En LN+, el periodista analizó las últimas movidas del kirchnerismo, el acto en el Estadio Único y la trastienda del poder
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Según el diccionario de la Real Académica Española, las personas cínicas son quiénes actúan con falsedad o desvergüenza descaradas.
La tercera acepción de cínico es impúdico y procaz.
Todas les van como anillo al dedo a Cristina y los chicos grandes de La Cámpora.
Porque son quienes manejan los hilos del peor gobierno de la historia argentina.
Es decir: los principales responsables del desastre. Sin embargo, hablan como si fueran un partido de la oposición. Como si estuvieran fuera del gobierno. Como si no controlaran el 70 por ciento del presupuesto nacional.
Como si no dispusieran de los bienes de públicos.
Como si no se creyeran los Dueños del Estado argentino.
¿Hay mayor acto de cinismo que presentarse como la abanderada de los humildes mientras aterriza en un acto partidario con un helicóptero del ministerio de seguridad, sabiendo que al combustible y el mantenimiento en dólares lo pagamos todos?
Lo que hizo está contemplado en el código penal como un delito.
Dádivas, se llama.
Es lo mismo que uso cuando usó el Tango 01 para transportar diarios, muebles y artículos decoración para su hotel boutique, en el Calafate.
Pero a ella no le importa.
Porque hace rato que decidió colocarse por encima de la ley.
Es curioso.
Durante los largos minutos que duró su discurso de ayer, la única vez en que pareció reconciliarse con la verdad, fue cuando reconoció que la jubilación no alcanza.
Si no fuera tan cínica, si no fueran tan hipócritas, deberían empezar por reconocer que ella está cobrando, de manera ilegítima, dos jubilaciones de privilegio.
Jubilaciones de privilegio que sumarían cerca de 7 millones de pesos, el equivalente a 127 jubilaciones mínimas.
Ese único y escandaloso dato la tendría que hacer reflexionar.
O ir a buscar el significado de la palabra codicia.
Pero ni siquiera cumple con la obligación de informarnos el monto exacto, como lo indica la ley.
Si tuviera un poco de empatía, vergüenza o remordimiento, por lo menos, se callaría la boca.
Pero tampoco se calla.
Al contrario.
A la hora de justificarlo, lo presentó casi como una concesión monárquica.
Y en vez de reconocer su acto de codicia, solo informó que renunció a la dieta de vicepresidente, ocultando los beneficios de esa decisión.
Como si eso fuera un regalo para la gilada, y no una avivada para cobrar dos pensiones graciables.
Una, en su condición de ex presidente. Otra, como viuda del ex presidente Kirchner.
Alguien, en algún momento, debería a Cristina decirle: señora, por favor, no mienta más.
Usted es parte del problema, no la de solución.
Usted estaba ahí cuando el candidato a presidente que ungió con su dedo, hizo, quizá, su principal promesa de campaña: la de terminar con la bicicleta de las leliqs para recompensar como corresponde a los jubilados.
Vamos Cristina. Después de mas de 3 años descuajeringándonos la vida ¿con qué autoridad va a venir ahora a decir que nos puede devolver la alegría?
Si fue usted misma la que, siendo presidente, vetó, en 2010, el proyecto de ley que establecía una jubilación mínima equivalente al 82 por ciento del salario mínimo, vital y móvil de los trabajadores activos.
Si fue usted misma quien, para justificarlo, habló como lo haría Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich, o Javier Milei.
¿No lo recuerda?
Fue el 14 de octubre de 2010 en la municipalidad de Moreno. La miraban con atención Néstor Kirchner y el entonces vicepresidente Daniel Scioli.
Usted no dudó en presentar a quienes reclamaban ese derecho como unos irresponsables.
Lo que sí hizo fue otro desastre.
Estatizar las AFJP.
Lo recordamos muy bien.
Perpetró el desbarajuste junto a Amado Boudou y Sergio Massa.
¿Y que implicó eso?
No una mejora en el ingreso de los jubilados.
Sí un manotazo a millones de argentinos que habíamos empezado a ahorrar.
Y lo hizo, enseguida quedó claro, solo para apoderarse de otra caja con la que unos pocos políticos se hicieron multimillonarios.
Entre otros, su vicepresidente condenado por robarse la máquina de hacer dinero del Estado.
Pero todavía hay más.
Hagamos un poquito de memoria.
Porque tanto usted como el propio Boudou usaron la estatización de las AFJP como una excusa para decir que lo acusaron de chorro porque nunca le perdonaron esa decisión revolucionaria.
La condena firme y los años de prisión pusieron las cosas en su lugar.
¿Para qué seguir mintiendo, entonces?
¿Si fue usted la que alentó, agazapada, junto a sus chicos grandes de la Cámpora, casi cincuentones, el ataque con las 14 toneladas de piedras, para manifestar su repudio a una fórmula de actualización que hoy les hubiese permitido a los jubilados, desde diciembre de 2019, cobrar cerca del 20 por ciento más de lo que perciben ahora?
¿Cómo se conjuga, su pedido de ayer de terminar con los discursos de odio con lo que hicieron sus muchachos en diciembre de 2017? ¿Esto es el amor y la alegría que nos quieren devolver?
¿Este es el mensaje de paz que nos quiere vender ahora?
Porque cuando usted dice diálogo, tolerancia y pacto democráticos, los periodistas sentimos algo parecido a lo que le hicieron, el día de las piedras, a nuestro colega, Julio Bazán.
Cuando usted habla de volver, recordamos lo que le hicieron a Maru Dufard, en la presentación de su libro, su militancia tan pacífica.
Cuando usted, después de tres años gobernando, nos dice que son el cambio, nosotros, los periodistas, de inmediato pensamos en Sonia, la jubilada que empezó su vida pasando hambre y la va a terminar igual, después de tantos años de trabajo.
O pensamos en el jubilado que sigue vendiendo pañuelitos de papel y encendedores en la calle para vivir. O en la pareja de adultos mayores que entrevistamos en la Cornisa y que se hicieron cartoneros para poder pagar los remedios y la hipoteca de la casa donde viven, en Lugano.
O en el Chicha, el chiquito de 8 años que murió aplastado por un camión, en Paraná, Entre Ríos, mientras creía que jugaba, en el medio de un basural a cielo abierto.
Por eso ayer le preguntamos qué festejan.
De qué se ríen.
De donde sacan la plata para darse esos gustos caros como el de jugar a los barrabravas, en la capital de una provincia donde la pobreza llega a los 40 puntos.
Donde cada uno de dos niños no puede alimentar como corresponde.
En serio: ¿Sería tan amable, antes de seguir vendiendo humo, de responder preguntas sencillas, como las que incluyó, en su pedido de informes, el diputado provincial Axel Campbell, de Juntos por el Cambio?
Se la hago corta.
1) ¿Por qué montan un acto partidario en un día de semana, en horario laboral, afectando la circulación de los vecinos?
2) ¿Cuánto dinero se destinó al operativo de seguridad y la organización?
3) ¿De dónde sale el dinero para costear el acto?
4) ¿Por qué se notificó al Centro de Educación Física número 2 que debía suspender sus actividades el día miércoles o jueves debido al acto partidario?
5) ¿Podría informar cuántos empleados públicos concurrieron al lugar el día de trabajo?
6) ¿Podría informar quiénes y cómo pagaran a los micros que llevaron y trajeron a los participantes?
Paren de lanzar candidaturas con la nuestra.
Paren de mentirnos en la cara.
Paren de impostar alegría, esperanza y futuro.
O si quieren hacer las cosas bien vayan arrancando ahora, porque todavía les falta más de un año de gobierno.
Porque los datos, y el actual presidente también, dicen que durante el segundo mandato de Cristina, casi todo lo que hizo fue “deplorable”. Y usó la palabra deplorable para hablar de todo: la economía, las instituciones, la salud, la educación y la pobreza.
Y porque además usó su poder para robarle plata al Estado, como vienen dictaminando en varias instancias los fiscales y jueces de la Nación, a los que Cristina quiere sacar de una patada en el trasero.
Ayer el embajador artículo quinto Jorge Asís, volvió a desarrollar su teoría de que Cristina existe porque la insuflamos sobrevida política nosotros, los periodistas que la criticamos y la denunciamos.
Nosotros creemos, en cambio, que si no hiciéramos el trabajo que nos corresponde, hace años que estos tipos se hubieran llevado puesto al país.
Con los jueces, dirigentes opositores, empresarios y periodistas adentro.