que sabe escuchar. ¿A quiénes? En especial, a los que le insistieron para que asista a la cumbre del G7 en Bari, Italia, con el Sumo Pontífice incluido. “Es un acontecimiento al que ningún jefe de Estado debe dejar de ir”, le sugirió un relevante dirigente político con el que habla seguido.
Una vez retornado a Buenos Aires, Milei ya le había sacado todo el jugo político y económico que había podido. Primero, en la bilateral, con la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, la búlgara, Kristalina Georgieva. Después, en el otro encuentro, mano a mano, con el presidente del Banco Mundial, Ajay Banga.
Fuentes muy cercanas al Presidente dijeron que Banga se comprometió a ayudar a la Argentina con dinero constante y sonante.
Más tarde, Milei fue ayudado por sus incondicionales en las redes, quienes nos brindaron algo de “fulbito para la tribuna”, para que los “pibardos” se diviertan con la singular empatía entre el Presidente y la gran anfitriona del G7, Georgia Meloni.
También Milei se dio el gusto personal de recibir, en Suiza, el premio que le entregó su par de Ucrania, Volodimir Zelensky, en el marco de la Cumbre Global por la Paz. Y hasta se tomó la licencia de agradecérselo en inglés, cosa que no suele hacer todos los días.
Milei dice no le molesta que lo ataquen diciendo que tuvo que ceder para lograr la aprobación de las primeras leyes que propuso, después de seis meses. “Soy anarco capitalista, pero no boludo”, suele aclarar. Sin embargo, lo enoja que muy pocos le reconozcan que fue un acierto empoderar a Francos, para llegar al objetivo buscado.
El Presidente jura que tampoco le molesta el protagonismo de Victoria Villarruel. Comenta a su mesa chica: “Para que Victoria pudiera desempatar, terminé subiendo al avión a las tres de la mañana del jueves. O sea: para no quitarle el protagonismo que se merecía, resigné seis horas de descanso. Porque de otra manera el encargado de desempatar hubiera sido Bartolomé Abdala. Además, la felicité, igual que lo hice con todos los ministros, a través del chat que tenemos con el gabinete completo”.
Es cierto que, cada vez que puede, Milei hace saber que sus ministros preferidos son el de Economía, Caputo, y la de Seguridad, Patricia Bullrich. A Caputo no deja de alabarlo cada vez que la oportunidad se lo permite. Como en su último discurso, en Córdoba donde dijo: “Mi ministro se convirtió en un rocksstar”.
Y a Bullrich le dio un nuevo espaldarazo en el medio de la sesión por la Ley de Bases, mientras un grupo de violentos atacaban a las fuerzas de seguridad, incendiaban autos y bicicletas y rompían bienes públicos y privados.
El Presidente está cada día más convencido de que le quieren tirar un muerto. “No descarten la metodología de la oposición de tirar muertos”, sostuvo anteriormente. Y que hay fuerzas políticas que trabajan para que no termine su mandato.
Sin embargo, no se lo escuchó hablar del discurso que el Papa dio en Bari criticando las estrategias que buscan debilitar a la política y reemplazarlas por la economía”. Y tampoco dijo una palabra, durante este fin se semana, sobre las disculpas que debió pedir el obispo auxiliar y vicario general de Buenos Aires, monseñor Gustavo Carrara, después de presidir una misa en la que, de buenas a primeras, unos cuantos feligreses empezaron a cantar “la patria no se vende”.
De hecho, Carrara, en el comunicado, primero se quiso desentender. “Antes de la bendición final, fui sorprendido por una señora que empezó a cantar la patria no se vende”, dijo y agregó: “Y muchos en el templo continuaron el canto por un minuto”. Después terminó pidiendo disculpas: “Como celebrante principal asumo la responsabilidad y pido humildemente disculpas a quien pudiera haberse sentido ofendido”.
En algunos sectores del Gobierno, existe la sospecha de que Bergoglio y una buena parte de la jerarquía de la Iglesia están más cerca de las ideas que defiende Juan Grabois que de las decisiones que toma Milei en materia de política social.
Se preguntan: ¿Por qué la justicia no lo investiga con la misma eficiencia con que se lo está investigando a Eduardo Belliboni? ¿Por qué, si todavía Grabois sigue ostentando un cargo, aunque sea ad honorem, en el Vaticano, se le tolera que diga barbaridades como “demasiada frula, ginebra y pastillas” entre los funcionarios del gobierno?
De hecho, a su regreso del viaje, Milei revisaba un documento comparativo sobre la caída de la actividad en 2002 y la actual. Lo hacía para salir a responder, en el momento que considere oportuno, a quienes critican su política de ayuda social.
El dato: la caída de la economía en 2002 llegó a casi 11%. 10.9, para ser más exactos. El pico de esa caída se dio en el segundo semestre, y fue del 16%. “Desde que estamos nosotros, la mayor caída de la actividad, de la que ya estamos saliendo, se dio en el primer trimestre y fue del 7% . Esto demuestra que nuestras políticas de ayuda social son mucho más efectivas, comparadas con las de entonces”, concluye el primer mandatario.
Milei, Caputo y Pettovello, a partir de ahora, van a repetir, cada vez que se les pregunte, que tanto la tarjeta Alimentar como la Asignación Universal por hijo aumentaron, mucho más que la inflación acumulada, entre diciembre de 2023 y junio de 2024. La AUH aumentó un 259.9%. La Alimentar un 137.5%. Se trata de una suba promedio del 63% por encima de la inflación.
La nueva etapa del gobierno de Milei incluye la incorporación de dirigentes del Pro que preside Mauricio Macri. Es más: el nombramiento de Lucas Fernández Aparicio como nuevo jefe de asesores de Petovello será el primero de muchos, según dejó trascender el jefe de Estado.
Milei le echa la culpa de Posse por la demora en hacerlo. El Presidente cree que el desembarco de los dirigentes y técnicos de Macri no debe ser masivo ni estruendoso, como un aluvión, sino por goteo. Y que se tienen que elegir a los mejores, hasta completar el cronograma de los cargos superiores que todavía faltan ocupar.
Dice Milei que quiere hacerlo bien, pero tampoco desea perder demasiado tiempo. Cree que el momento es ahora. Porque tanto el kirchnerismo como la Unión Cívica Radical atraviesan una fuerte crisis de liderazgo.
Milei recibe, cada tanto, en su escritorio, la imagen negativa de Cristina Kirchner, y de Martín Lousteau, que se ubican por encima del 70%. Y las compara con las de sus principales ministros.
Confiesa que no sigue el detalle de las incipientes negociaciones en Diputados para tratar de restituir el Impuesto a las Ganancias y los cambios en Bienes Personales. Pero que tiene confianza en su gente: “Hablen con Guillermo. Hablen con Martín”, les dice a los periodistas que lo consultan.
Guillermo es Francos. Y Martín es Menem, presidente de la Cámara de Diputados y muy cercano a Karina Milei, La Jefa. La única persona con la que el presidente comparte todos sus secretos.